Somos ganadores y, aun cuando las circunstancias nos parecen adversas, no podemos desfallecer. Recordemos que todo pasa, que todo cambia y se transforma gracias al esfuerzo y al compromiso de personas como nosotros. Por el momento, éstas son las cartas que nos han tocado y con ellas tendremos que jugar de la mejor manera posible. No abandones, no te rindas, no pronostiques la catástrofe, no seas portador de malas noticias, continúa dando lo mejor de ti, convirtiéndote en parte activa de la solución y no del problema.
Necesitamos un ser humano íntegro, honesto y trabajador, a pesar de las crisis. Que su mayor gloria no sea haberse quedado atrapado en su fracaso, sino haberse levantado dignamente cada vez que tropezó y se cayó. Una persona que respetemos, que admiremos porque le gana al desaliento y, aun cuando la meta parezca alejarse, no se rinde ante las circunstancias.
Cómo mantenernos siendo ganadores
Mantener una actitud positiva. Una de las diferencias más notables entre una persona perdedora y una ganadora es la actitud. Es importante que tengas pensamientos positivos y optimistas, especialmente si vas a emprender algún reto personal. Recuerda tus logros y apóyate en ellos, para alcanzar metas. Recuerda que cada desventaja tiene su ventaja equivalente, si tienes la calma y te tomas el trabajo de encontrarla.
Saber lo que se desea. Es determinante tener claras nuestras metas para que podamos enfocar y dirigir nuestro esfuerzo a conseguirlas. Cuando sabemos exactamente lo que queremos, podemos comenzar a visualizarlo y a imaginarnos cómo será cuando lo tengamos.
Seguridad en sí mismo. No importa que tan difícil sea la situación en la que te encuentres, podrás salir de ella o de cualquier otra recuperando la fe en ti mismo. Dentro de ti se encuentran las herramientas necesarias para levantarte y volverte triunfador. Cree que puedes… y podrás.
Compromiso de actuar. Una vez tomada la decisión, el próximo paso consiste en asumir el compromiso de hacer cuanto sea necesario para conseguir tu meta. No necesitas que alguien te recuerde tu compromiso y mucho menos tus metas. Conviértete en tu principal motivador y persevera en el esfuerzo hasta el final.
Acepta los retos. Una persona que no se arriesga no pierde… pero tampoco gana. La vida se compone de nuevos comienzos, cada vez que deseas extender tu horizonte y ampliar tu prosperidad tienes que asumir retos. Que no sea el miedo tu motivador en la vida, que sean tus deseos los que te impulsen a conseguir la cima.
No te detengas. La realización de tu sueño puede estar esperándote a la vuelta de la esquina, la palabra éxito en realidad significa: sigue adelante, no abandones nunca. El camino hacia el éxito se vuelve solitario porque la mayoría de las personas no está dispuesta a enfrentar y vencer los obstáculos que se presentan a lo largo del camino. La capacidad de dar ese último paso cuando nos sentimos totalmente agotados es la cualidad que separa a los elegidos del común de las personas.
Disfruta de tus triunfos y de tu vida. Hay personas que se convierten en buscadores compulsivos de nuevas cimas… no se detienen el tiempo suficiente para disfrutar del resultado final de sus esfuerzos. Permítete descansar y saborear tu victoria, aprende a disfrutar tanto del proceso como de la recompensa bien merecida despues de tanto trabajo y empeño. Muchas veces es necesario establecer un límite amplio y sano que determine hasta dónde y hasta cuándo seguiremos conquistando cimas cada vez más altas sin detenernos a disfrutar de ellas.
Cristaliza tus metas. Elabora un plan para alcanzarlas. Fíjate un norte. Entonces, con absoluta confianza, lleva adelante tu proyecto. Somos arquitectos, somos creadores y por eso podemos construir hoy el mundo en que viviremos mañana. ¡Nadie sabe lo que puede hacer, hasta que lo intenta! ¡Suelta el pasado, vive el presente, la vida es maravillosa y todo va a estar bien!
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