Aunque no seamos conscientes de ello, casi todas las personas utilizan una metáfora para describir lo que es la vida en general (o su vida en particular). Una metáfora bastante típica consiste en ver la vida como una jungla donde solo el más fuerte sobrevive.
Las metáforas que utilizamos para definir nuestras vidas pueden ser tan variadas y diferentes que resulte imposible hacer una lista de todas ellas. Aunque sí es posible clasificarlas en dos grandes grupos: las que perciben la vida como algo amenazante y las que la muestran como algo agradable y positivo.
Por ejemplo, algunos ven la vida como un viaje o una aventura en la que se dedican a explorar el mundo que les rodea, hacer descubrimientos, aprender cosas nuevas, conocer gente.
Otros ven la vida como una misión que cumplir. Son las personas más espirituales, las que buscan un sentido en todo aquello que les sucede, piensan que están aquí para algo y que la meta en la vida es desarrollarse como personas y espiritualmente para ser lo mejor que puedan ser.
Hay quien la ve como una carrera o una lucha hacia el logro. Son las personas cuya preocupación principal es alcanzar el éxito, escalar a nivel laboral, tener poder, adquirir bienes materiales y prestigio, y todo eso lo más pronto posible.
En el lado más negativo se encuentran aquellos que ven la vida como una prisión. Son aquellos que se sienten atrapados, a merced de los demás, a quienes perciben como más poderosos, consideran que no tiene control sobre sus vidas y sienten una gran angustia existencial. Tener miedo de estar vivo es una de las experiencias más dolorosas que existen, sobre todo porque al mismo tiempo temen la muerte.
Otros ven la vida como una carrera de obstáculos. Son las personas más pesimistas, que se centran principalmente en las cosas negativas que les suceden y percibe la vida como un problema detrás de otro, sin apenas alegrías o buenos momentos entre golpe y golpe.
La metáfora que cada persona utiliza para describir su vida está relacionada con las experiencias que ha ido viviendo a lo largo de ella y con las personas con quienes se ha relacionado y la visión que ellos tienen de la vida. Así, cuando una persona ha sido afortunada, ha vivido muy buenas experiencias y ha estado rodeada de personas positivas y que la aprecian, tienen más probabilidades de tener una visión de la vida bastante buena.
Sin embargo, la metáfora que utilizas para describir tu vida no es solo una consecuencia de tu pasado, sino que también va a moldear tu futuro. Si percibes la vida como un lugar amenazante, esperas que los demás se porten mal contigo y no confías en nadie, tendrás más probabilidades de obtener eso que temes.
Por eso es importante que cada persona sepa cuál es su metáfora y, en caso de ser demasiado pesimista o negativa, empezar a ensayar nuevas metáforas, nuevas formas de ver el mundo. ¿Y si a partir de ahora decides ver la vida como una misión, o como un viaje, o como un jardín que hay que cultivar y cuidar para que dé sus frutos? ¿Cambiaría tu vida si cambiaras tu metáfora? ¿Cambiaría tu forma de comportarte, la gente con la que te encuentras, las cosas que te suceden? ¿Y si, además, descubres cuál es la metáfora con la que te describes a ti como persona y la cambias también? ¿Y si la persona que se ha definido como fóbica social o tímida pasa a describirse como altamente sensible?
No puedo dar una respuesta a estas preguntas, pero creo que puede valer la pena hacer la prueba y ver qué sucede después.