La humildad es respetar tu Vida y respetar a los demás

Mucha gente vive completamente confundida creyendo que la humildad es dejarse humillar, y tan solo por falta de autoestima que es parte fundamental del Amor, ya que es el único camino que les liberará de la esclavitud del deseo de poseer, del apego, de la obsesión, de la lascivia, de la depravación, de la revancha, de la venganza, de la depredación y de la exterminación.

Todos saben el concepto de lo que es bueno y de lo que es despiadado, y sin embargo se hacen los desentendidos para complacer a las dudas, a los instintos, a los impulsos y a las debilidades.

Como seres evolucionados y civilizados, deben poner total control de su mente y de su cuerpo, ya que tienen un Espíritu de poder, de Amor y dominio propio, que les guía a hacer todo lo bueno, todo lo agradable y todo lo perfecto, porque es necesario que estén interconectados al Amor, a la Verdad, al Perdón y a la Vida; para qué les dé valentía y fortaleza de enfrentarse a estas energías irracionales y nunca más les vuelva a esclavizar ni a dominar ni a controlar.

Ciertamente, si Dios valoriza enormemente la humildad, es porque es algo bueno, y no significa ser humilde no tener auto estima, o no tener ideas de superación, o no amarse a si mismo. Al contrario, la humildad da mucha fuerza, en especial porque ella abre las puertas que Dios nos tiene para vivir en el Reino. “Soy manso y humilde de corazón”.

Pero hay muchos otros mitos que debemos eliminar, ser humilde no es vivir en el pesimismo, tampoco es auto criticarse. En efecto, malo es andar comentando nuestros errores, porque puede ser que lo que busquemos es que otros nos complazcan diciendo que no es para tanto y así se alimente nuestro orgullo. Porque el orgullo va acompañado de soberbia y autosuficiencia que es contraria a la humildad.

Humildad: La virtud moral por la que el hombre reconoce que de si mismo solo tiene la nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y a quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es un valor muy superior. Va tras otros tesoros. No está en competencia. Se ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse al amor y al servicio sin desviarse en juicios que no le pertenecen.

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