La mayoría de lo que hacemos en la vida es producto de nuestros hábitos. Hacemos las mismas cosas que hicimos ayer, el día anterior y cada día del último mes. Esto significa que de los miles de actos realizados, nuestro cerebro sólo procesa CONSCIENTEMENTE una minúscula parte. Los hábitos, buenos o malos, nos hacen tal como somos. Si supiéramos cómo cambiar un hábito por otro, entonces un pequeño esfuerzo podría crear grandes cambios. La clave es tener control sobre los hábitos.
Lo bueno, entonces, es que, si bien hemos enseñado a nuestro SUBCONSCIENTE ciertos malos hábitos o acciones, también le podemos enseñar mejores hábitos.
Hay una buena noticia para aquellos que dicen que una persona nunca cambia: ¡NO ES VERDAD! CUALQUIER HÁBITO SE PUEDE CAMBIAR, se puede mejorar. No importa lo difícil o malo que sea mientras se quiera extirparlos. Es posible eliminar malos hábitos y sustituirlos por otros más positivos y beneficiosos.
Pero el cambio es trabajo duro y no hay ningún atajo para llevarlo a cabo. Los pasos que necesitamos tomar, sin embargo, pueden ser planificados claramente. La base del secreto de un cambio en los hábitos, es llevar la ACCIÓN de vuelta al reino de la CONCIENCIA para hacer buenas elecciones y usar algunas técnicas apropiadas de apoyo.
¿QUÉ ES MAL HÁBITO?
Un mal hábito es cualquier acción INDESEABLE que llevamos a cabo tan a menudo que llega hacer casi una respuesta involuntaria.
LISTA DE MALOS HÁBITOS
Malos hábitos comunes
Echarles la culpa a otros
Más bien, presta atención a lo que eres capaz de lograr y no al engaño de que no puedes por "culpa de esto o de aquello".
Soluciones temporales
No des soluciones temporales o indebidas a los problemas sin medir las consecuencias futuras. De lo contrario terminarás con problemas mayores como falta de dinero, relaciones sentimentales rotas, enfermos, etc.
Dejar que el miedo decida por nosotros
No perjudiques tu desarrollo personal actuando por miedo. No dejes que el miedo te paralice; es uno de los peores hábitos. La vida es para los valientes y la valentía es un don que todos poseemos. Desarrolla ese don. Aprende a luchar aunque te tiemblen las piernas.
Dejar todo para después
Posponer decisiones o acciones es un hábito muy negativo. Hay cosas que merecen ser ejecutadas en el presente. NO POSPONGAS TU VIDA.
Esperando y esperando
Cuando hay que esperar hay que saberlo hacer con paciencia y sin desesperación; pero tampoco no hagas de tu vida una constante espera. No hagas que el tiempo haga las cosas por ti. Empieza a construir tu propia vida. Para que tengas oportunidades tienes que moverte, marchar, impulsarte y arriesgarte inteligentemente.
Pereza
Es verdad que todos poseemos diferentes niveles de energía y vitalidad, y es verdad también que la vida no es solo trabajar o estudiar; pero muchas veces la pereza y la apatía nos congelan y se vuelven una fuerza terriblemente obscura en el sendero hacia la conquista de lo deseado.
Actuar por impulso
Antes de actuar analiza las consecuencias que traerán tus palabras o tus silencios. Pon en práctica tu sentido común. La ira o la euforia son malas consejeras. Cálmate, razona y entonces resuelve. Recuerda que la mejor decisión es aquella que trae paz a tu espíritu.
Malos hábitos en el trabajo
Trabajar con distracciones.
Contestar al teléfono en cuanto suena, no apagarlo o no utilizar el buzón de voz.
No planificar —o hacer mal— las tareas principales, las tareas secundarias y las tareas periódicas.
Leer el Email a primerísima hora de la mañana y/o hacerlo cada 15 minutos. No saber descansar: ni pausas entre tareas ni descanso rico y variado. Caer en la multitarea.
Exceso de información y/o actividad online (no-profesional)
No tomar vacaciones, etc.
Malos hábitos estéticos
Morderse las uñas: no sólo es un problema estético, sino que puede deformar los dedos y los dientes, además de producir infecciones y cicatrices.
Dormir poco: durante la noche nuestro cuerpo repara los daños sufridos durante el día y recupera energías. El dormir poco repercute en nuestra piel, que lucirá apagada y cansada. Se suele afirmar que es necesario dormir 8 horas cada noche, pero será tu propio cuerpo el que dirá cuánto requiere: escúchalo.
No hacer ejercicio: no hace falta ir al gimnasio o matarse haciendo ejercicios para mantenernos en buena forma. Basta con bajarse del micro una cuadra antes de la que nos toca, por ejemplo o subir andando las escaleras de nuestro edificio. Así caminaremos más.
Mantener una buena postura: con las prisas y todo el trajín diario, muchas veces uno encuentra que está encorvado, ya sea sentado o de pie. Una buena postura facilita la respiración y la digestión, y mantiene nuestra musculatura abdominal en forma. Además, fortalece la autoestima y hace que la ropa nos quede mucho mejor.
Tocarme la cara: acá se juntan varios vicios, como el apoyar la cara en las manos, el rascar los granitos que todavía salen, lo que agrava el problema porque los dedos contienen suciedad que puede aumentar la infección o producir más granos.
Usar zapatos ajustados y con poca ventilación. Lo cual produce callos y otras enfermedades que afean tus pies, etc.
Otros malos hábitos
Fumar
Pedir dinero prestado
Postergación de las tareas
Exceso en las comidas o adicción a las comidas
Compras compulsivas
Exceso en el consumo de alcohol o café
Meterse el dedo a la nariz
Jalarse y retorcerse el cabello
Apuestas
Hacer sonar los nudillos
Adicción a las drogas
Trabajar en pijama cuando tu actividad es en casa.
Alimentarse mal
Chismear todo el tiempo
Ser perfeccionista
Llegar siempre tarde
Escuchar música a todo volumen
Ser esclavo de los videojuegos
Comer todo el tiempo, etc.
CAUSAS
Una de las causas es la imitación. Las personas, principalmente los niños, aprenden imitando. En casa, se imita a los padres y/o hermanos. En la escuela, a los compañeros. Muchas veces si alguien convive con alguien que guiña los ojos o carraspea a menudo, es probable que con el tiempo llegue a imitarlo e inconscientemente se inicia un hábito. Lo mismo ocurre si los padres de un menor están diciendo palabrotas todo el día.
Otra vía de adquisición de un mal hábito puede tratarse de señales que una persona emite cuando no encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa. Acaba comunicándose a través de alguna mala costumbre. Puede ocurrir entre los adolescentes que no encuentran diálogo en la familia, o no son entendidos por sus padres. Acaban adquiriendo un mal hábito PARA LLAMARLES LA ATENCIÓN. Es probable que, en estos casos, el chico se desahogue en una mala acción que se convertirá, en muchos casos y con el tiempo, en un mal hábito.
Muchos de los hábitos están relacionados con el estrés. De manera que se tiene que hacer algo para controlar el estrés. Estos hábitos, además de no ser placenteros, no se ven bien. Estamos hablando de comernos las uñas, mordernos los labios constantemente, mover la rodilla, tocarse la nariz y otros más.
Cuando las personas están bajo ESTRÉS CRÓNICO tienden a fumar, beber, usar drogas y comer en exceso para lidiar con el estrés. Estos comportamientos activan una cascada de acontecimientos biológicos que ayuda a prevenir la depresión pero también contribuyen a una cantidad de problemas físicos SERIOS que, eventualmente, llevan a una muerte temprana.
Un conjunto de razones concretas por la que los humanos se MANTIENEN en sus malos hábitos pueden ser:
Desafío humano innato.
Necesidad de aceptación social: fumamos o bebemos para ser aceptados.
Incapacidad de entender verdaderamente la naturaleza del riesgo.
Punto de vista individualista del mundo y la habilidad de buscar excusas para los hábitos no saludables.
Predisposición hereditaria a la adicción.
Falta de conocimiento sobre las consecuencias del seguimiento de dichos hábitos, etc.
Por último hablemos del tiempo y los modelos culturales. La gente no cambia su comportamiento porque tiende a vivir para el presente–no para el largo plazo. Los “malos” hábitos también dependen en gran parte de los patrones culturales y de las tradiciones que la familia transmita a su descendencia. En algunos lugares es bien visto eructar después de las comidas; pero en otros lugares es un hábito terrible.
Por ejemplo, desde el nacimiento de los hijos se da inicio a un proceso de enseñanza y aprendizaje, involuntario e inconsciente, centrado en la alimentación familiar. Así, la mesa familiar y el acto de comer se convierte en el centro de una sucesión de ejemplos que los padres y otros adultos le dan a los niños, llevándolos a definir sus preferencias y rechazos, su favoritismo ante las comidas y las determinadas formas de preparar los alimentos y, muy especialmente, a conocer el tamaño adecuado de las raciones. Muchos comen en exceso.
Además, en muchas familias se establece una relación muy estrecha entre el afecto y el cariño de los padres, especialmente de las madres, y la forma de servir la mesa como expresión de ese cariño. Se llega a pensar que mientras más voluminosa la comida, más afecto.
Por otro lado, muchas personas llegan a relacionar tanto el afecto con la comida que, cuando sienten alguna emoción fuerte (rabia, miedo, tristeza), comen sin control, e incluso algunas llegan a hacer de esto un hábito y comen cuando se sienten solas, frustradas o están frente a alguna situación que les genera ansiedad, como el nacimiento de un nuevo hijo, un cambio de trabajo o la mudanza a otra ciudad. De manera inconsciente, y para aliviar estos sentimientos negativos, comen más porque sienten un “afecto” que falsamente ayuda a eliminar un sentimiento negativo.
Para terminar, recordemos que en muchas de las sociedades modernas, la comida es la mejor manera de cerrar un negocio o celebrar un evento especial. Son esos aprendizajes sociales los que recoge el individuo y que, a medida que pasa el tiempo, lo llevan a desarrollar su obesidad.
CONSECUENCIAS
De los malos hábitos se puede decir infinidad de cosas, pero posiblemente la más importante es la siguiente: los malos hábitos TE IMPIDEN SER MEJOR.
Los malos hábitos te limitan, te lastran, te frenan, y te hacen vivir a medias. Eres menos de lo que podrías ser, das menos de lo que podrías dar, vives menos de lo que podrías vivir. Ésa es una buena razón para animarte a mejorar sus hábitos.
Por ejemplo, los videojuegos pueden consumir demasiado de tu tiempo valioso. Algunos juegos pueden producir síntomas parecidos a los del estrés. Los chicos pequeños son más vulnerables porque les resulta más difícil distinguir entre lo real y lo ficticio.
En cuanto a la salud física, las personas con malos hábitos en el comer tienen tres veces más posibilidades de morir como consecuencia de enfermedades del corazón o cáncer. Hablando de cáncer, los malos hábitos estresantes facilitan la diseminación del cáncer porque el sistema inmunológico se debilita.
La combinación de varios hábitos o costumbres como beber en exceso, no realizar ningún tipo de ejercicio, llevar una dieta poco saludable y fumar puede contribuir al envejecimiento y deterioro precoz de las arteriascomo consecuencia de la acumulación de placas de colesterol, y consecuentemente, incrementar el riesgo de fallecimiento.
El comer en exceso produce problemas cardiovasculares y respiratorios, insuficiencia renal o hepática. En realidad no existen los gorditos sanos.
Además, al verte gordo sufres decomplejos psicológicos, baja autoestima y depresión, por las burlas, rechazos e incomodidades que ocasiona el sobrepeso. Otro problema es el acné por exceso de grasas.
En las discotecas y los conciertos de rock el sonido supera a veces los 100 decibeles, por el mal hábito que tienen los jóvenes de oír música a todo volumen. Cuanto más tiempo se escucha música fuerte, más daño causa.
El exceso de bebidas alcohólicas o con cafeína puede conducir a la adicción y al deterioro de la salud. Además, el alcohol y gaseosas contienen muchas calorías que acentúan el sobrepeso.
CÓMO ROMPER LOS MALOS HÁBITOS
Para empezar, diremos que el mejor incentivo para cambiar es visualizar las CONSECUENCIAS de lo que haces. AUTO-EXAMINARTE es la clave para superar tus acciones negativas.
¿Por qué es que a pesar de miles de propósitos para dejar de fumar y perder peso y ser más positivos, volvemos a nuestros hábitos anteriores. Parte de la explicación es una falta de preparación y auto-examinación. Si no sabes POR QUÉ tienes malos hábitos, ¿cómo sabrás con cuáles hábitos buenos reemplazarlos?
Si no entiendes plenamente las consecuencias de lo que haces, no tendrás mucho incentivo para cambiar.
Entonces esto es lo que tienes que hacer:
Identifica la causa inmediata: El primer paso en el rompimiento de un mal hábito es darse cuenta de por qué dicho hábito es tan poderoso. Si tu mal hábito es gritar a sus niños, la causa puede ser porque te sientes un poco mejor por el momento. Si tienes el mal hábito de dejar los platos sin lavar, la causa es que así podrás dedicar más tiempo a internet.
En realidad, tú NO comes demás, fumas o realizas cualquier otro mal hábito todo el tiempo. En determinado momento ALGO tiene que impulsarte para hacerlo automáticamente. La próxima vez que sientas la urgencia de hacerlo, tómate una pausa y sé consciente de cuándo y cómo el estímulo aparece. ¿QUÉ es lo que te hace coger un cigarrillo, o cualquiera tu adicción es?
Date cuenta del costo de tu mal hábito: Esto significa darte cuenta de la desventaja de tu mal hábito. Por ejemplo, si gritas a tus niños puedes dejar a todos con un sentimiento de tensión y echas a perder la autoestima de tus niños. Si dejas los platos sucios tu cocina se convierte en un lugar con desorden y mal olor.
Haz una elección consciente: Esto ya no es un acto involuntario como todo hábito. Al hacer una elección consciente, seguro elegirás lo que valoras más: Lo Mejor. Por ejemplo, ¿Valora más el alivio que consigues gritando a tus niños o valoras más el bienestar emocional de ellos? ¿Valoras más tener más horas de internet o tener un lugar placentero para vivir? Estoy seguro que elegirás lo mejor.
Sustituyendo malos hábitos por mejores hábitos: Por ejemplo, en lugar de gritar a tus niños podrías decidir mejor dar una caminata o una carrera cada vez que te estás sintiendo tenso. En lugar de permitir que los platos sucios se amontonen, puedes usar platos de papel cuando comes solo. Así podrás tener más horas de internet. Usa tu cerebro. Encuentra alternativas mejores.
Un hábito por cada 30 días: Cambiar un hábito requiere cierto tiempo. Enfócate en el cambio de un mal hábito durante 30 días. Ese tiempo es suficiente para condicionarte a ti mismo. Así programarás tu mente para realizar mejores acciones automáticamente.
Usa un activador: Un activador es un ritual corto que llevas a cabo antes de un hábito nuevo. Por ejemplo, si deseas despertar más temprano, entonces SALTA de la cama tan pronto como oigas el sonido de tu alarma. Esto puede parecer cómico; pero funciona. Si quieres dejar de fumar, haz sonar sus dedos cada vez que sientes la urgencia de un cigarrillo; esto te hará recordar tu promesa de dejar el cigarrillo. Un activador, pues, ayuda a condicionar un nuevo hábito más consistentemente.
Reemplaza las necesidades perdidas: No puede simplemente remover tus malos hábitos y quedarte con las ganas. Hay que reemplazar las necesidades por otras mejores. Si decides dejar la televisión, entonces encuentra una manera nueva y divertida de relajarte, socializar o conseguir información.
Un hábito a la vez: No trates de cambiar varios hábitos a la vez. Con el cambio de un solo hábito puedes enfocarte en hacerlo realmente realidad. Enfrentar más de un hábito a menudo significa nada.
Involucra cierto placer: Si tu cambio de hábito crea más dolor en tu vida que placer, va a ser difícil que pegue. Entonces, no realices actividades que odias. Trata de encontrar dietas, ejercicios, planes financieros y rutinas de trabajo que sean entretenidos de seguir y que estimulen.
Usa la palabra “pero” para matar los malos pensamientos: Siempre que te encuentres pensando negativamente acerca de ti mismo, usa la palabra “PERO” y apunta a aspectos positivos. Por ejemplo: “Soy” perezoso en este empleo – PERO – si me mantengo en él probablemente puedo mejorar.”
Escribe alguna frase corta sobre tu cambio de hábito: No dejes su compromiso de cambiar de hábito en tu cerebro. Escríbelo en un papel. Esto hace dos cosas: Primero, crea claridad mediante la definición en términos específicos de lo que significa tu cambio. Segundo, te mantiene comprometido; porque si bien es cierto que es fácil apartar un pensamiento, también es cierto que es más difícil despreciar una PROMESA ESCRITA en frente de ti.
Busca eficacia: Da a una persona algo de valor con la condición de retornártelo sólo cuando hayas completado 30 días sin falla. Haz un compromiso público ante todos los que conoces acerca de lo que te propones cumplir. Ofrécete tú mismo una recompensa si duras un mes en tu intento. Cualquier cosa para darte ese empuje extra.
Experimenta: No puedes saber si el abandono de un mal hábito y la adquisición de un hábito diferente funcionarán hasta que lo pruebes. Prueba con nuevos hábitos esenciales hasta que encuentres los que vayan contigo. No trates de seguir hábitos porque deberías; sino porque los haz probado y ellos funcionan en tu vida.
Ve el beneficio de liberarte de tu hábito: Por ejemplo, ¿Qué clase de imagen ves si no tuvieras el hábito nunca más?¿Cómo te sentirías cuando cambies tu comportamiento adictivo?¿Qué clase de mejora en tu conducta puedes ver si cambiaras?
Repite ver tu nueva imagen positiva que te llena de poder: Haz un esfuerzo consciente para ver tu nueva imagen cada vez que tengas ganas de repetir tu viejo hábito. De esta forma estarás diciendo a tu mente subconsciente que cancele el viejo modelo de pensamiento y substituirlo con la persona que te gustaría ser.
En el caso de los malos hábitos una de las formas más efectivas de vencerlos es desarrollando la cualidad opuesta. Por ejemplo, si perdemos enseguida la paciencia y queremos erradicar este mal hábito tenemos que entrenar su contrario, la paciencia. Cada vez que veamos que estemos apunto de perderla tenemos que repetirnos a nosotros mismos: “Tengo una paciencia infinita, no la voy a perder con algo tan insignificante como esto.”
El método es así de simple; lo verdaderamente complicado es seguir repitiéndonos eso el día siguiente. Para evitar que nuestras buenas y sinceras intenciones se queden en el aire tenemos que usar las siguientes TÉCNICAS DE ACOSO Y DEMOLICIÓN con nuestra propia mente:
Notas adhesivas: Escribimos una palabra o algo que nos recuerde nuestro objetivo y cada vez que lo veamos, aunque sea de perfil o de pasada traeremos a la memoria nuestro objetivo. Es mejor no abusar de las notas adhesivas ya que si nos acostumbramos a verlos en todas partes nuestra mente los empezará a ignorar. Es mejor ponerlos en sitios donde llamen la atención, por ejemplo el centro del espejo del baño, en la puerta de la nevera o encima de la mesa (si somos ordenados y no hay nada más).
Diario personal: Es muy buena costumbre llevar un diario en el que al final del día anotemos si hemos recordado o no nuestro objetivo. Cuando al cabo del día veas que se te había olvidado completamente harás renovados esfuerzos al día siguiente para no olvidarlo. Si un diario requiere demasiado tiempo, una tabla con los días del mes será suficiente: cada día marcamos, por ejemplo, con una carita triste “x(” los días que nos hemos olvidado y con una sonrisa “
” los días que nos hemos acordado.
Visualizaciones: Las visualizaciones son una herramienta muy potente. Por ejemplo, hacer visualizaciones en las que nos observemos poseyendo una increíble paciencia, hará que en poco tiempo perdamos el mal hábito de perder la paciencia enseguida.
Tomárselo como algo personal: Una forma especialmente útil y convincente para aquellos que sean combativos o competitivos, es tomarse el superar ese hábito como un reto personal. Por ejemplo, si nos imaginamos que alguien que nos cae muy mal o que nos saca de nuestras casillas nos dice que no somos capaces de superar la poca paciencia, la próxima vez que la vayamos a perder nos acordaremos de él y nos resultará extremadamente gratificante el NO perder la paciencia entonces, y decirle mentalmente: “¿Qué? ¿Cómo decías? Me parece que no te he oído bien.”
CONCLUSIONES
Casi todo lo que hacemos lo hacemos automáticamente y sin la participación de nuestra consciencia directa. A veces es necesario que alguien nos señale cuáles de nuestros hábitos son indeseables, pues estamos muy acostumbrados a nuestra propia conducta.
Dependiendo del lugar y tiempo en que nos encontremos, podemos considerar ciertos actos como aceptables o inaceptables (malos hábitos).
Para evitar los malos hábitos podemos empezar desde la formación del niño en el hogar. Los casos difíciles de cambio de hábitos pueden ser tratados mediante un especialista tal como un psicólogo.
Los malos hábitos pueden impedir la aceptación de un individuo en un grupo social donde predomina la corrección y el buen gusto; o pueden causar perjuicios en el organismo, tal como adicción u obesidad por exceso de alimentación.
Para eliminar un mal hábito el paso esencial es AUTO-EXAMINARSE. Hay que averiguar la CAUSA del mal hábito, VISUALIZAR las CONSECUENCIAS del mismo, y planificar un procedimiento con técnicas altamente eficaces para substituir tu mal hábito por uno mejor.
Los medios físicos y sociales pueden ser grandes estímulos para adquirir malos hábitos. Por esa razón, por ejemplo, los que miran la televisión todo el tiempo podrían pegarse a la TV porque los demás hacen lo mismo.
Equivocadamente, la mayoría de nosotros hacemos alarde de nuestro estrés adquirido muchas veces por malos hábitos. Lo consideramos como un signo de éxito. En realidad, el estrés perjudica nuestro cuerpo y daña nuestras relaciones familiares. Por eso, es mejor planificar nuestra vida para evitar el estrés perjudicial en lo posible.
Estamos llamados a hacer una elección, buena o mala, acerca de continuar con nuestros MALOS HÁBITOS. ¿Qué elección haremos? ¿La que nos haga sentirnos mal acerca de nosotros mismos o la que nos hará sentirnos bien? DEPENDE DE NOSOTROS.
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