Felicidad es una meta que todos perseguimos sin saber que basta con dejar marchar aquellos viejos hábitos o creencias que ya no nos son positivas. Para recibir lo nuevo hemos de eliminar primero aquello viejo que dificulta la felicidad.
La vida es un continuo flujo de cosas, situaciones, relaciones... todo va y viene, como una constante oportunidad de cambiar o mejorar las situaciones.
Si pretendemos llegar a tener una vida más prospera que la que hemos tenido hasta ahora, más próspera en todos los sentidos que cada uno le quiera dar a esta palabra (felicidad), una vida más llena y más rica de bienes, entonces es necesario crear un nuevo espacio en nuestro corazón y en nuestra mente (limpiando y sanando) para que estos operen los cambios deseados. Hemos de dejar marchar lo viejo para disponernos a recibir lo nuevo. Solo una nueva actitud, más amorosa y más lucida hacia nosotros mismos, puede ayudarnos a identificar lo que ya no nos conviene y dejarlo marchar.
Si la felicidad tuviera una sola exigencia seria algo así como: "Haz en ti todo el vacío que puedas, vacía tu saco interior de todas las creencias impuras o perfectamente negativas que hasta ahora has considerado como imprescindibles en tu vida, Yo necesito todo tu espacio interior para manifestarme libremente y que tú me puedas sentir sin más interpretaciones o convencimientos inútiles".
Hemos de dejar primero que salga lo viejo para dar cabida a algo nuevo y por cierto, fantástico para nosotros. Pues ningún cubo que este lleno de barro se podría llenar mas aunque sea de agua y esperar obtener un resultado límpido.
¿Quién no ha aprendido a aferrarse al pasado?
¿Quién se atreve a salir de sus ataduras y a sanar su vida sin sentirse culpable inmediatamente, creyendo que eso es un comportamiento egoísta, que va contra la educación o los esfuerzos de sus padres?
Aferrarse al pasado, por temor a no saber ya quienes somos sin la mirada o la aprobación del otro y por temor a tener que re-construirse sin otro modelo que el de nuestro propio corazón y juicio, después de haberlos abandonado tanto tiempo, es cortar con el flujo natural de todo lo bueno que tenemos derecho a vivenciar.
Estancados en este tipo de comportamiento, bloqueamos y así impedimos que lo que más nos llena (lo nuevo) y la felicidad se pueda producir, culpando siempre a la vida y a los demás. No dejamos marchar lo viejo y nos convertimos en víctimas.
¿Qué tipo de felicidad experimenta una victima?
La comodidad y la costumbre, a las que se somete una persona victima de su propia falta de autoestima y coraje, son las que la atan por ejemplo a su pareja desenamorada. Pero por mucho que se esfuerce en ese papel, siente y sabe que no puede reemplazar el sentimiento verdadero de amor que hace que uno se sienta real y experimente la verdadera felicidad. El amor no se entrega a los juegos de la mente humana, no cambia para complacer a la mentira, hija del miedo, solo sabe Ser lo que Es, alegría pura. Negarse la posibilidad de amarse y amar, no solo es negarse a si mismo, sino también negarse al otro y a los demás.
Al aferrarse a una relación de pareja ya obsoleta, al no soltarla, estamos impidiendo que la persona adecuada llegue a nuestro lado o dirigirnos al suyo. Sí, nos convertimos en el obstáculo principal a nuestra propia felicidad. No nos estamos autorizando lo más natural del mundo, nos negamos a involucrarnos de corazón, nos prohibimos sentirnos plenamente enamorados, nos excluimos de la lista de los amados.
¿Cuántas veces habremos oído, más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer?
Esta es la creencia y el dicho de una persona que no confía en la Vida, que se da la espalda y se la da también a todo lo que es el amor. Por miedo, no se atreve a ser feliz ni deja que los demás lo sean; de ese modo no le recordarán que ella no lo está siendo.
Si le preguntases a la gente si desea la felicidad, la mayoría te contestaría: Sí, por supuesto. Pero, ¿acaso están dispuestos a cambiar sus actitudes y creencias hacia ellos mismos para empezar a serlo?
Para que ocurra la felicidad y todo lo nuevo es necesario sanar patrones antiguos y pensamientos que no son propios ni positivos.
¿Cuantos de nosotros no estamos a gusto en nuestro puesto de trabajo, pero no nos atrevemos a buscar otra cosa que nos convenga más y nos haga sentir más la felicidad o menos asfixiados por miedo, por falsa comodidad, por falta de confianza en nosotros mismos, pero también por creencia inocente y un poco cobarde de que la vida es quien se tiene que encargar de este cambio?.
Si tú no dejas marchar lo que ya no te sirve o te aburre ¿cómo podrá llegar lo bueno a tu vida?
Responsabilizarse de uno mismo es el único camino conocido para sentirse vivir sin decepcionarse jamás de lo que otros quieran o puedan darnos o no. Elige deshacerte de ese comportamiento, muy sutil, que se llama mendicidad y que nos cuesta tanto identificar en nuestros gestos cotidianos.
Disponernos a recibir es deshacernos de todo lo viejo e inservible, ya sean objetos, costumbres, creencias, comportamientos que obedecen a la posesividad y el apego más que a la generosidad y el desapego.
Atrévete a cambiar las creencias que tienes y nutres sobre y para ti mismo
Esto es un primer paso de sanación de tu mente negativa, torturada o equivocada, un paso tan eficaz como sencillo.
¿Quien ha visto o comprobado, por mucho que lo intente, que la felicidad se halle en lo complicado?
"Fluyo con la Vida y ahora me autorizo a gozar de su belleza"
"Soy uno y la misma cosa con el próspero poder del Universo"
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