A través de tus propios pensamientos, creas o arruinas tu vida, tu mundo, tu universo.
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Tus pensamientos, tus deseos y aspiraciones comprenden tu mundo, y, para ti, todo lo que hay en el universo de bello, feliz y bendito, o de fealdad, dolor y sufrimiento, está contenido en ti mismo. Al construir dentro tuyo el poder del pensamiento estarás modelando tu vida exterior y tus circunstancias. Lo que sea que guardes en las recámaras de tu corazón, tarde o temprano, por la ley inevitable de la reacción, modelará tu vida externa.
Eso que eres, eso es tu mundo. Todo lo que hay en el universo se resuelve en tu propia experiencia interior. Poco importa lo que haya fuera, pues todo es el reflejo de tu propio estado de conciencia. Todo lo que importa es lo que tienes dentro, pues todo lo exterior se reflejará y tomar color de acuerdo con ello.
Todo lo que sabes está contenido en tu propia experiencia; todo o que aprenderás deberá atravesar la puerta de la experiencia y, así, convertirse en parte de ti. Cada alma atrae a la suya, y nada puede venir a ella que no le pertenezca. Darse cuenta de esto es reconocer la universalidad de la Ley Divina.
Los incidentes de cada vida humana, que la crean o la arruinan, son atraídos por la calidad y el poder de su propia vida interior. Cada alma es una compleja combinación de experiencias y pensamientos, y el cuerpo no es más que un vehículo improvisado para su manifestación. Lo que, en consecuencia, son tus pensamientos, eso es tu verdadero yo; y el mundo que te rodea, tanto animado como inanimado, tiene el aspecto con el que tus pensamientos lo viste.
Rosana Portelli