Qué hermoso es hablar con gente sencilla. Gente que no malinterpreta, siempre buscando la punta a todas las cosas. Gente que sonríe sin miedo y te da la mano sin condiciones.
Qué hermoso es hablar con gente que no saca pecho en cada conversación. Gente que no hable tanto de sus méritos y de su posición social. Gente que no se cree superior a ti, que te respete sin conocerte de nada. Normalmente, con la gente común no pasa así… con ellos el respeto te lo tienes que ganar.
Qué hermoso es reír con alguien que no intentará engañarte para sacar un beneficio. Gente que no oculta nada… Gente que te saluda con una mano sin tener un puñal en la otra. Gente que no se dedica a criticarte, sino a disfrutar de tu presencia. Gente que saben saborear los buenos momentos de la vida.
No quiero a mi lado a personas “sabelotodo” que no saben escuchar. Personas que se creen “algo” por tener una buena posición social. Gente que analiza cada una de tus palabras y cada uno de tus gestos para desvalorizarte.
Permítanme quedarme con la gente simple y llana. Gente sin egos hinchados y si caretas elaboradas… Las falsas sonrisas ya no me hacen sonreír.
Por eso te recomiendo, para tu propio auto-crecimiento, que te rodees de gente sencilla… porque serán los que te ayuden en tu camino. Porque serán, en definitiva, los que te ayuden a eliminar las piedras del camino.
JORGE ÁLVAREZ CAMACHO
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