El verdadero propósito de la pareja ni siquiera es “estar juntos”, sino “crear juntos”. Una pareja que no crea va en contra del impulso del Universo.
Más importante que él o ella, la verdadera atención debería centrarse en nosotros mismos al momento de entrar en una relación. ¿Quién es él/la que está entrando en esta relación? ¿Estoy satisfecho conmigo mismo? ¿Puedo tolerar, o mejor aún, disfrutar, mi propia compañía?
El hombre o mujer con quien formamos pareja no tiene el deber de amarnos, ni de sanarnos. No se puede entrar en una relación para sentirnos realizados, ni completos. Una relación que tiene como principio ser un paliativo para la propia soledad, frustración o desamor está condenada al fracaso.
Una persona que persigue al amor de su vida creyendo que este le dará lo que no puede darse a si mismo/a va derecho a una fatal decepción. Nadie puede darte lo que no te das a ti mismo/a. Quien ve en su pareja su escape, o un terapeuta, poco a poco se condena al agotamiento, ya que no “consigue lo que quiere” de su ser amado.
El verdadero propósito de la pareja ni siquiera es “estar juntos”, sino “crear juntos”. Una pareja que no crea va en contra del impulso del Universo. Una pareja es creadora de vida, actos, obras. Pueden ser hijos, cuentos, libros, cuadros, poesía, canciones, empresas, negocios.
En conjunto somos distintos. En una pareja son 3: Tú, Yo, y la Relación. La relación se convierte en un ser por sí misma. Un ser que no tiene porque invadir los caminos y mundos propios de cada individuo que la integra. Una pareja sana respeta mutuamente el espacio del otro. Mi espacio interior es sagrado, tan sagrado como el tuyo.
Yo Soy, satisfecho conmigo mismo, Tu Eres, satisfecha contigo misma. En la medida que esto sea así, creemos juntos.
Nicolas Tamayo
http://www.animalespiritual.com/amores-que-crean-amores-sanos/