Muchas de las situaciones o circunstancias que nos llevan a la desilusión, a la ruptura con los demás y nuestro entorno o dejar de creer en nosotros mismos nace de algo tan simple como una forma inadecuada de ver la realidad. Vemos la realidad desde la irrealidad.
Y si no fíjese en esos casos corrientes que probablemente usted conoce de cerca o ha sufrido.
Casos como los de la novia que se compromete con un chico y que sustenta su ilusión en la idea de que él cambiará y modificará esa costumbre que resulta tan difícil de admitir y de llevar.
O el de aquel trabajador que desarrolla una actividad en equipo creyendo que tal y como concibe la tarea o el proyecto es la única forma de sacarlo adelante. O el estudiante que cree que las preguntas de su examen final serán las que considera que sabe y no otras.
Todos y cada uno de ellos vive en la irrealidad, confundiendo la proyección de sus fantasias como un adelanto de lo que realmente ocurrirá.
Si esa irrealidad finalmente no se materializa, el resultado es el que anunciábamos, desaliento, ruptura con los que no nos seguirán apoyando o con los que se han sentido arrastrados y nuestra autoestima por los suelos.
Hay que luchar desde dentro con las tentaciones de dejarse arrastrar por los sueños imposibles, con esa irrealidad, para vivir en sintonía con nuestras posibilidades y con nuestros anhelos desde una base lógica.
¿Qué hacer entonces? Pues evitar esa irrealidad, buscando trazar planes desde una perspectiva realista. Y éso se consigue haciendo un esfuerzo por estudiar todas las variables posibles a la cuestión que se plantea.
¿Qué es lo qué puedo hacer? ¿cómo lo hago? ¿qué alternativas tengo? ¿estoy suficientemente capacitado? Éstas y otras muchas. Todo depende del problema o de la circunstancia a la que se enfrente.
También puede ayudar preguntar a un amigo, a una persona conocida, a alguien de confianza y valorar con sus apreciaciones qué podemos hacer que no hayamos imaginado o pensado.
Sopesar, sopesar para no caer en la irrealidad. Pero no sopesar para estancarse y permanecer inactivos. Sopesar para movilizar las energías en una dirección concreta.
A fin de cuentas, todo se trata de una técnica, una vez que haya adoptado su decisión sobre el asunto que le preocupa habrá conseguido tres logros: Ver las cosas con otra perspectiva, en lo que puede ser su plan B; ganarse su autoconfianza y disfrutar del control de su vida. Desde la realidad, no desde la irrealidad.
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