Se dice que el amor más auténtico y verdadero es el que se da libremente y sin condiciones… Pero pese a que suena muy bonito decirlo, es una utopía y algo que realmente no es tan bueno como suena.
Cuando somos buenas con alguien, esperamos ser tratadas de la misma manera. Cuando amamos a alguien, esperamos que esa persona también nos ame. Y es que, pese a lo mal que pudiera sonar, el amor con condiciones puede ser bueno.
La vida es un una constante lucha por conseguir lo que deseamos, y muchas veces eso que deseamos se encuentra cada vez más lejos de nosotras porque hemos dado sin medida y sin condiciones. Cuando nos entregamos completamente sin esperar nada a cambio, en realidad, aunque no lo digamos, damos por sentado que todo cuanto hagamos y demos va a ser reconocido y valorado.
Nuestra felicidad constantemente se ve empañada por eso mismo, por las expectativas que tenemos de los demás, de lo que recibiremos a cambio de nuestro amor y del sacrificio que realizamos. Cuando, por ejemplo, nuestra pareja no parece apreciar lo mucho que hacemos por él, nos volvemos descontentas, insatisfechas y lógicamente frustradas.
Siempre esperamos algo, aunque sólo sea un poco de reconocimiento por el amor que estamos entregando. Si no recibimos nada, ni eso, nuestra vida puede volverse frustrante y amargada.
“Le amé sin condiciones, sin esperar nada a cambio” o a lo mejor deberíamos decir “sin pedir nada a cambio”.
¿Es sano amar y dar sin condiciones?
Pensamos muchas veces que si amamos incondicionalmente obtendremos la felicidad, o que amar así nos hará más valiosas para nuestra pareja. Así es como muchas veces caemos en los errores más grandes, porque damos sin esperar nada a cambio, nos entregamos sin pedir ni exigir igualdad de derechos y obligaciones.
Las mujeres que se entregan sin condiciones nunca aprenden a poner límites, y es muchas veces es la mujer misma quien le enseña a su pareja a ser más egoísta, a pensar sólo en él y a no poner atención a las necesidades de ella.
Pero, ¿somos en verdad incondicionales o estamos poniendo condiciones para todo lo que hacemos o damos?
Sin darnos cuenta utilizamos la frase “hago esto por ti, pero con una condición”. Estamos poniendo condiciones incluso a nosotras mismas, nos damos cuenta de ello cuando hablamos de nuestra autoestima, lo vemos también cuando estamos sufriendo por un amor fallido.
“Mi autoestima está muy baja porque me dijo cosas horribles, me va a costar mucho recuperarme… pero lo voy a lograr, porque para amarme yo misma tengo que sentir que valgo algo”.
Consciente o inconscientemente creamos condiciones que ni siquiera nosotras mismas reconocemos; si vemos un poco dentro de nosotras mismas, nos daremos cuenta que nos gusta amar pero con el condicionante de ser amadas a cambio. Buscamos razones para amar y que nos amen.
“Después de todo cuanto he hecho por él, se fue”. Esa frase tan común que viene de una decepción amorosa sólo nos demuestra que inconscientemente pusimos una condición para dar lo que dimos, “mis hijos no se acuerdan de mí pese a todos los sacrificios que hice por ellos…”
Debemos poner condiciones, es igual o parecido a poner los límites entre los derechos y obligaciones. La confianza se gana con acciones; para conseguir lo que queremos o damos debemos poner en práctica buenas acciones. Pero es necesario hablar, pedir, establecer las reglas necesarias en el hogar y en el trabajo. Hay que poner límites y condiciones, incluso con las mejores y más queridas amistades, porque a un buen amigo se le quiere y se le aprecia, pero cuando haces algo por ese amigo, íntimamente das por hecho que estará allí cuando tú lo necesites.
No es malo dejar entender que se hace todo lo que está al alcance de nuestras manos por alguien, que lo hacemos para merecer lo que queremos. Llámese amistad, amor de pareja, amor de hijos, etc., lo cierto es que necesitamos amar con condiciones.
Si realmente pudiéramos amar incondicionalmente, no existirían tantas personas sufriendo porque “él” o “ella” decidió irse. Es bien sabido que si el amor es sin condiciones lo importante es que la otra persona sea feliz, pero esto no resulta tan sencillo, pues se sufre porque se espera que a la persona a quien entregas amor te de amor, que te ame como tú le amas.
Creo que el único amor incondicional que existe es el de la madre hacia sus hijos. Tenemos todo el derecho de poner condiciones, de señalar nuestros derechos y obligaciones por igual, no importa en qué o con quien.
No olvidemos que tenemos el derecho de pedir en la misma medida que damos, es muy importante recordar que es más hermoso dar que recibir, pero también necesitamos recibir para sentirnos amadas, valoradas y apreciadas. Si sentimos que no nos dan lo que merecemos pidámoslo, siempre existe la forma de dar y recibir sin caer en el egoísmo ni la ambición.
Escrito por: Amanecer cautiva del amor