¿Necesitamos un SEMÁFORO?
Nuestro día a día transcurre entre múltiples acciones y un innumerable tráfico de pensamientos ya que nunca paramos de pensar, eso es clarísimo para todos. Si bien estamos habituados a esta situación automática de la mente ocupada permanentemente, existe la opción de entrenarnos para tomar distancia de nuestros propios pensamientos.
Si creemos que cada uno de los pensamientos que “nos vienen” son importantes les vamos a prestar atención a todos y en poco tiempo nos sentiremos estresados, poseídos por ellos y “locos” de tanto pensar y pensar. Pero no es así: los pensamientos que “bajan de nuestra mente son automáticos” y no son todos importantes lo cual significa que tenemos la opción de elegir pensarlos ó no.
Un pensamiento no es más que una experiencia que ya pasó ó que puede venir, pero solo es una idea con una carga emocional a quien le podemos dar o no nuestra presencia. Si le damos atención crecerá y si no nos enfocamos en él, haremos que disminuya su importancia. Un pensamiento-emoción no puede derribarnos a menos que lo permitamos, dándole lugar, hablando ó pensando eso.
Preguntas para darnos cuenta:
¿Estás pensando en algo que no te agrada o que te hace sentir mal, y continuás pensándolo?
Te sentís tranquilo y de repente un pensamiento nocivo “te toma” y no podés evitar pensarlo y pensarlo?
¿En qué estás pensando ahora? ¿Sos consciente de que estás pensando cualquier cosa que tu mente te impone?
¿Podrías pensar en aquello que estás haciendo “ahora”, en este momento, siendo vos quien elija donde poner “la cabeza”?
¿Te diste cuenta que además de pensar en algo también sentís ese “algo” que estás pensando?
Los pensamientos pesan si les damos nuestra energía pensándolos, de lo contrario se diluyen, se van, se desdibujan, se alivianan y desaparecen. Un pensamiento es como un pequeño punto en el horizonte que se puede transformar en una “gigante bola” que puede llegar a aplastarnos en pocos minutos si lo miramos fijo llamándolo para que se nos acerque: -se acerca, se mete en tu vida y te aplasta sin más.
Pero así también un pensamiento puede verse lejano y separado de nosotros cuando lo “mantenemos a raya”. Para esto podemos utilizar nuestro semáforo interior, rojo para decirles: “Te estoy viendo, sé que estás ahí pero NO te presto mi atención”, Verde para optar: “Pienso únicamente en lo que estoy haciendo en ESTE MOMENTO. Pensar en “este momento” es dejar el pasado atrás, ya que así no estaremos pensando los pensamientos automáticos y por ende “viejos”.
Siempre tenemos la posibilidad de elegir qué hacer con ellos, si someternos a sus congestionadas autopistas ó utilizar nuestra capacidad de discernimiento. ¿Rojo ó verde?
ALICIA ORFILA – Consciencia y Salud –
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