El amor propio es un foco de vibraciones negativas que se forman en el alma humana al transformar – de positivo a negativo – el verdadero amor en amor a sí mismo.
El amor debe proyectarse hacia todos y hacia todo, y cuando el amor no se irradia ni se proyecta sino que se retiene para sí, cuando el ser se ama solo a si mismo, trasforma el amor convirtiéndolo en amor propio.
Podríamos considerar el amor propio como el punto central de una rueda cuyos múltiples rayos serían; odio, fanatismo, vanidad, orgullo, envidia, egoísmo, desamor, ambición, celos, y que, al girar lleva el alma de los seres por los senderos más tortuosos y desviados.
Cuando el celoso siente afecto hacia otro ser, considera que esa persona tiene el deber de corresponderle y, a su vez él o ella se siente con derecho a exigirle esa reciprocidad.
No debemos olvidar que, con la vida Dios ha otorgado a todos y cada uno de los seres humanos Libre Albedrío; en consecuencia todos y cada uno de nosotros somos dueños absolutos de nuestros pensamientos y sentimientos.
Por lo tanto nadie puede tener derecho a poseer los sentimientos de otra persona, ni aún tratándose de personas unidas por lazos familiares o de amistad, pues no existe lazo alguno que pueda otorgar derecho a la posesión del pensamiento o sentimiento de otro ser.
El amor humano es verdadero sólo cuando se obtiene libremente y se prodiga sin esperar reciprocidad ni sentirse con derechos adquiridos; cuando no exige ni espera absolutamente nada como retribución.
El amor que exige o desea alguna retribución no es amor verdadero, es solamente proyección – hacia otra persona – del amor que él o ella se profesa a sí mismo, lo cual le da la sensación de tener derecho a exigir de ella la reciprocidad.
Cuando el amor propio se manifiesta bajo el aspecto de celos, perturba tan intensamente al ser que impide a la mente discernir, a la par que cierra el alma a todo lo que no sea satisfacer su propio amor “herido”, impulsándolo a los pensamientos, sentimientos y acción mas negativos.
El ser que vibre negativamente, por Ley de Afinidad atrae otras vibraciones negativas que también influyen en su ente y en su alma, intensificando sus molestar.
Una persona dominada por los celos es una persona realmente enferma que evidencia desequilibrio en su mente y en sus actos y que en ocasiones, puede originar las mas graves hechos.
Debemos analizarnos permanentemente, cuidándonos de no adquirir esa peligrosa enfermedad del alma. Para poder evitarla es necesario pensar, sentir y obrar siempre de acuerdo con la Divina Ley del Amor, fuente inagotable de paz y felicidad para quien ama y para aquellos que son amados.
Todos los que amamos, en algún momento, nos hemos visto atrapados en este tipo de manifestaciones, como actores y/o como víctimas, en la pareja o en otros vínculos fraternos. Si aún hoy sigues atravesando ese malestar quizás sea hora de comenzar a observarte en cada situación. Probablemente sea bueno empezar a ser, pensar y actuar acorde a lo que tu Esencia, que es el Amor Divino, te reclama reflejes a tu entorno para ser feliz.
Desde el Amor y el Servicio del Amor
Refleja por Marcela Perolín (derechos reservados)