El poner el nombre a los que nacen es normal. Es común poner el nombre de uno de los dos padres y a veces de los dos, además en los nombres legítimos, de los que son descendientes de una corona real que a veces llevan un nombre por cada rama de la parentela. Esto no es bueno.
Para nosotros, los metafísicos, el alma de una corriente de vida que emanó de Dios Padre-Madre, ha adquirido una vibración que es la sumatoria de todas sus experiencias, eso representa una vibración del alma, ES el alma.
Cuando una madre está embarazada la vibración del encarnante va teniendo contacto con la vibración del alma de la madre, es como si dos cuerdas de la guitarra suenan a un mismo tiempo y si grabamos el resultado es un sonido que no es el de la madre ni del encarnante pero son dos vibraciones que se van armonizando, es en esa época que la madre va intuyendo el nombre que le va a poner al hijo que está por nacer.
Cuando es así, normalmente al niño le gusta su nombre, es diferente si lo elige otra persona ajena al niño. Es otra vibración.
Otra de las razones que tiene el nombre no armonizado es que cuando se le hace un tratamiento metafísico de curación y se nombre con el apodo no tiene validez porque no está registrado en la Junta Kármica.
Aparte un apodo o apócope psicológicamente disminuye su personalidad. Cuando sea grande, por la misma razón no se le debe llamar con el diminutivo, es decir no se le debe llamar Carlitos, porque la persona psicológicamente se siente mas niño que mas hombre.
Generalmente la persona que no lleva el que le corresponde vibracionalmente lo rechaza o no le gusta su nombre.
Puede ser que le guste pero no recibe la radiación de la vibración que le correspondía.
Es la madre la que tiene que poner el nombre a su hijo de acuerdo a su intuición.
José Ignacio Rigoni