Si decides adoptar una actitud de aceptación y apreciación y disfrutar del camino, la felicidad ya está en tus manos, incluso cuando afrontas los problemas.
Quizás el título de este reportaje te resulte poco creíble o exagerado. ¿Es posible ser feliz cada día? ¿Existe alguna fórmula que lo haga factible? Mucha gente responderá que no. En las encuestas, la mayor parte de las personas declaran no creer en la felicidad, y menos en mayúscula, y menos de forma permanente. "La felicidad son momentos", dicen, o bien, "la felicidad es como un relámpago, que desaparece en cuanto lo percibes".
Para estas personas y para todas las demás, tenemos buenas noticias: la felicidad existe, puede ser duradera y puede, incluso, acompañarte toda tu vida, formar parte de ti, como una característica más que te define. Y esta gran conquista depende sólo de un cambio de actitud.
A lo largo de este reportaje vas a descubrir que la felicidad no es un milagro ni una bendición efímera de los dioses, sino que es, simplemente: 1. una actitud interior que puedes cultivar; 2.una decisión personal que se toma cada día, y 3. un camino, no una meta.
Pero, por encima de todo, has de tomar una opción importante al principio del viaje, que consiste en escoger el amor y liberarte del miedo.
I. Sobre la felicidad y el sufrimiento.
Sufrimiento manifiesto, subyacente, cambio de sufrimiento. Identifica primero el sufrimiento para saber dónde buscar la felicidad.
Para comprender lo que es la felicidad, es importante entender también qué es el sufrimiento.
Si sondeamos en nuestros estados de ánimo diarios, veremos que son generalmente cambiantes. Lo importante es detectar si el hilo conductor entre todos estos estados es una tónica de bienestar o, por el contrario, de incomodidad permanente.
Presta atención a los diferentes tipos de sufrimiento y observa si son las circunstancias las que se imponen en tu vida o cuentas con una anfitriona de bienestar personal que acoge de buena gana a todas estas visitas ineludibles en la existencia humana.
Tipos de sufrimiento.
Podemos definir el sufrimiento como un estado de ánimo caracterizado por el malestar.
Hay tres tipos de sufrimiento:
1. El sufrimiento manifiesto. Es aquél que sientes cuando te duele algo, física o emocionalmente: la espalda, la molestia de las diarreas, la cabeza, enfados, etc... Cualquier tipo de malestar manifiesto.
2. El sufrimiento del cambio. Cuando te deja de doler lo que antes te dolía tanto. Resulta un alivio y parece, por un momento, que eres feliz, pero en realidad sólo está cambiando el sufrimiento anterior por otro que se manifestará enseguida.
Ejemplos: sufrimiento de no tener pareja/consigues pareja-alivio-"felicidad"/sufrimiento de tener pareja;
te duele la espalda/deja de doler-alivio-"felicidad"/empieza a molestar otra cosa (como la dificultad de dejar de fumar, de beber, una discusión, lo que sea)...
Se cambia el sufrimiento.
En la práctica, éste es el tipo de felicidad que solemos conocer comúnmente: cuando algo te deja de doler o consigues lo que quieres. Pero no es más que un alivio y enseguida aparece el sufrimiento del cambio.
En realidad no es más que un cambio de sufrimiento.
3. El sufrimiento subyacente. Es esa molestia sutil e inconsciente que está casi todo el tiempo, porque hace frío, calor, tengo hambre, sed, cansancio, me aprieta el pantalón, estoy pesada, tengo que dejar kilos, etc. E$s el sufrimiento inherente a la condición humana que experimentamos.
En ninguno de esos tres espacios se puede manifestar la felicidad auténtica.
La felicidad (que siempre está ahí, dentro del ser humano, reinando en su isla de paz, interior) sólo se manifiesta cuando la desenterramos de todos los engaños, exigencias y condiciones externas.
Entonces, descubrimos que está siempre y no depende de condiciones externas.
Este tipo de bienestar abraza y acepta las visitas de las condiciones externas y las deja pasar sin dejar de ser la anfitriona siempre.
La felicidad no desaparece cuando llega una visita-condición-molestia, para regresar cuando ésta se va. (No sería una buena anfitriona...)
La alegría de la paz interior permanece siempre, con visitas o sin ellas.
Esa es la única felicidad real.
Lo demás (alivios) sólo son diferentes versiones o manifestaciones del sufrimiento.
Desarrollar un sentimiento de felicidad auténtico y permanente sólo depende de ti.
Cultivar la felicidad.
¿A qué dedicamos la mayor parte de nuestra vida? Probablemente, a asegurarnos el bienestar material (posesiones, poder, una buena imagen...); a ocuparnos de nuestra familia, de las relaciones sociales; al cuerpo (compras, vestidos, alimentación, embellecimiento...). Todas estas condiciones pueden contribuir a tu bienestar pero no son la causa de tu felicidad.
¿Qué es lo que sí puede ser causa profunda de bienestar y felicidad?
Tu habilidad para mantener paz mental en cualquier circunstancia (incluso en el dolor físico), tu capacidad de concentración, tu aceptación (que te haga fácil soltar en cada pérdida), tu capacidad de amor y compasión, que te conecte con tu entorno, incluidos todos los seres. La alegría.
Ésas son las habilidades que te ayudan a vivir una buena vida, con significado y feliz.
Obtener una maestría en estas habilidades no es más difícil que conseguir todas las posesiones, carreras, oposiciones, la casa de tus sueños, el coche más rápido o la pareja que crees que te hará feliz, todas esas cosas que sí se llevan tu tiempo y energía y, sin embargo, no te garantizan la felicidad (por el contrario, sí constituyen una buena fuente de preocupaciones).
No se trata de abandonar todas las demás cosas, obviamente, pero sí es importante restablecer prioridades y reorganizar nuestro tiempo y energía, para dedicarle algo más de atención a las cosas que sí tienen el poder de hacernos felices (nuestra capacidad interior de paz, amor, concentración, alegría, comprensión).
II. Abrirse al amor.
El amor no puedes encontrarlo fuera. Es algo que sólo puedes generar dentro y dejar que se proyecte fuera.
Quizás sea lo más difícil, el punto de partida. ¿Cómo abrirse al amor, a la felicidad, al disfrute profundo, cuando nos pasamos el día ocupados en resolver cuestiones, la mayor parte de ellas de intendencia, abastecimiento y de supervivencia cotidiana, como si la vida consistiera, básicamente, en una mera batalla contra los elementos? Pero la vida es algo más que una lucha; la vida es, en esencia, un "estar". Y eso es lo que vamos a descubrir en nuestra búsqueda de la felicidad.
Claves para abrirse al amor:
Reconocer que no estás separado sino que formas parte de tu entorno.
Uno de los grades errores que hemos aprendido es que somos seres separados e independientes del resto (de las demás personas, animales, el planeta, etc.), una creencia que potencia la competitividad, la explotación y manipulación del entorno (personas incluidas) y, en última instancia, el miedo. Si te sientes parte y dependiente de la red de la vida, reducirás tu egocentrismo y tu importancia personal y actuarás para el bien general. Y esto es clave para el buen funcionamiento de tus relaciones, la apreciación, el cuidado del entorno y tu bienestar personal.
Identifica tu proyecto de vida.
Seguramente quieres llegar a tu vejez o a tu madurez con la sensación de estar viviendo una vida con significado, y no mirar atrás y sentir que has hecho una ruta sin rumbo ni sentido. Párate a pensar en el significado de tu vida, identifica tus prioridades y márcate objetivos de acuerdo a tus valores personales. Con el tiempo, revísalos y, si es necesario, introduce cambios. Vive con consciencia, con el convencimiento de estar viviendo tu propia vida.
Diferenciar entre lo urgente, lo necesario y lo importante.
Aprende a parar. Identifica a qué le estás dedicando la mayor parte de tu tiempo, energía, pensamientos, etc. Todas esas cosas tan urgentes y aparentemente inevitables a las que dedicas tu vida, ¿son realmente importantes, dentro de tu proyecto de vida? ¿Son coherentes con tu proyecto de vida, contribuyen a tus objetivos? ¿Son necesarias? Si la respuesta es "sí": enhorabuena. Si es "no": tu agenda necesita una buena reestructuración y, cuando lo hagas, asegúrate de que las cosas a las que dedicas tu tiempo, las cosas urgentes, son realmente importantes y necesarias.
Acostúmbrate a ver a los demás seres como iguales.
En tu familia, todas las personas son importantes y deseas la felicidad de todas ellas. Y lo mismo con tus amistades, si les amas de verdad. La persona que te vende el pan; las madres con las que te cruzas a la salida de la escuela de tus hijos; tu compañero de trabajo; el jefe que exige de ti más de lo que puedes dar, todas aspiran a lo mismo que tú, básicamente: a ser felices. Y todas estas personas a veces aciertan (y son felices y es un placer estar a su lado) y a veces se equivocan (y se enfadan y hacen daño, queriendo o sin querer), exactamente igual que tú. Es una suerte ser imperfecta, porque así puedes comprender mejor las imperfecciones de los demás, aun cuando son diferentes. Mira a las demás personas como iguales: seres que buscan la felicidad y a veces se pierden en el camino.
Aprende a aceptar.
Aceptar no significa resignarse. La resignación no acepta: no le gustan las cosas como son y simplemente se "fastidia" con la sensación de impotencia, victimismo, etc. Nada sano. La aceptación no huye ni niega la realidad; ve las cosas como son (acepta) y realiza los cambios que se puedan realizar para mejorar las condiciones. Acepta lo que hay y lo carga de significado para seguir creciendo. Incluso el dolor, cuando llega; lo afronta y le da un significado. De esta manera, el dolor nunca es gratuito o una experiencia desperdiciada sino que se hace transcendente. ¿Te resulta contradictorio? Para ser feliz de verdad no puedes tener adicción al bienestar, a que las cosas sean siempre como tú deseas; la felicidad profunda y definitiva comprende que a veces te tocará afrontar situaciones incómodas o no deseadas, porque forman parte de la vida humana, y se abre a ellas cuando llegan, las utiliza para crecer y las deja pasar.
Depende sólo de una mente feliz.
Considera las cosas que ocurren en tu vida como anécdotas o prácticas de aprendizaje, disfruta de ellas: las que te gustan y las que no te gustan. Todas tienen la misma función: hacerte crecer, enseñarte a ser feliz. Que tu felicidad dependa sólo de tu mente feliz. Y, a partir de ahí, afronta lo que tengas que afrontar con alegría.
Hazte consciente del amor que sientes, hazlo visible.
Reconoce cada vez que se manifiesta tu amor: por detrás de un gesto amable con otra persona, cuando sonríes, cuando miras a un bebé, cuando disfrutas de una comida o una conversación con tu pareja o tu amiga, cuando contemplas un paisaje, una obra de arte o un objeto inspirador.Visibiliza tu amor. Cada vez que eres consciente de él, le das más fuerza.
Y, de la misma manera, aprecia los gestos de amor (amabilidad, consideración) de las demás personas. Es el mismo amor que habita la vida, en circulación.
III. Cómo ser feliz en cada momento el día.
Desarrolla tu paz interior y haz lo que tengas que hacer desde tu alegría imperturbable.
A continuación, te vamos a ofrecer algunas sugerencias para proteger tu alegría en tu vida cotidiana y, en especial, en algunas de las situaciones en las que más nos cuesta o incluso aquéllas que suelen sacarnos de nuestras casillas.
Pero recuerda que, antes que nada, es importante haber manifestado la decisión de querer ser feliz, mantener una actitud que lo haga posible y aceptar disfrutar del camino, aun en los tramos de travesía más intrincados que puedas encontrar.
Como ilustración e inspiración, pueden servirte las palabras de Lochani, una monja budista de Barcelona:
"Cada vez que algo empieza a alterarme (una crítica, una decepción, las cosas no son como deseo, etc.) pienso: ¿Qué me importa más, esto o mi paz mental? Y mi malestar se reduce automáticamente. Porque cualquier cosa que no me guste (lo que piensen de mí, el inconveniente de perder un trabajo y tener que buscar otro, etc.) no es tan importante como mi paz mental, mi alegría interior".
Para afrontar el día por la mañana.
- Cuando te levantas.
¿Te cuesta dejar la cama por las mañanas? Haz tuyas las palabras de aquel monje que decía: "Cada vez que me despierto, recuerdo que tengo por delante 24 horas para ser feliz y hacer felices a los demás". O las de Serrat: "Hoy puedes ser un gran día" y "No dejes que se acaben para desear las cosas más que nunca". Haz un repaso rápido por las personas y situaciones agradables que te esperan a lo largo del día, los proyectos en curso, el significado profundo de tu día de trabajo o estudios; incluso las dificultades que te esperan forman parte del guión, tu vida en movimiento. Cada molestia te hace más fuerte y te da más poder.
- Durante el desayuno.
Convierte tu desayuno (en casa o en la cafetería) en un ritual precioso que te llena de energía. Disfrútalo como una ofrenda que te haces a ti misma antes de abrir la ventana al mundo: en la lectura del periódico o las noticias en la televisión, el clima en la calle o las personas con las que te cruzas cada día. Aprecia tu desayuno como la energía que te da la fuerza y suaviza tu mirada sobre los acontecimientos del día.
En el trabajo.
- Cuando tu compañero (o, peor, tu jefe) es muy competitivo y crees que sabotea tu trabajo.
Dan ganas de machacarlo, ¿verdad? Y así el machaque se hace mutuo y el mal rollo no se acabaría nunca.
Prueba a mirarle con otros ojos, fuera de tus condicionamientos, y ver cómo es de verdad, fuera de sus condicionamientos.
Piensa si compartís aficiones y si hay lugares comunes donde os podríais encontrar: en el gimnasio, en el mercado, en el cine, comprando libros. Piensa en su familia, las personas a las que cuida, sus frustraciones personales. Y piensa si tienes algo para aportarle. Y ofréceselo.
Sal por un momento de las circunstancias que os mantienen enfrentados y relaciónate con la persona y sus necesidades. Si tú cambias, algo cambiará en la relación. Te sentirás aliviada al mejorar la situación; agradecida a la otra persona por ser un poco menos tu enemiga, y orgullosa de tu capacidad para transformar las cosas y del poder de tu amor.
Te sentirás feliz.
Con la familia.
- Con los tics que te molestan (o te "traumatizaron" en la infancia) de tu madre, padre, hermano, etc.
Cada vez que te moleste una frase un gesto, una actitud, amplía el foco y descubre qué es lo que quiere decir por detrás de lo literal. Quizás son simplemente pautas aprendidas, vicios de relación que se repiten por inercia. Pero, detrás de esas pequeñas inercias, ¿hay amor? ¿Crees que puedes contar con esa persona? Si es así, agradécelo mucho, dentro y fuera de ti. Exteriorízalo Dale un beso, un abrazo, una sonrisa o una frase en la que muestres interés por la otra persona. Alguien tiene que empezar a romper la pauta de acción-reacción en los malos rollos familiares.
Pronto recibirás el agradecimiento de la otra persona por no haber hecho más grande la bola de mal rollo que te lanzó. Y, así, la relación se irá saneando y tú cada vez te sentirás más confortable y feliz en familia.
Cuando te relacionas con los demás.
- Con los funcionarios que le ponen pegas a cualquier cosa que tengas que realizar.
Hay personas que parecen disfrutar poniendo impedimentos a cualquier cosa que tengas que hacer, como si tuvieran un radar especial para prever las dificultades o, en su caso, inventarlas. Y lo fácil es reaccionar con mal humor, lo cual no suele obtener muy buenos resultados ni mucho menos potenciar tu felicidad. Plica paciencia, mantén tu tono de voz suave y, si es posible, sonríe con sinceridad: céntrate en las posibles soluciones (aunque ella se esté centrando en los problemas) y dirígete a ella como si fuera tu colaboradora, para conseguir alguna de ellas. Haz de espejo de su sensibilidad y su buen corazón, que seguro que los tiene (aunque sus condiciones quizás no son las mejores para manifestarlas) y confía en que vais a resolver el problema de la mejor manera posible. Si su responsabilidad es limitada, busca otras personas con más capacidad de decisión. Y confía en que, cualquiera que sea el resultado, te va a llevar a buen puerto.
Aquí tienes unas cuantas claves para comunicarte de una manera eficaz en general, en tus relaciones.
Cuadro
7 claves para comunicarte.
1. Sonríe.
Reír es una medicina, física y mental. Refuerza los sistemas inmunológico, muscular y cardiovascular, además de liberar endorfinas, la hormona de la felicidad. Además, la sonrisa se contagia y, cuando es sincera, es la fórmula mágica para apaciguar cualquier mal rollo en otras personas, y en ti misma. Especialmente cuando creas que te van mal las cosas y sufres, sonríe cuando te relaciones con otras personas: ellas no tienen la culpa. Cuídalas, porque probablemente ellas también guarda su propio dolor. Y sonreír apacigua todos los dolores.
(Frase: "Sé amable con toda persona con quien te cruces porque también está librando una gran batalla"
2. Di siempre la verdad.
Si no dices la verdad, acabarás perdiendo la confianza de las demás personas, y tú misma te perderás, sin saber qué es cierto o no lo es, en tus interpretaciones de las cosas. Decir la verdad es un gesto de valentía, de aceptación, contra la cobardía, la negación y la huida que significa la mentira. Pero decir la verdad no significa exponer/imponer tu criterio aun cuando no te lo pidan; eso son meras opiniones.
3. Escucha con atención.
Escuchar significa parar la propia cháchara mental y abrirte a la experiencia y los sentimientos de la otra persona. Escuchar es un acto de amor que hace que la otra persona se sienta amada. Practica la escucha atenta porque en cada práctica aprendes a amar más y mejor.
4. Ponte en sus zapatos.
Y cuando escuches, ponte en su piel, no en lo que tú sentirías si estuvieras en su lugar. Mediante la empatía, descubres la realidad de la otra persona y la aceptas.
5. Agradece.
¿Erres una persona rica o pobre? Por mucho que poseas, cuando no valoras lo que tienes, es como si no tuvieses nada. Puedes tener una multimillonaria cuenta en el banco, salud, un montón de amistades y todas las oportunidades de disfrute, pero te sentirás pobre si centras tu atención exclusivamente en lo que no tienes, en tu adicción al deseo, a tus próximas conquistas pendientes. Pero, por poco que tengas, puedes sentirte la persona más afortunada del mundo si sabes apreciarlo cada día.
6. Expresa tus sentimientos.
En la comunicación de verdad está muy bien transmitir detalles y hechos, pero lo que hará que una conversación sea profunda y recordada es el que se intercambien sentimientos y emociones. Aprende a decir "ayúdame", "perdóname" y "te quiero", que son las tres palabras más difíciles de expresar para las personas adultas.
Hazle saber a la otra persona qué cosas en ella te hacen sentir bien o crecer. En cuanto a lo que te hace sentir mal, comunícaselo también, en el momento oportuno (cuando se sienta receptiva y no acusada y a la defensiva) e investigad juntas qué es lo que hay dentro de ti que te hace reaccionar emocionalmente de esa manera. Si tú haces un esfuerzo por cambiar, la otra persona lo hará también.
7. Aprende a comprender.
Juzgar, criticar, es una pérdida de tiempo y crea hábitos. Cuando criticas pones el foco en algo que no te gusta, ignorando el cuadro completo. Si en lugar de fijarte en los defectos de las personas o situaciones pones el foco en sus virtudes y beneficios, te llevará a relacionarte mejor con esa persona o situación. Pon tu atención en lo que te hace aprender y crecer; con esta actitud, verás que no excluyes nada: lo que aprecias de la otra persona, te inspira para mejorar; lo que crees que no funciona, te enseña los errores que no debes cometer.
En cuanto a la otra persona, comprende sus limitaciones y, simplemente, acompáñala (en tus posibilidades), como harías con una persona enferma.
Para realizar tus sueños.
- Asegúrate de que tu sueño sea estimulante y no inmovilizador.
¿Tienes algún sueño? Deberías, porque los sueños y proyectos de futuro le aportan energía y entusiasmo a tu vida. Pero cuidado, porque los sueños pueden ser tanto un estímulo como una trampa para el estancamiento. ¿Cómo saberlo?
Pregúntate si estás haciendo algo para realizar tu sueño, es decir, si tu objetivo está ya en proceso, o bien si lo utilizas meramente como una forma de resignación (eso es lo que me gustaría hacer, si pudiera) para justificar por qué no encuentras satisfacción en tu vida.
Un ejemplo del primer caso es cuando una niña sueña con que de mayor será actriz o periodista o médica o astronauta, y la vida que hace está llena de gestos e intenciones en esa dirección: aprende sobre el tema, empieza a practicar (hacer su sueño realidad) a la menor oportunidad, etc.
Un ejemplo del sueño-trampa es cuando una persona que vive y trabaja en la ciudad asegura que su ideal sería vivir en la montaña rodeada de caballos, pero no hace el menor gesto en esa dirección (ni en relación a la montaña ni a los caballos); o cuando asegura que su ideal de vida feliz sería vivir viajando, sin embargo, su día a día (incluso en vacaciones) es marcadamente sedentario.
Presta atención, porque el sueño-trampa te permite acomodarte en la insatisfacción y te da permiso para la queja y los fracasos reiterados (no aprender nada de la experiencia), porque acaba siendo utilizado como respuesta a todos los males.
Éstas son las cinco claves para relacionarte con los sueños que aportan felicidad a tu vida:
1. Tenerlo. Obvio, ¿no? Del sueño te impulsa en una dirección, te motiva, le da significado a lo que haces. Y es una gran causa de alegría. Pon un sueño (o más) en tu vida.
2. Explicarlo. Cada vez que lo cuentas, alcanzas a desarrollar más detalles, el sueño crece y toma más cuerpo, se hace más real.
3. Escribirlo. Esto te permitirá leerlo más tarde y no olvidarlo. Escribe los detalles, el proceso, cómo afrontarás los posibles imprevistos.
4. Visualizarlo. Tu mente es energía y tiene el poder de crear cosas. Cada vez que piensas en tu sueño, lo visualizas, le das forma y los sientes, lo haces más real. Si t emocionas con él, para ti ya es real. En la medida de lo posible, actúa como si ya lo hubieras conseguido.
5. Trabajar en él. Ponle mucha voluntad y manos a la obra. Infórmate, fórmate, empieza a practicar cada vez que la ocasión te lo permita. Persevera cada vez que te enfrentes a una dificultad. Ponle paciencia y humildad, pero en acción. Siéntete ya quien quieres llegar a ser y actúa como actuarías una vez realizado tu sueño. Porque ya estás en él.
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