Si aceptamos la vida como un regalo, reconoceremos y fomentaremos una actitud de agradecimiento. Si ahondamos en nuestro conocimiento interno, nos daremos cuenta rapidamente de la cantidad de bienes que hemos recibido de forma gratuita. Es por lo que podemos plantearnos configurar nuestra vida como un agradecimiento por los dones que hemos recibido de la vida, sin esperar la vida nada a cambio.
Si configuramos nuestra vida desde el agradecimiento, y como criaturas de la creación, veremos la vida como un don, y aunque facilmente ubicamos y reconocemos los dones extraordinarios, nos falta quizás saber avanzar en reconocer y aprender de los dones ordinarios.
Parece que esperamos y anhelamos una vida que se llene de resultados extraordinarios, sin valorar lo que pasa a nuestro alrededor de manera ordinaria y que es de una gran riqueza.
Por ejemplo, poder andar, mover una mano, estar vivo, son dones que se nos escapan continuamente sin ver y aprender de estos dones, que son como un gran beneficio que se nos es concedido sin nada a cambio, y que si cultivamos una actitud de agradecimiento y gratitud, por la cantidad de dones ordinarios de los que podemos disfrutar, apreciaremos más el valor de la vida y la felicidad.
Germán Belda Gil