He aprendido en estos últimos años a luchar, pero tambien a saber cuando rendirme. Cuando he tratado de salvar con todas mis ganas un amor, un matrimonio, un hogar, he luchado hasta extenuarme, hasta que las fuerzas me abandonaran.
Pero en esa lucha hasta el cansancio he aprendido que si las cosas no salen como esperaba, debo sentirme muy feliz y afortunado dentro de mis tristezas, porque he aprendido y comprendido que he dado todo mi amor, que no me rendí fácilmente a la primera y que luche hasta el ultimo minuto.
Conozco muchos que no luchan por lo que desean, hay quienes abandonan la pelea al primer obstáculo, al primer "no se puede", se rinden y abandonan todo. Y yo me pregunto: ¿Donde estaba ese amor que decían sentir? ¿Donde esta esa entrega que juraron y prometieron dar?
Esas personas nunca han amado de verdad, nunca se comprometieron de corazon, esas personas son unos verdaderos perdedores, nunca logran tener mucho o nada en la vida, pues debemos entender que para sacar el oro de las minas se debe sudar, se debe sufrir. Cuando algo vale la pena, no sale sin esfuerzo ni dedicación. Y en el amor, el que piensa que no va a sufrir y que todo es color de rosa, y que el camino es plano, se equivoca.
El camino esta lleno de obstáculos y espinas, de dolores y desengaños, pero nada que valga la pena se va a dar fácil.
He aprendido a aceptar con dignidad las cosas que no salen como planeaba, como esperaba, como soñaba o si ella no era para mi, o que ese no era mi lugar. He caído y he aprendido a volver a empezar, sabiendo que siempre habrá alguien que ha estado esperando por mi, que nada pasa por casualidad, que todo pero todo tiene un porque y una razón.
Muchas veces no comprendemos porque hemos de vivir cada una de las situaciones por las que pasamos, pero creo con todo mi corazón y mi ser que todo pasa porque así Dios lo quiere, y que Él tiene un plan perfecto para cada uno de nosotros, la compañera perfecta, el lugar y tiempo adecuado. Él así las planeo para nosotros y aveces por las malas decisiones atrasamos sus planes o quizás nos estaba preparando para brillar como el oro y estar preparados para la piedra preciosa ó gema que tiene para nosotros.
Debemos luchar por lo que queremos con todas las fuerzas, pero saber aceptar cuando hay que renunciar dignamente, pues para poder Dios llenar nuestras manos debe primero quitar de ellas lo que nos las ocupa.
Gracias Dios por las experiencias, las malas épocas, las derrotas, los sacrificios que no han llegado a nada, los fracasos y las muchas lagrimas, pues en el camino me ha preparado para algo mucho pero que mucho mejor...