Cada vez que una persona se relaciona afectivamente con otra para formar una pareja, refleja los patrones neuróticos de comportamiento que ha ido construyendo a lo largo de su vida, para defenderse de las humillaciones, desilusiones y frustraciones que alguna vez pudo sufrir y que aún siguen condicionando su comportamiento y malogrando posibles vínculos que tal vez podrían llegar a ser estables por mucho tiempo.
Alicia se ha quedado sola a los cincuenta años, sus dos hijas se casaron y su marido falleció hace unos años.
Tiene un trabajo que le gusta, familiares, amigas, pero algo le falta, tal vez un hombre, pero no para tener un compromiso serio sino para tener una relación estable, alguien a quien amar, con quien salir, con quien hablar, con quien compartir momentos de soledad y sentirse amada y deseada.
Es fácil conseguir una pareja para tener una relación sin compromisos, de modo que pronto se encontró con varios candidatos posibles.
Finalmente se decidió por Pablo, un hombre viudo, con dos hijos casados que también tenía un trabajo que le gustaba y como ella deseaba relacionarse con alguien, con sus mismas intenciones.
Desde el principio comenzaron a aparecer las fallas de cada uno. Él era muy posesivo y celoso, pero también era cómodo, y tenía algunas obligaciones familiares, y ella era aparentemente independiente pero necesitada de afecto y con dificultades para aceptar la soledad.
Él la llamaba todos los días por teléfono y se quedaban largo rato hablando mucho de nada, pero esa charla se fue convirtiendo en una necesidad para ella, y para él, la seguridad de que ella estuviera en su casa.
Los fines de semana salían cuando él no tenía ningún compromiso, lo cual se definía a último momento, de modo que la obligaba a ella a esperar su llamado para saber si estaría disponible o no, negándole la posibilidad de hacer otros planes.
Si ella hacía un programa por su cuenta, él dejaba de llamarla y la manipulaba con los silencios. Sabía que ella necesitaba de su llamado, que a la larga era incapaz de estar sola mucho tiempo y que no quería estar cambiando de pareja a cada rato.
Pero un buen día ella se dio cuenta que estaba acorralada, se sentía que estaba entre la espada y la pared y que no podía decidir, porque a pesar de que ya se habían separados muchas veces por esta razón, siempre volvían a juntarse para volver a entrar en el mismo círculo vicioso de una relación en la que ninguno de los dos era feliz.
Estar con él implicaba no poder tener una vida propia, sacrificar sus días para esperar su llamado y frustrarse si no lo hacía, y si decidía no verlo más, ya no podría contar con él, con esa llamada que le aseguraba que aún había alguien a quien le interesaba.
Esta situación le genera una neurosis a cualquiera, para poder canalizar la energía que reprime. En ella en particular, su neurosis se manifestaba a través de su mal humor y su agresividad hacia las personas que trataba habitualmente.
Lo único que permite de salir de esta situación es tomar una decisión: continuar la relación y asumir que solo podrá vivir para él y no tener vida propia o cortar por lo sano y no verlo nunca más, enfrentar la soledad y recuperar su vida y su libre albedrío.
Es difícil, porque las relaciones de pareja que no conviven tienen este tipo de dificultades si son tanto dependientes como dominantes, porque no pueden compartir sus vidas personales para evitar el compromiso, que en definitiva es una utopía porque siempre habrá compromiso, diferente pero compromiso al fin y tal vez mayor y más complicado que si decidieran vivir juntos.
Alicia y Pablo también intentaron convivir, pero esa experiencia fracasó antes de terminar el plazo que se impusieron como prueba.
Sin duda, la decisión no es fácil, porque exige tener el suficiente autoconocimiento como para saber qué es más importante para uno y ser capaz de renunciar a la otra opción que no se elige, siendo igualmente atractiva, pero ¿no es acaso la toma de decisión el problema más difícil de resolver en esta vida en cualquier ámbito?
Las relaciones son como las plantas, necesitan atención, agua, nutrientes para crecer, y si uno las abandona se deterioran, se enferman y finalmente mueren.
La necesidad de dependencia es un síntoma de depresión que se puede tratar, y el intento de dominio extorsivo no es lo que se espera de una relación adulta .
Una relación adulta con o sin compromiso exige tener el tiempo suficiente para dedicarle y la libertad necesaria para vivir cada uno su propia vida y ser ellos mismos como son, sin culpa ni miedo a las represalias.
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