Probablemente tengamos muchos dioses falsos en nuestras vidas: la belleza, el dinero, la comodidad, la aceptación, etc. Todas estas cosas fueron hechas para ser apreciadas, pero nada es más importante que el alma que se te ha entregado. Cualquier cosa que nos haga perder esto de vista es un ídolo falso.
Cuando eliminamos la idolatría de nuestras vidas, eliminamos la separación entre nosotros y la Luz.
Usualmente hay una vasta diferencia entre nuestro Deseo del Momento y el verdadero Deseo del Alma. Saciar nuestro Deseo del Momento –una hora más de sueño en vez de una hora de meditación, ver TV en vez de estudiar, jugar en línea en vez de trabajar– solo nos traerá alivio temporal.
Satisfacer el Deseo del Alma –hacer un esfuerzo extra para estudiar, crecer y compartir– es la manera que podemos ser y hacer todo lo que podamos para revelar la mayor cantidad posible de Luz al mundo. Eso es lo que nos trae dicha duradera.
Cuando somos severos con nosotros mismos es porque olvidamos que no se supone que somos perfectos. Fuimos hechos para volvernos perfectos. Y lo mismo aplica para los otros. Si mantenemos esto en mente no seremos duros con nosotros mismos ni con los demás.
Si quieres subirte en el tren rápido hacia la realización, entonces revisa tu negatividad. No te des golpes a ti mismo. Ni te sumerjas en la oscuridad. Sólo sé consciente.
De lo contrario, estarás tomando el tren local. Y cada parada es caos.
La mayoría de las personas esperan un milagro. Esperan que ocurra un espectáculo sagrado para creer en lo imposible. Esperan ver para creer. Pero es todo lo contrario. Cuando lo crees lo verás.
Tu conciencia crea tu realidad. Tus pensamientos son poderosos. Permítete imaginarte grandes cosas sucediéndote a ti y a aquellos a tu alrededor.
Yehudá Berg