Esto es exactamente lo contrario a la posición de víctima, que es culpar a los demás de lo que les sucede en la vida. Quienes juegan el papel de víctima nunca cambian de vida, ya que creen que son los demás quienes ejercen el control sobre ellos. Cuando aceptas la actitud mental de la responsabilidad, comprendes que tu mismo has creado todo lo que tienes y te sucede y por lo mismo, sabes que tienes la facultad de cambiarlo para alcanzar tus metas.
En tu vida hay cosas de las que eres plenamente responsable, cosas que están bajo tu control, como lo es las reacciones que tengas a las cosas que te suceden durante todo el día, cada día de tu vida. Cuando te haces responsable de todo lo que te sucede alrededor, eso te mantiene más capaz. Tal vez no seas responsable del conflicto de Medio Oriente, pero eres responsable de tu reacción ante el mismo, de la importancia que le des y la atención que le pongas. Eres responsable de tus propias respuestas emocionales.
Considera por un momento lo que esta manera de pensar puede hacer por ti. Si tu jefe te ofende delante de otras personas, una posible respuesta sería criticar a tu jefe y sentirte desanimado. Otra sería tratar de ser comprensivo y pensar que posiblemente tu jefe esté atravesando por un mal momento y fue lo que provocó su reacción tan agresiva. Pero también podrías seguir la mentalidad de la responsabilidad y pensar que la actitud de tu jefe pudo haber sido provocada por tus acciones o tus omisiones.
Es una manera de ver las cosas que te capacita evitando que te ciegues emocionalmente, porque mientras te haces preguntas de qué pudiste haber hecho para provocar esa respuesta en tu jefe, te mantienes consciente y no permites que tus emociones tomen control de la situación que es cuando perdemos contacto con la realidad y nos enojamos, o nos sentimos ofendidos o agredidos, o ponle la emoción que quieras.
Puedes preguntarte cosas como ¿Hice algo que lo provocara? ¿No cumplí con alguna promesa? Y si no encuentras que la solución esté por ahí, también puedes analizarlo desde otro punto de vista como ¿Me agredió injustamente y no me defendí? ¿Fui yo el que agredió primero? Con estas preguntas estarás dirigiendo tu atención hacia cosas sobre las cuáles sí tienes tú el control, hacia cosas que puedes cambiar. Manteniéndote al margen de las emociones tienes el control de la situación y ya sea que la reacción de tu jefe haya sido excesiva o no, que tu tengas la responsabilidad por algo que hiciste mal o que dejaste de hacer o no, tú tienes el control de tu reacción y puedes optar por calmar a tu jefe para tratar de aclararlo objetivamente, en lugar de ofenderte y cegarte por la ira o el sentimiento.
En cualquier situación esta mentalidad te ayudará a tener la mente abierta para ponerle soluciones a todas las situaciones que se te presenten, comenzando por hacerte responsable en caso de que si haya sido tu culpa lo que haya provocado el conflicto. Más vale aclararlo, enfrentarlo, hacerse responsable y buscar una solución.
Cuando obtienes una respuesta inconveniente, eso significa que tu conducta no está produciendo los resultados que deseabas y que es hora de cambiar esa conducta. Esta es otra de las ventajas de la mentalidad de responsabilidad, que te mantienes consciente de tu comportamiento y te das cuenta cuando un comportamiento en lugar de ayudarte te está obstaculizando el camino. Es entonces que puedes empezar a buscar la forma de cambiar esa conducta por otra que te facilite las cosas.
Esta mentalidad es la clave del desarrollo personal y no es una exageración. Es una actitud muy poderosa que te ayudará a recuperar el control y a crear para ti una vida satisfactoria y capacitada.
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