Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Descubre dentro de ti el silencio. Siente tu respiración y préstale atención.
Imagina que te conviertes en una botella vacía de cristal. Visualizará del color que más te apetezca.
Siente el frío del cristal y el vacío que te rodea.
Céntrate en tu base. Observa cómo estás situado en un suelo de tierra mojada, y como las raíces de la tierra, han atravesado el cristal que te protege.
Nota la humedad y como las raíces suben lentamente hacía tu cuello.
Respira profundamente una vez.
Las raíces se paran antes de salir de ti, antes de llegar al final de la botella.
Siente las raíces que hay dentro de ti, como si te hicieran cosquillas. Sabes que no hay nada entre tú y las raíces, pero aún así, sientes un leve hormigueo.
Ahora imagina que comienza a llover. Las gotas de agua, comienza a caer dentro de ti, en el interior de la botella. Nota como las raíces continúan creciendo y comienzan a salir fuera de ti. El agua de lluvia es cálida y eso te relaja cada vez más.
Poco a poco, la botella se va llenando de agua y las raíces cada vez se hacen más y más grandes y altas, hasta que llega el momento en que estás completamente llena de raíces y agua.
Siente el espacio lleno. Respira profundamente una vez.
Sin darte cuenta, te transformas de nuevo en ti. Tu cuerpo regresa, pero tú sigues con la sensación de las raíces del suelo dentro de tu cuerpo y del agua de la lluvia rodeándote.
Sigues siendo del color que elegiste para la botella de cristal.
Vuelve a prestar atención en tu respiración e imagina como las raíces se van haciendo cada vez más y más pequeñas, hasta que desaparecen dentro de ti, y como el agua se va absorbiendo lentamente en todas las partes de tu cuerpo.
Vuelves a ser tú, pero las raíces forman parte de ti ahora. Al igual que la fuerza de la lluvia.
Abre los ojos.
Disfruta del día.
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