Es nuestra manera de ver y evaluar cada situación dolorosa lo que nos ayuda a superarla y a seguir adelante. No existe ningún beneficio en permanecer estancado en cualquier forma de dolor. No desperdicie su precioso tiempo en asuntos del pasado, mejor invierta su energía en lo positivo del presente. Además, que se haya equivocado en el pasado, no significa que no pueda tener hoy una vida diferente y plena.
Por esto, no permita que la rabia, la culpa, la venganza, la frustración, el resentimiento, la vergüenza, la tristeza, la decepción, etc., se instalen en su vida. Todas ellas son perjudiciales para su salud física, mental, emocional y espiritual. Obviamente, si hacen parte de la evolución normal de cualquier proceso doloroso. Pero deben ser solo eso, parte del proceso. Solo temporales ya que anclarse en ellas es morir lentamente. Aparte, el sufrimiento no prueba nada. Usted no es su pasado; no importa lo “real” que se sienta cuando se atormenta reviviéndolo, identificarse con esas sensaciones antiguas es lo que lo ata a su tormento.
Cada pensamiento, emoción, situación, cualquiera sea su naturaleza, tiene vida propia, lo que quiere decir que nace y muere, inicia y termina. Así que si usted se siente “atrapado” es porque no les ha permitido morir naturalmente. Si aun está atado a un dolor del pasado, entienda que usted lo ha tolerado, se ha resistido a soltarlo.
Cada reto se enfrenta solo en su momento y no se lleva ni hacia adelante y mucho menos hacia atrás. Comprenda que cada instante es nuevo, su vida empieza de nuevo cada segundo. Asuma cada día como si fuera la vida en su totalidad. Es como si muriéramos cada noche para volver a nacer al amanecer siguiente; siendo jóvenes, vitales y llenos de mucha energía.
Fluya como un rio tranquilo. Despójese de lo viejo y no se estanque. Piense en lo que le puede ocurrir a una fuente que deja de fluir agua nueva y fresca. De seguro muy pronto se convertiría en un pozo de agua sucia, negra y putrefacta. No permita que eso ocurra con su vida.
Nadie jamás ha vivido en ningún momento que no sea el presente. Permita que le suceda algo nuevo y no deje que la corriente del pasado le ordene la dirección que usted debe llevar ahora. Nada ni nadie puede impedir que usted deje atrás un pasado doloroso y comience de nuevo. Entender esto es la puerta hacia la libertad.
Lamentarse del pasado se origina en la falsa idea de creer que podría haber hecho algo diferente a lo que hizo. Entienda que si lo hubiera podido, de seguro lo hubiera hecho. Por otro lado, si no lo ha logrado, no tiene por qué fingir ante los demás que ya no sufre y que el dolor se alejó, ya que si no elimina a conciencia su causa, este regresará tarde o temprano. Pida a sus ángeles que le asistan en el proceso de perdonarse a usted mismo y a los demás por todos los errores del pasado. Con la ayuda celestial y a través del amor, libere todos los pensamientos, sentimientos y emociones que bloqueaban su felicidad. Ya notará como perdonando y dejando ir el pasado usted prosperará. Soltando usted tendrá las manos libres para recibir.
Comprenda que el pasado es pasado, saboree la dulzura del hoy y confíe en el proceso de la vida. Dios puede sanar y brindar armonía bajo cualquier condición, en cualquier momento y en cualquier lugar. El está más allá del tiempo y del espacio.
Pida a sus ángeles que le ayuden a identificar qué es eso que reside en su interior y le impide estar en el hoy, disfrutando de la vida, sus bondades y bendiciones. Decrete que: “Ningún dolor mental o emocional indeseado tiene autorización de vivir en su interior”.
Los ángeles trabajan con nosotros, cuando se los pedimos, liberándonos del pasado en forma compasiva. Sea cual sea la causa del dolor: una ruptura sentimental, una pérdida de cualquier índole, un fracaso, una decepción, etc., el método es idéntico.
Determine su intención de liberar la situación. Respire despacio y profundo varias veces (mínimo siete) para tranquilizar su mente y cuerpo. Sintiéndose ya relajado, invoque a sus ángeles y dirija su conciencia hacia el área del conflicto. Visualice la situación que quiere liberar pero ubíquese esta vez como un espectador (no como protagonista) y observe sin juzgar. Acepte, perdone, agradezca y encuentre la bendición escondida, la lección que aprendió. Una vez que la reconozca, suéltela. Ya no la necesita más y está listo para seguir adelante. Deje que se desvanezca y ponga todo en manos de Dios y sus ángeles. Si tiene más de un proceso por soltar hágalo uno por uno.
Trabaje además con esta tripleta de maravillosos arcángeles: Jeremiel, para que le ayude a revisar hacia atrás los eventos dolorosos. Zadquiel, para que los transmute y Azrael, para que purifique sus residuos y cierre completamente el ciclo.
Elija el camino de la aceptación. No se compare con nadie. Sonría más y sea agradecido. Póngase en paz con su presente, centrando su atención en lo que existe y tiene aquí y ahora. Reconozca que usted es el único que está a cargo de su felicidad. Esté dispuesto a ver su experiencia bajo una nueva perspectiva. Despréndase de lo que ya no sea bonito y útil (incluyendo creencias caducas) abonando así el terreno de su nueva vida.
Para terminar: Que el pasado solo exista para propósitos prácticos, nunca para ser una fuente de sufrimiento. Que este sea el último día que cargue innecesariamente con su dolor. Permítale a sus ángeles que se lleven por completo ese peso de sus hombros; eleve su mente y corazón hacia la luz.
Martha Muñoz Losada