La mente cree tener todas las respuestas, el ego nos persuadirá para que pensemos o actuemos de acuerdo a su conveniencia. Por lo general, el origen de esas directrices yace en el inconsciente y siempre responden a matrices aprendidas en la infancia y en el vientre de nuestra madre.
Si aprendimos a escondernos para defendernos del dolor, lo vamos a seguir haciendo durante toda la vida, sin darnos cuenta. Si nos hacemos conscientes para no “repetir” dolorosamente éste proceder, nuestra conducta cambiara, se abrirán otros caminos y llegaran nuevas circunstancias a nuestra vida.
Una persona que aprendió a no valorarse y amarse, muy probablemente atraerá a su vida personas que no la valoren ni la amen. Esto no es obra de la casualidad, tiene que ver con esa inteligencia universal que trae a nosotros aquello que debemos cambiar no en el otro, sino en nuestro interior.
El destino nos pondrá por delante las situaciones, las personas, y todo aquello que sea necesario para que el único camino a transitar para evolucionar sea el de ser “conscientes”.
Claudia Chirino
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