No podemos experimentar directamente la verdadera textura de la realidad a partir de la percepción de los sentidos, porque todo lo que miramos se materializa según nuestra experiencia y nuestro estado de conciencia. Además, el rango de percepción de los órganos sensoriales, particularmente la vista y el oído, es muy limitado, permitiéndonos funcionar apenas en un estrecho plano de la realidad.
Por la misma razón, nunca podremos experimentar nuestra verdadera naturaleza a partir de los sentidos ni de la mente ordinaria (que depende de la información sensorial y de otros condicionamientos).
Para penetrar en nuestra esencia universal hay que trascender la barrera de la percepción ordinaria. Para esto la dirección no es hacia fuera sino hacia nuestro interior, ¿por qué?, porque ya poseemos fundamentalmente esta naturaleza.
Cada parte contiene la información del todo. Este principio de no localidad ha sido comprobado experimentalmente en numerosas ocasiones.
La mirada interior nos ilumina y nos permite acceder a información contenida en lo profundo de nuestro ser (y eso es muchísimo, incluso más de lo que podríamos procesar). Este tipo de visión envía fotones que intercambian energía e información a donde se dirijan. De hecho las células comunican entre ellas mediante fotones.
Cada átomo que compone nuestro cuerpo contiene la información de la totalidad y se encuentra entrelazado con el resto, y nosotros como partículas vivas del universo, contenemos toda la información en nosotros mismos y estamos entrelazados con el universo entero.
La conciencia tiene infinitos niveles de manifestación, múltiples dimensiones coexistiendo en un mismo espacio-tiempo, pero en el nivel fundamental, más allá incluso de la escala de Planck, todo es unidad indiferenciada, no hay ni uno ni todo, todo es uno. Una misma conciencia que se manifiesta en innumerables partículas de experiencia.
Esto significa que correr en todas las direcciones buscando la verdad de nuestra vida, no solo es cansador e inútil, sino que incluso es peligroso ya que este movimiento disociador genera errores y sufrimiento.
STOP!!!
Si quieres observar y conocer tu espíritu lo primero es calmar la mente, pero la mente no se calma con más mente, eso es equivalente a tirar combustible en el fuego y es un error fundamental de la Psicología y las terapias mentales. La mente se controla con la no-mente y la no-mente con la mente.
La mente en si misma es vacuidad. Está vacía, carece de sustancia ya que es el resultado de un procesamiento fragmentado en múltiples subtareas.
La comprensión de esta naturaleza abre camino a la libertad de pensamiento.
Energía y materia no son más que dos polos de la misma esencia, de una única sustancia universal.
Según la concepción del taoísmo, que da la base conceptual a la medicina china: Yang es la energía que fluye generando movimiento, función, luz y calor. Yin corresponde a la energía que se condensa y se cristaliza, forma sustancia, nutre e hidrata. Ambos polos son complementarios, estando en perpetuo movimiento y transformación.
El ser humano está formado de esta misma sustancia universal: luz pura, radiante y consciente, materializada en un cuerpo físico.
Cada uno es un sistema de energía consciente en constante vibración. Las moléculas que componen nuestros cuerpos vibran en diferentes frecuencias. Mejor dicho, no es que la materia vibre, la vibración misma se condensa en materia. De acuerdo a la frecuencia de la oscilación se crearán las diferentes manifestaciones de la energía y la materia.
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