Cuando escuchamos que el mundo está regido por leyes, nos preguntamos ¿a qué tipos de leyes están hablando? ¿Tenía entendido que las personas se regían por las leyes que el hombre había establecido? ¿A qué se refiere con esto de las leyes? Y así podemos escuchar un sinfín de preguntas, son pocas las personas que saben a qué me refiero.
Claro que las personas deben respetar las leyes que la sociedad ha establecido para mantener un orden y cuidar de los ciudadanos. Pero más allá de estas leyes, los seres humanos estamos regidos por leyes espirituales, a mí me gusta más denominarlas emocionales, porque cuando se nombre espiritual la gente sale corriendo.
Esta no es la finalidad, me gustaría que todos aprendieran que este tema es para conocerlo en profundidad. En otros artículos he hablado sobre la ley de la atracción, pero quizás no le dan la importancia que tiene.
Comencemos por el principio. Estos principios son inmutables e implacables. Que palabras fuertes, ¿no? Cuando se las nombra, parece que todo el mundo no tuviera la oportunidad de mejorar o transformar sus vidas. Es todo lo contrario. Estos términos son para tenerlos presentes en todo momento.
Todos tenemos la gran oportunidad de modificar “todo” en la vida. Esa es otra palabra a la que no le tenemos mucha confianza, me refiero a “todo”, cuántas personas piensan ¿no será demasiado utilizar la palabra “todo”? Pero ahora te pregunto ¿no nos dieron al nacer la capacidad de elegir, o sea, el “libre albedrio”? ¿Esto no implica que puedas decidir qué cosas te hacen bien y cuales definitivamente son dañinas para tu crecimiento emocional?
Estas leyes están ahí, no cambian, pasa el tiempo y siguen ahí. Quizás esta idea de que estén ahí, te resulta algo intangible e inalcanzable. Para la mente racional, este concepto es poco práctico e inmanejable. Puede que resulte así al principio. Pero esto no quiere decir que la falta de conocimiento haga que ellas no actúen en la vida de las personas. Al contrario son imparables.
Muchas veces dije que “nosotros somos el producto de nuestros pensamientos”, y ¿a qué me refiero con esto? A los pensamientos positivos, y esto a su vez, nos lleva a la ley de la atracción. Todo se circunscribe a lo que atraemos con nuestros pensamientos. Parece un círculo vicioso.
Claro que es así. Si hablamos de la ley de la causa y efecto emocional, nos referimos a que cada acción va a producir un resultado, este puede ser bueno o no tanto. Cada decisión que tomamos, nos va a llevar hacia una dirección deseada o no.
Por esta razón, es fundamental aprender a controlar nuestros pensamientos. Si la idea de la ley de la atracción te parece demasiado para ti, toma este concepto como la energía que produce tu propio pensamiento. ¿Esto si lo has vivido? ¿Te has levantado de mal humor y todo te fue mal? ¿Creíste desde tu interior que ese cliente te iba a comprar ese producto y lo lograste?
Eso es poner en práctica de manera inconsciente la ley de la atracción (fuerza del pensamiento). Lo vives a diario, aunque no lo sepas.
Si quieres atraer buenas cosas o personas a tu vida, no te pases todo el día lamentándote de todo lo que “no tienes” o “te falta” a diario. Este tipo de energía es lo que hace que no puedas avanzar.
Tu pensamiento tiene que dar gracias por “todo lo que tienes”, y desear cosas, personas o lo que quieras, con la suficiente convicción de que eso va a acontecer. No dudes que te mereces tener la oportunidad de transformar “todo” en tu vida. La duda, es lo que no permite a la ley de la atracción trabajar hacia tu favor. Queda grabado ese último pensamiento, el negativo.
Si realmente deseas provocar nuevas emociones en tu vida, transforma tus pensamientos y “todo” se materializará en tu camino.
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