Estamos tan aconstumbrados a permenaner en la superficie de las cosas, que nos resulta complejo comprender la importancia del pensamiento, pues este nos ofrece posibilidades que otras actividades no pueden proporcionarnos
CUERPO, MENTE, ESPíRITU
Estamos tan aconstumbrados a permenaner en la superficie de las cosas, que nos resulta complejo comprender la importancia del pensamiento, pues este nos ofrece posibilidades que otras actividades no pueden proporcionarnos.Para obetner una cierta cantidad de mental se precisan toneladas de mineral. Para obtener algunos litros de esencia de rosas hacen falta miles de pétalos. Esto nos ayuda a comprender que para obtener un poco de lo más precidado, necesitamos gran cantidad de material, de este resultado extraemos la quinta esencia de cada cosa.
Es, pues, impotante trabajar con el pensamiento para orientar nuestra energía, y dirigirla hacia las regiones que necesitamos. Ya que lo que nos colma, no es la cantidad, sino la cualidad o la quinta esencia de cualquier cosa. Es decir, dar un sentido. Este sentido de las cosas es lo que nos alimenta o enriquece. Cuando alcanzamos el sentido de lo que realizamos se posee la plenitud.Cuando conseguimos encontrar la quinta esencia de nuestra vida todo cobra más sentido, es la recompensa del trabajo interior paciente, que el hombre ha decidido hacer sobre sí mismo. Así adquiere cierto grado de conciencia, de conocimiento, de comprensión, tomando otra dimensión, y una nueva intensidad sobre los acontecimientos de nuestra vida, para poder caminar en un espacio ilimitado.Cuando reconocemos la importancia del pensamiento, y como puede también guiarnos, podemos adentranos en el trabajo con el centro Hara.
EL CENTRO HARA
Los japoneses llaman al centro que está situado cuatro centimetros más debajo del ombligo el Hara, que significa vientre en japonés. Para estos sabios japoneses, este centro es la fuente de la vida, del equilibrio. Muchas de nuestra patologías se deben a que hemos roto el equlibro y giramos en torno al cerebro, como si fuese nuestro centro, cuando no es más que una periferia. Solemos considerar que nuestro centro está situado en la parte superior, nuestro espíritu o yo superior. Por ello, es preciso, guiados por profesionales, ayudarnos en las técnicas de respiración y meditación para poder acceder al subconsiente o a nuestra entrañas.
El alquimista Basilio Valentín en su libro Las doce llaves invita a desdencer al centro de la tierra para encontrar allí la piedra filosofal, viajar a nuestra propio cuerpo físico, a nuestra entrañas, para encontrar lo más preciado.Nuestra mente analiza, divide y disgrega. El vientre es la región donde se forma los seres, es pues algo sagrado. No sólo es de donde viene la vida, sino de donde nosotros, a través del cordón umbilical, extraemos la fuerza y los alimentos, representando nuestras raíces.
Por ello, cuando hemos trabajado con el mundo de la conciencia, de la claridad, esta preperación nos ayuda a descender sin peligro a la profundidad de nuestro ser. Por lo tanto, lo que está arriba también está abajo, explorando lo que está arriba, para después con solidez, descender al abismo. Así como en la naturaleza, las más grandes riquezas están bajo tierra: el oro, las piedras preciosas, metales, carbón, petróleo, etc.
Trabajando con el mundo superior para después afrontar nuestra oscuridad. Para trabajar con el subconsiente es preciso un programa, purificarse, reforzarse para con solidez adentrarnos en nuestro subconsciente, que también está conectado con la supraconsciencia.
Autor: Ana González