Si la vida es un juego, éstas son las reglas

La autora Chérie Carter-Scott escribió un libro en donde imagina y propone las reglas que habría que seguir para jugar y salir ganando en este juego que es la vida…
• Se te presentarán lecciones. La vida es una experiencia constante de aprendizaje, donde cada día se te provee de oportunidades para que aprendas más. Estas lecciones son específicas para ti, y aprenderlas es la llave para descubrir el sentido y la relevancia de tu propia vida.
• No hay errores, sólo lecciones. Tu desarrollo hacia la sabiduría es un proceso de experimentación, ensayo y error, y es inevitable que las cosas no siempre sean como tú quieres. La compasión es el remedio contra el juicio hiriente – hacia ti mismo y hacia los otros. El perdón también es el acto de borrar una deuda emocional. El comportamiento ético, con integridad, con humor – especialmente con la habilidad de reírse de uno mismo y de sus propias equivocaciones – son fundamentales en la perspectiva de que los “errores” son simples lecciones que debemos aprender.
• Cada lección se repetirá hasta que la aprendas. Lo que se manifiesta como un problema, desafío, irritación o frustración es otra lección más, y se repetirá hasta que la veas como tal y la aprendas. Tu propia consciencia y tu habilidad para cambiar son requisitos para ejecutar esta regla. Otra cosa fundamental es la aceptación de que no eres una víctima del destino o las circunstancias, sino que está la “causalidad”: las cosas te pasan por cómo eres y por lo que haces. Culpar a alguien o a algo más por tus infortunios es una manera de escapar y una negación, pero solo tú eres responsable de ti mismo y de lo que te pasa. La paciencia es requerida – el cambio no ocurre del día a la noche, hay que darle tiempo…
• El aprendizaje nunca acaba. Mientras estés vivo siempre habrá lecciones que aprender. Ríndete ante el ritmo de la vida, no luches contra él. Ríndete al proceso constante de aprender y cambiar. Sé lo suficientemente humilde como para aceptar tu propia debilidad, y lo suficientemente flexible como para adaptarte a lo que no estás acostumbrado, porque la rigidez te niega la libertad de las nuevas posibilidades.

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