Desde la antigüedad los sabios chinos coinciden en lo fundamental, y creen que la razón y no a la pasión la que da lugar a la virtud (y la pasión y no la razón la que da lugar al inicio). Tal como escribió Lao Tsé "quién conquista a los demás es poderoso; y quien se conquista a si mismo es sabio.”
A pesar de tan abundantes y elevadas influencias procedentes de todos los rincones del globo y de todos los milenios, a las personas les cuesta trabajo dominar la pasión sirviéndose sólo de la razón. La pasión sale vencedora tan a menudo que muchos creen que los seres humanos están programados para ser así. Mucho antes de que la idea de programas fuera de uso cotidiano la idea esencial quedaba consagrado al poco la teoría católica romana del pecado original que inventó San Agustín. Sin embargo, hasta el llegó a rezar en sus Confesiones "señor, hazme casto, pero todavía no" Su anhelo era regirse por la razón y no por el deseo (pasión), pero más adelante. Y, por supuesto, todo la pasión la que lo llevó a rezar para la postergación de su propio deceso, tal como un fumador promete dejar el tabaco... después de su último cigarrillo.
Así las cosas, ¿será que nacemos viciados, sea por el génesis o la evolución ?. Y si es así, ¿será vano tratar de tomar la pasión con la razón? si no lo es, ¿cómo debemos actuar para conseguirlo? y finalmente, de verdad tenemos que hacerlo? al fin y al cabo, somos entidades físicas, y en la propia preservación de la vida requiere que satisfagamos regularmente los apetitos del cuerpo, ante toda clase, el hambre, el amor y el afecto. Hasta nuestra razón estaría de acuerdo en que tenemos que satisfacer los con vistas a ser capaces de ejercitar esa misma razón. Si estás sediento, hambriento, excitado o simplemente falta de afecto, quizá te cueste un gran esfuerzo poner en marcha funciones cognitivas más elevadas (como desarrollar tu filosofía de la vida) hasta que tales apetitos estén temporalmente saciados. Las personas muy creativas son capaces de transformar sus energías pasionales en , lo cual en ocasiones supone llevar un estilo de vida muy razonable. Además, no todo el mundo pueda hacerlo, o debería hacerlo o puede convertirlo en su en su forma de ganarse la vida.
Ahora bien, con un poco la reorientación, casi todo el mundo es capaz de transformar sus energías pasionales en el arte de vivir razonablemente. De modo que sea su objetivo no debería erradicar sus pasiones sin utilizar la razón para canalizarlas hacia las formas de expresión beneficiosas en lugar de perniciosas.
Partiendo de esta manera de pensar, queda más claro por qué las personas que no temen a la muerte son más poderosas, para bien o para mal. La mayoría de padres sacrificarían su vida por la de sus hijos. Los militares dan la vida por su patria. Semejante sacrificio sólo es posible cuando la pasión por la propia vida cede el paso a los principios del deber para con el prójimo u otras causas: una victoria de la razón sobre la pasión. También cabe interpretarlo como una victoria de una pasión por servir al prójimo sobre una pasión por conservar la vida.
Por lo tanto, el coraje puede ser bueno: por ejemplo los bomberos están consagrados a salvar vidas. Lo cual constituye la pasión beneficiosa guiada por una razón acertada; la intrepidez de los terroristas suicidas está consagrada a segar vidas, lo cual constituye una pasión perjudicial guiada por una razón errónea. Podemos plantearlo Freud introdujo un tercer elemento en el conflicto del inconsciente. Si somos conscientes de un deseo determinado, podemos reclutar a la razón para hallar la mejor manera de satisfacerlo. En cambio, si no somos conscientes, no podemos razonar el camino hacia su óptima satisfacción, aunque quizá sigamos sintiendo los empujados a rascar donde mas nos pica, cueste lo que cueste. Puede que acabemos esclavizados por nuestros deseos inconscientes insatisfechos o imposibles de satisfacer, y las pasiones que acechaban en los más recónditos recovecos de la mente quizá desvíen la razón hacia caminos deformados, que se ponen de manifiesto en la vida cotidiana incluso si no somos conscientes de su origen último. Bien la razón y la pasión actúan en los niveles más profundos de la conciencia y ambas resultan más evidentes en el curso de la vida cotidiana, uno de los objetivos más perdurables de la humanidad es verse libre de la inclusión de la pasión en los niveles más elevados del pensamiento. Mientras seguimos esforzándonos, no obstante, es importante que recordemos que la razón también puede ser destructiva. Por citar sólo un ejemplo, el holocausto nos enseña muchas cosas entre las que se cuenta la abominable que puede llegar a ser la razón calculadora al servicio de un odio fanático. los seres humanos somos al mismo tiempo las criaturas más emocionales y más racionales que existen sobre la faz de la tierra. ¿Podemos equilibrar estos esfuerzos para alcanzar la mejor interpretación de la humanidad? no es fácil, pero debemos intentarlo
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