Para denominar a las emociones que son “desagradables” al sentir del cuerpo usamos la palabra negativas. Así las diferenciamos de las positivas. Este es un claro modo de juzgarlas, lo que es propio de la mente humana: -“Esto es bueno, esto es malo…”
En verdad todas las emociones son un aspecto natural de nuestra experiencia humana y no son ni buenas ni malas. Simplemente son.
No nos gusta sentir aquellas sensaciones que nos hacen “doler el cuerpo”, porque también tenemos un juicio con ello, como si sentirlas fuese sufrir. Pero en realidad lo que nos hace “sufrir” no es la emoción en sí, sino la historia que cuenta la mente acerca de esa emoción.
Todo esto provoca que generalmente evitemos sentir emociones “negativas”, lo cual es un acto de represión que repercute nocivamente en las células de nuestro cuerpo-mente, pues todas esas toxinas se van acumulando, llenándonos de estrés, preparándonos para la enfermedad.
Podemos entonces tener otra actitud cada vez que sentimos una emoción “negativa”, pudiendo darle una vía de salida, utilizando algún recurso que permita que esta se vaya diluyendo. Y en el caso de que la emoción sea resistente tendremos que aprender a abrazarla como parte nuestra mientras la sigamos sintiendo, en vez de rechazarla ó querer que se vaya urgente.
Las emociones se producen casi inmediatamente después de tener un pensamiento. Con ello, se hace de vital importancia saber a qué pensamiento le prestamos nuestra atención. Si estos, nos hacen sentir mal, la bioquímica del cuerpo-mente será “ácida”, si son emociones que nos hacen sentir bien, circularán líquidos de tipo “alcalino”. Es importante saber que todo medio ácido nos “acerca a la enfermedad”.
Así como supervisamos y cuidamos lo que comemos es importante saber lo que estamos pensando, para verificar qué emociones estamos teniendo y así cuidarnos más integralmente: mente y cuerpo conforman una unidad indivisible.
¿Qué emoción es la que predomina en cada uno de nosotros?
¿Estamos continuamente enojados, a la defensiva? ¿Estamos más bien cabizbajos, entristecidos ó con poca energía? ¿Nos sentimos entusiasmados y agradecidos? ¿Hay aburrimiento e insatisfacción? ¿Nos inundan las dudas, las quejas ó la ansiedad?
Nuestras emociones nos van definiendo y hablan de nosotros, diciendo ¿cómo somos? Las emociones no liberadas son como “heridas” que quedan en el cuerpo, toxinas que evidencian un desequilibrio energético y que pueden ser removidas con diferentes técnicas, pues sino van a continuar apareciendo y re-apareciendo en un continuo ininterrumpido de malestar, que a su vez generará más incomodidad.
Las emociones son la medida de nuestra vibración y es lo que atrae ó repele las personas y las circunstancias que nos rodean.
Es de suma importancia dejar ir primero las emociones “negativas” y cultivar las “positivas” como el agradecimiento, la apreciación, el dar, el amor…
Sugerencias para DARSE CUENTA
Llevá un registro de las emociones diarias, no es necesario que las escribas, pero sí que tomes consciencia cuál fue tu “vibración” en el día de hoy. ¿Qué emociones sentiste hoy?
No te juzgues por lo que sentís ó sentiste.
No perpetúes las emociones “negativas”, pensando todo el tiempo en aquello que justamente no querés.
Date un momento para sentir las “emociones negativas”, y dejalas ir.
Date amor cultivando alguna emoción que te haga sentir feliz, satisfecho, completo, una vez que hayas removido lo que no te hace sentir bien.
ALICIA ORFILA – Consciencia y Salud –
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