En la mitología es el Dios Pan, cuya madre fue Amaltea, la fabulosa cabra que amamantó a Zeus cuando era un niño. Chronos (Saturno) engendró a Pan en Amaltea. El niño salió cubierto de pelo con cuernos de chivo, cola y cascos; su madre al verlo gritó espantada y huyó con horror. Mercurio (Hermes) entonces llevó al infante al Olimpo para que divirtiera a los dioses y parece que Pan jugó su papel a la perfección. Según otra leyenda, Pan, al huir del terrible gigante Tifón, se precipitó en el mar y emergió de él en parte cabra y en parte pez. La palabra pan en griego significa “todo” porque, según una versión, el nacimiento de Pan alegró a todos los dioses. Pan tenía una gran potencia sexual y perseguía tanto a las mujeres como a los muchachos. Era brutal y, por ello, su aparición producía el miedo “pánico”. A Pan, de apariencia monstruosa, le gustaba el frescor de las florestas y dormía sus siestas al lado de las aguas limpias y frescas. También fue el inventor de la siringa y, con el tiempo, vino a ser para el neoplatonismo el símbolo de la energía universal y la fertilidad, así como el dios total y universal.