Uno de los grandes sueños es encontrar el gran amor. Sentirse acompañados por una persona que los apoye en todos los emprendimientos. Pero cuando esto no sucede, comienza el gran dilema emocional. Los cuestionamientos son cada vez más crueles. ¿Qué tengo para que las personas no me quieran? ¿Ella o él puede tener una pareja y yo no?
La mente comienza a darnos una mala jugada, mira alrededor y muchos de nuestros conocidos o amigos están en pareja, pero yo no tengo a nadie. Así comienzan a surgir todo tipo de pensamientos, pero lamentablemente no son positivos, son una lluvia de negatividad y se va internalizando de tal forma, que uno se termina creyendo todo lo que la mente considera que somos en esencia.
Este cuestionario negativo comienza con:
- ¿Ella pudo encontrar una persona magnifica y yo no puedo?
- ¿Por qué me sucede todo esto?
- Todo el tiempo comienzo una relación pero al poco tiempo se termina.
- ¿Tengo algo malo que nadie puede estar conmigo demasiado tiempo?
- ¿Por qué elijo siempre malas personas?
- ¿Será que mi destino es quedarme sola?
- ¿Por qué no puedo durar en una relación?
Cada vez las preguntas son más insidiosas y perjudican la búsqueda de lo que nos está sucediendo. Comienzan a surgir tantas emociones, que es casi imposible manejarlas. La soledad se convierte en una gran carga, que al final, se siente tan pesada que no nos permite pensar. Todo alrededor se tiñe de negatividad. La ira, la depresión, la angustia, el llanto y la desolación se convierte en el gran compañero.
La otra postura es: “encontré a la persona ideal, me encanta estar con ella. Cuando la dejo, solo pienso en reencontrarla, espero con ansias ese momento. Dejo todo por estar con ella o él. No me importa nada más. Pase tanto tiempo solo o sola que no quiero perder ni un minuto sin su compañía.” Todo es en función de la otra persona. Pero esta postura, termina ahogando el espacio del otro y de repente esa persona desaparece de tu vida. Y nuevamente aparece esa duda, ¿Qué hice mal? ¿Si era todo para mí? ¿Le di todo pero igual se fue?
Debemos aprender que solo podemos controlar nuestros sentimientos y acciones, no se puede provocar emociones en la otra persona porque es algo ajeno a nuestro accionar. Se debe reconocer que antes de tratar de encontrar ese socio emocional, hay que saber quién eres y que no todo lo que das, puede provocar alegría en los demás. Hay que ser amigo de uno mismo. No te conviertas en tu propio enemigo que busca romper todas las relaciones.
Nuestro inconsciente nos puede jugar una mala maniobra. Sabemos que quizás esa persona no es para nosotros, pero como nos cuesta asumir que podemos volver al estado de soledad, seguimos la relación. Pasado cierto tiempo, la relación termina.
Nuevamente nos cuestionamos, ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Otra relación paso por mi vida sin tener un final feliz? Y los pensamientos son cada vez más pesimistas. Todo tiene un gran sentido de fatalidad.
Ahora bien, sabemos que las relaciones no nos duran demasiado tiempo, no encontramos al gran amor. Te pregunto:
- ¿Qué hacemos?
- ¿Te sientas y lloras sin parar?
- ¿Tratas de buscar a alguien que llene ese vacío?
- ¿Le hechas la culpa a todo y a todos?
Te propongo que tomes otra postura. Sé que puedes estar totalmente invadido/a por sentimientos negativos y pesimistas. Pero como venimos aprendiendo en varios artículos, nuestro cerebro puede ser nuestro gran aliado o el peor enemigo. Revirtamos esta situación.
Programemos nuestra mente y a nuestro cuerpo, para que todo sea totalmente positivo.
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