“Por cada minuto que permanezcas enojado, estás renunciando a sesenta segundos de paz mental” Ralph Waldo Emerson
¿Qué es lo que te hace enojar? ¿Qué tan a menudo te enojas? ¿Qué haces cuando estás enojado(a)? ¿Vives enojado(a) todo el tiempo? ¿Eres considerado(a) como una persona enojona? Aunque el enojo es una emoción normal, cuando no es manejado adecuadamente, puede ser muy dañino para tí y para las personas a tu alrededor, por lo cual es importante hacerte consciente de cómo manejas la ira o el enojo.
Es importante que te preguntes cuáles son las razones por las que frecuentemente te enojas. ¿Te enojas cuando alguien te habla en un tono de voz que no te gusta? ¿Cuando debes mucho dinero y no te alcanza lo que tienes para hacerle frente a tus deudas? ¿Cuando el tráfico está muy pesado y vas a llegar tarde a tu trabajo o a una cita? ¿Cuando los demás no se comportan como tú crees que deberían comportarse? ¿O cuando tienes muchas cosas que hacer y no tienes ayuda? Las “razones” para sentir enojo son innumerables.
Aunque el enojo no controlado puede ser muy dañino, cuando se canaliza apropiadamente, puede ser positivo. Entre otras cosas, el enojo nos puede motivar para lograr nuestras metas. Otras veces nos puede alertar sobre algo que está mal y sobre lo cual es necesario hacer algo. Cuando alguien se encuentra en una situación indeseable o injusta, a menudo es el enojo lo que lo hace entrar en acción. Esto puede ser el amor de una madre protegiendo a su hijo, o un amigo defendiendo a otro por una injusticia. Muchos de los cambios sociales más importantes en la historia de la humanidad, han tenido lugar debido al enojo de algunas personas por la manera en que eran las cosas, y a que hicieron algo positivo para cambiarlas. Mucha gente ha sido beneficiada por los actos de aquéllos que experimentaron un gran enojo y decidieron hacer algo positivo para mejorar las cosas.
El enojo tiene muchas caras: frustración, impaciencia, molestia, amargura, llanto, irritabilidad, crítica, berrinches, rabia y aún depresión. A la mayoría de la gente no le gusta hablar sobre el enojo, porque lo considera “malo”. Pero el enojo, por sí mismo, no es algo malo. El no saber manejarlo es lo que puede ser dañino para uno mismo y para los que están a nuestro alrededor.
Hay tres maneras de manejar el enojo, algunas personas son pasivas, y reprimen su enojo, fingiendo que todo está bien. Otras personas son agresivas.: cuando están enojadas, definitivamente te das cuenta, porque gritan, lloran, maldicen, y hasta azotan puertas. ¡Se desquitan con quien pueden! El tercer estilo de manejar el enojo es una combinación pasivo-agresiva. Cuando alguien es pasivo-agresivo con su enojo, aparenta aceptar las cosas como son, pero por detrás busca desquitarse de una manera secreta.
La mejor manera de manejar el enojo es a través de una expresión asertiva, y luego dejarlo ir. ¡Así de simple! Pero antes de que puedas aprender a expresar tu enojo de una manera saludable, y liberarte de sus cadenas, es útil entender la raíz del enojo. Esto requiere detenerse a examinar nuestro enojo antes de reaccionar. Muchas veces nuestro enojo es motivado por nuestra necesidad de controlar todo en nuestra vida. Cuando nuestros hijos no se portan “bien”, cuando nuestro(a) esposo(a) no piensa como nosotro(a)s, cuando las cosas no salen como esperábamos o se salen de nuestro control. Pero el control es sólo una ilusión, porque no podemos controlar a nadie. Sin embargo, lo que sí podemos controlar es nuestra respuesta al enojo.
Otra razón por la que nos enojamos es por nuestros sentimientos de inseguridad. Cuando alguien nos critica, nuestra inseguridad puede hacernos sentir enojado(a)s. Y la razón principal es realmente que no nos sentimos lo suficientemente buenos. En ocasiones las críticas pueden ser válidas y otras veces no, pero la opinión que otra persona tenga sobre nosotro(a)s, no tiene que afectar nuestra propia autoestima, ni mucho menos hacernos enojar.
El enojo también es a menudo causado por el miedo. ¿De que tienes miedo? Reconoce tus miedos y cambia tus pensamientos para erradicarlos. Asegúrate que todo va a estar bien, y que puedes manejar lo que sea que la vida te presente.
La expresión sana del enojo y el estar libre de sus trampas, requiere cambiar tus patrones. Cada vez que te sientas enojado(a), herido(a), impaciente o frustrado(a), analiza qué es lo que lo está causando. ¿Cómo estás manejando tu enojo? ¿Qué lo causó? ¿Es lo que alguien “te está haciendo”, o en realidad es tu percepción de las cosas lo que está causando tu enojo? ¿Vale la pena enojarse? ¿Cómo puedes cambiar tus pensamientos y tu percepción acerca de la situación o la persona? Busca los patrones que se repiten en tu vida. ¿Manejas de igual manera siempre tu enojo? ¿Sobre-reaccionas y hieres a los demás? ¿Te lastimas a tí mismo(a)? ¿Haces o dices cosas de las cuales después te arrepientes? ¿Cuando se te pasa el enojo te sientes avergonzado(a)? ¿Puedes permanecer enojado(a) durante mucho tiempo?
¿Y qué tal aquéllos enojos a los cuales te aferras? Aquéllos enojos provocados por lo que “te hicieron” hace tantos años y que es “imperdonable” y no puedes olvidar. Aquéllos enojos que no puedes dejar ir y que forman parte de tu vida diaria. ¿Te identificas con esta situación? Si es así, pregúntate ahora: “¿Vale la pena vivir con esos enojos?” “¿Me ha servido de algo aferrarme a ellos? ¿Puedo dejarlos ir? ¡Imagínate cómo sería tu vida sin ellos! ¡Sin esa carga tan pesada que has venido cargando durante tantos años! Es posible dejarlos ir. ¡Sólo decide hacerlo ahora!
Ahora que tienes un entendimiento más amplio de tu enojo, puedes hacer diferentes elecciones. Puedes elegir detenerte antes de reaccionar negativamente. Date cuenta de lo que lo está ocasionando. Pregúntate si existe la posibilidad de que puedas ver las cosas desde otra perspectiva. Y puedes elegir una respuesta sana a tu enojo. El enojo, aunque forma parte normal de la vida, no debe lastimar tus relaciones o dañar tu estado de ánimo, ni mucho menos echar a perder tu vida.
Una estrategia simple para manejar el enojo es cambiar tu diálogo interno. Nuestros pensamientos o lo que nos decimos a nosotro(a)s mismo(a)s constantemente, tiene un gran impacto en cómo nos sentimos y en cómo reaccionamos. Si nuestro diálogo interno es negativo, nuestro enojo va a aumentar. Por otra parte, si cambiamos nuestro diálogo interno a algo positivo, la probabilidad es que experimentaremos menos enojo y no nos sentiremos obligados a responder de una manera hostil.
Cuando alguien te “hace enojar”, tienes 2 opciones: puedes responder de una manera agresiva, o tomar un camino más elevado y permanecer calmado y solucionar las cosas de una manera más apropiada. Aunque cabe recordar que nadie nos puede “hacer enojar”. Es nuestra manera de percibir a las personas y a las situaciones lo que nos hace enojarnos, o nuestra incapacidad de aceptar a las cosas y a las personas tal como son. Así es que presta atención a tu diálogo interno y comienza a cambiar tus pensamientos negativos por positivos.
Cuando alguna persona o situación comience a provocar el enojo en tí, relájate, tómalo con calma. Y dí: “Yo elijo la paz en lugar de este sentimiento“. Con ésto evitarás conflictos y consecuencias negativas. Al principio será difícil, pero con el tiempo y con la práctica se convertirá en algo natural en tí.
Así es que la próxima vez que estés enojado(a) y quieras decir o hacer algo de lo que luego seguramente te vas a arrepentir, sólo recuerda que puedes elegir una respuesta diferente, que no tienes que reaccionar como lo has hecho en el pasado. En lugar de culpar a los demás o sentir lástima por tí mismo(a), hazte responsable de tu vida y trabaja para mejorar cómo manejas tu enojo. Recuerda todas las buenas cosas que se pueden lograr cuando el enojo se canaliza adecuadamente.
“Son mucho más dolorosas las consecuencias de la ira, que sus causas” Marcus Aurelius
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