Vivimos la vida permanentemente relacionándonos unos con otros y en este mundo de vínculos muchas veces “no nos une el amor sino el espanto.” Cada miembro de la relación tendrá “sus razones” para apreciar o para rechazar al otro…
Debido al gran estrés emocional que vive el mundo de hoy, la mayoría de las personas anda por la vida “cargada” de tensiones y sin ser consciente de esto “descarga” su estrés en los demás. Esto nos lleva a agredir y a recibir agresiones de manera continua.
Cuando “momentáneamente” estamos en el grupo de los agresores, se siente ira, rabia, enojo y si no podemos trascender ni remover esta energía hacia afuera, casi sin querer estaremos emitiendo hostilidades de algún tipo a todo nuestro alrededor.
Nadie tiene derecho a recibir la ira que cada uno tiene acumulada. Nadie es el responsable de nuestro enojo, solo nosotros estamos eligiendo continuar albergándolo en nuestro interior. Pero como la ira es solo una energía de la que podemos deshacernos, tenemos una nueva opción para hacer click ahí. (Más adelante veremos cómo).
Cuando estamos “momentáneamente” en el grupo de los agredidos, es común que queramos reaccionar agrediendo también y que en ese momento sintamos en el cuerpo una sensación de calor y de explosión intensa por lo que querremos “devolver” la violencia al otro. Si pudiéramos darnos cuenta de que esa actitud nos pondría al mismo nivel de consciencia de nuestro agresor, pensaríamos dos veces antes de hacerlo. Si entramos en el circuito de agresor-agredido, ya no habrá diferencias entre uno y otro, ambos estaremos perdiendo de antemano la batalla.
Dos personas que discuten queriendo tener a razón, que se agreden físicamente ó que tan solo con la mirada se disparan ”veneno” ya se han puesto en un lugar de igual a igual. El agredido se transforma en el agresor y así sucesivamente. ¿Interminable no? Es así como se vienen sucediendo las guerras entre países, entre familias, entre parejas, entre compañeros de trabajo, entre quienes comparten las redes sociales, etc.
¿Quién querés ser? ¿El que gana la PAZ ó el que gana la GUERRA?
Cada vez que te sientas violentado por alguien que te agrede, no te guardes la bronca, pero tampoco la arrojes sobre el agresor, porque así te estarás transformando en lo mismo que TU agresor. Buscá algún recurso sencillo para sacar afuera tu energía de enojo: salí a correr a un ritmo rápido varias “vueltas a la manzana”, pegale duro a una almohada, bailá agitadamente, gritá fuertemente, respirá, respirá y respirá….pero no te sumes a la ira del otro, no te dejes arrastrar por el odio del otro. No te transformes en EL agresor.
Elegí el amor y no el odio, hacelo por vos.
Hacelo por vos.
Hacelo por vos.
Y así lo estarás haciendo por el planeta también.
ALICIA ORFILA – Consciencia y Salud –
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