La confianza es uno de los pilares maestros en los que se asientan las relaciones humanas.
Es evidente que no confiamos en todo el mundo; no todas las personas despiertan en nosotros sentimientos parecidos a la confianza. Cuando confiamos en alguien, abrimos nuestro corazón a esa persona y nos mostramos tal y como somos; esa desnudez, que nos hace sentir vulnerables ante los demás, no resulta un problema cuando estamos con las personas en las que confiamos.
En ocasiones, construimos una imagen poco realista de la persona en quien confiamos, hasta el punto de considerarle perfecto. No existe nadie que pueda asumir esa perfección sin sentirse abrumado por el hecho de no poder cometer errores, ni tampoco comportarse de forma que contradiga ese ideal.
Confiar en esa persona que nos gusta, que nos cae bien, a la que queremos, significa compartir con ella un vínculo que entre los dos cuidamos. Pero ese vínculo puede transformarse, necesita ir cambiando, creciendo, evolucionando. Confiar en esa persona significa también mostrar nuestra “esencia”, hacernos vulnerables, y estar dispuestos a sentir dolor, a sufrir un desengaño. Ese es el verdadero compromiso que surge de la confianza. Si nuestra imagen del otro es realista, será más sencillo perdonar el error, tanto el propio como el ajeno. Generar una imagen realista del otro facilitará que, a pesar del desengaño, pueda construir otros vínculos con otras personas, darme la oportunidad de conocer otras realidades, de abrir las posibilidades y permitir una transformación en mis relaciones.
La ruptura de la confianza supone un cambio drástico en la percepción del otro, aunque dicha percepción vuelve a estar distorsionada: pasamos de creer que es un “santo” a que es un “demonio”, alguien que quiere hacernos daño; es más, alguien que puede hacernos daño, porque conoce nuestra parte más vulnerable. Tenemos miedo al dolor, al sufrimiento, y al vacío de una posible pérdida con la que nos contábamos.
La confianza es un pilar básico en toda relación, pero reclama de nosotros un compromiso: el de estar dispuestos a perder, a soltar.
Con la colaboración del Sr. Jaume Abós ( profesor de bhakti Yoga y Tai-chi )
☼El Rincón del Relax☼ Beatriz