por PALOMA CORREDOR
La mente suele estar enredada en una charla consigo misma sobre acontecimientos que fueron o que serán. Pero la vida transcurre aquí y ahora. Si te sientes ansiosa es porque centras tu atención en el futuro, y si sufres melancolía, estás analizando el pasado. En el aquí y ahora, sin embargo, sientes paz. ¿Cómo potenciar esa sensación?
Obsérvate. La mente se deja llevar por patrones de pensamiento y creencias muy arraigados. La próxima vez que te metas en una de esas “espirales”, procura observarte a ti misma desde fuera, como si estuvieras viendo una película. Si no te identificas con tu propia cháchara mental, te conviertes en testigo de tus pensamientos. Y, aunque dure solo unos segundos, te darás cuenta de que no tienes por qué dejarte arrastrar más por ellos.
Ya lo pensarás. Si tu atención suele estar puesta en el futuro, proponte no alimentar los pensamientos catastrofistas (¿cómo puedes saber lo que va a ocurrir?). Apunta las cosas por hacer en lugar de dar vueltas en la cama pensando en ellas, planifica para tener más tiempo libre cuando la agenda te ahogue... En definitiva, aprende a sacar de tu cabeza aquello que te produce estrés y te acaba sacando del aquí y ahora.
Sin mirar atrás. El pasado puede convertirse en un agujero negro por el que se escapa tu energía. Aprende a distinguir si pensar en algo que ya sucedió te hace bien o no. Por ejemplo, si sientes que hay algún asunto no resuelto que te ata al pasado podría ayudarte acudir a una terapia. Ten presente que cultivar la nostalgia o perder tu tiempo en lamentaciones son excusas para no seguir avanzando.
No a la rutina. Es la enemiga del presente. Nos adormece y nos pone en “modo automático”. Busca la forma de introducir cambios, aunque sea en cosas tan pequeñas como cambiar los muebles de sitio, probar recetas nuevas o dejar de ir de vacaciones siempre al mismo sitio. La incertidumbre es el combustible que agudiza los sentidos y permite que la mente esté más presente, despierta y activa.
Relax. La clave para vivir en el ahora está en no engancharse de los pensamientos, que siempre están en otro sitio. Para lograrlo, recurre a una actividad que te relaje. Intenta ser como los niños y vive a tope cada instante. También te ayudará prestar atención a tu cuerpo, vuelve a conectarte con él, a sentirlo. Piensa, ¿estás tensa o relajada? ¿Te duele algo? ¿Por qué? Por ejemplo, si te arde el estómago, reflexiona sobre si estás pensando en algo que te hace sentir nerviosa.
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