Las relaciones humanas representan, sin duda, uno de los más grandes tesoros y uno de los más grandes desafíos de la vida. El budismo afirma que existe una interrelación entre todos los entes vivientes. Enseña que compartimos lazos profundos con nuestros familiares y que las buenas amistades nos ayudan a avanzar en la vida.
Nuestras relaciones reflejan el estado de nuestra propia vida. Lo que puede parecer un “defecto” en una persona en realidad puede ser signo de algo que tenemos que cambiar en nuestras propias vidas. Lo importante es respetar el infinito potencial que alberga el ser humano, nosotros y los demás. Cuando hacemos el gesto de una reverencia ante un espejo, nuestra imagen nos hará una venia.
Cuando abrimos nuestros corazones y desarrollamos compasión a través de la práctica del budismo, comprendemos que nuestras vidas se sostienen gracias a los miles y miles de lazos humanos; así, aprendemos a valorar el esfuerzo que los demás hacen y las relaciones que mantenemos con los demás.
Nichiren declaró:
“Un árbol trasplantado no caerá, aunque sople el viento con furia, si tiene un firme puntal que lo sostenga. Pero hasta un árbol que ha crecido en el lugar puede desplomarse si sus raíces son endebles. Una persona débil no tropezará si no es sostenida por alguien fuerte, pero hasta un individuo de considerable fortaleza se expondrá a caer, si camina a solas por una senda irregular.”
"No hay alegría auténtica cuando uno vive encerrado en su pequeño caparazón. Cuando uno da un paso para acercarse a la gente, cuando uno se encuentra con otros y comparte ideas y pesares, verá que surge infinita compasión y sabiduría desde el fondo de su corazón. La vida se transforma."
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