Todos nos quejamos de que el tiempo no nos alcanza, de que pasa volando, de que el día debería tener más horas. Pero convengamos en que el tiempo no es elástico, por lo tanto si no podemos aumentarlo es preciso ADMINISTRARLO. Compartimos una serie de técnicas para conseguir diseñar nuestro propio método de control del tiempo:
1. Apunta en qué consume su tiempo. Te sorprenderás de la cantidad de “tiempos muertos”, asuntos inesperados o cuestiones sin tanta importancia que acaparan tu atención.
2. Jerarquiza. Distingue lo que es importante de lo que no lo es, y haz primero lo importante.
3. Concéntrate. Cuando hayas decidido qué hacer ahora, hazlo y olvida todo lo demás.
4. Delega. Rodéate de colaboradores. No vale decir “ellos no lo saben hacer”. Si no saben, enséñales. El tiempo que inviertas en ello será un importante aliado.
5. Aprende a hacer varias tareas a la vez. ¡Sé imaginativo y duplica tus acciones!
6. Aprende a decir “no”. Siempre con una sonrisa, pero no dudes en negarte a asistir a una comida innecesaria, ni pierdas tiempo en reuniones de menor importancia.
7. Planifica tus tareas. Esto es muy importantes. Los minutos que dediques cada día a organizarte te serán muy rentables.
8. Incluye un porcentaje de minutos diarios para perder, pues quieras o no, siempre habrá “fuegos que apagar”, “conversaciones que escuchar”, “llamadas telefónicas ineludibles”…
9. Reserva tiempo para tus relaciones (familiares, personales, amistades). Además de trabajar, ¡debes continuar siendo un ser humano! Así que cultiva el trato con los demás.
10. Cuando todo falle, cuando tu plan se esfume, cuando el trabajo se te acumule, cuando no sepas por dónde empezar, ¡no te angusties! ¡A todos nos pasa! Respira hondo, sonríe, canta una canción, haz algo diferente a lo que normalmente haces. Y hasta quizás resulte más conveniente salir a dar un paseo y templar los ánimos, antes de reiniciar tu tarea. ¡Mantén una buena actitud!
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