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| Reducir la velocidad | |
| | Autor | Mensaje |
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Nemesis CO-CREADOR@
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| Tema: Reducir la velocidad Miér Nov 21 2012, 06:48 | |
| Muchas veces un comentario negativo, el tener que enfrentar una situación difícil de aceptar... suponen una sobrecarga complicada de manejar"
Cuando atravesamos por un período lleno de preocupaciones, tensiones, conflictos o temores, el agotamiento y la alteración nos impiden reconocer y disfrutar los aspectos positivos que también tiene nuestra vida; inclusive, hasta nos quitan la claridad mental que necesitamos para analizar objetivamente nuestra situación, de manera que podamos tomar la decisión más acertada para actuar de la mejor manera.
Muchas veces un comentario negativo, el tener que enfrentar una situación difícil de aceptar, o la presión que sufrimos por todas las responsabilidades y los compromisos que tenemos suponen una sobrecarga complicada de manejar. Por esta razón, es bueno intentar bajar la velocidad con la que llevamos nuestra vida, a tiempo de preguntarnos si podremos continuar con ese ritmo por mucho más tiempo.
Generalmente nos obligamos a continuar adelante con nuestra actividad, sin darnos el tiempo y el permiso necesarios para detenernos un poco, y recuperar el balance y la claridad mental que nos hace falta. Le exigimos a nuestro cuerpo la vitalidad que ya no puede darnos producto del estado de estrés en el que nos encontramos.
Reaccionamos agresivamente a los cambios y exigencias de nuestro entorno, el tráfico nos desespera, todo lo que suponemos que puede pasar en el futuro nos inquieta, la situación económica nos quita el sueño y hasta discutimos con las personas que más queremos. Cuando el estrés y la tensión sobrepasan el límite de lo que podemos manejar, comenzamos a perder nuestro bienestar y la capacidad de gerenciar nuestra vida.
Algunas emociones como la rabia, la frustración, el miedo, la tristeza o la envidia nos hacen perder la energía que necesita nuestro cuerpo para funcionar con la vitalidad y la claridad mental que necesitamos para ser objetivos al momento de actuar o de tomar una decisión. ¿Sabías que sólo unos pocos minutos de rabia pueden hacernos gastar más energía vital que un día de trabajo físico?
Salir huyendo de las situaciones difíciles como si así pudiéramos evitarlas, no nos librará de ellas. Por el contrario, nos obligará a repetirlas en otro momento, porque seguirá siendo un tema pendiente por resolver. ¡Vale la pena reunir el valor y las herramientas necesarias para afrontarlas y resolverlas!
Es importante mantener la calma, porque mientras más tiempo pases afectado emocionalmente, más difícil te será superarlo, desarrollar una actitud positiva, tener una visión optimista de la situación y evitar sentirte víctima de los demás o de la vida. Recuerda que todos somos parcialmente responsables de las situaciones que vivimos.
Claves para recuperar el balance Busca las causas del estrés. Revisa tu rutina diaria e identifica aquellas situaciones que te causan tensión como, por ejemplo, tratar de resolver algo que no depende de ti, tener más compromisos o responsabilidades de las que puedes manejar, la autoexigencia, el perfeccionismo, problemas de relación con otras personas… Y pregúntate qué puedes hacer para resolverlas.
Tranquiliza tu mente. Evita darle vueltas en tu cabeza, una y otra vez, a aquella situación que te preocupa o que te afecta. Practica dejar de pensar por unos minutos concentrando tu atención en cada cosa que haces. Trae tu mente al momento presente cada vez que sea necesario.
Acepta lo que no puedes cambiar. Cuando te encuentres en situaciones difíciles o inevitables, es importante que asumas tu realidad sin fantasear o imaginar que será distinto. Esto te ayudará a enfrentar la situación con fortaleza y optimismo, confiando en tus capacidades y en la presencia de La Divinidad a tu lado para ayudarte a superarla con el tiempo.
Usa tu libre albeldrio. Cuando te encuentres involucrado en un comportamiento que no te reporta ningún beneficio y que solamente te desgasta y consume energía, recuerda que puedes elegir dejar de hacerlo. Pregúntate: ¿Por qué estoy haciendo esto?, ¿A quién beneficio con esta actitud? Seguramente descubrirás que puedes cambiar de actitud y dejar de repetir ese hábito o esa actuación que te causa tanto daño.
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