No hace mucho que la ciencia se dedica a investigar la FELICIDAD, así, con mayúsculas. Pero ya hay acuerdo sobre algo importante: qué hace que la gente sea feliz. Y no me refiero a la felicidad que supone pasar momentos agradables en la vida. Por fortuna, la mayoría de las personas disfrutamos de esos momentos de felicidad, aunque en muchos casos se trata de un sentimiento tan efímero que desaparece casi en el mismo momento que se acaba el “placer” que nos provoca esa sensación: por ejemplo cuando comemos chocolate, cuando estamos pasando unas vacaciones en el destino que siempre habíamos soñado o cuando escuchamos nuestra música favorita…
Lo cierto es que la verdadera felicidad es algo diferente a la suma de momentos de placer. La prueba está en tantas personas cuyas vidas están llenas de esos placeres y, a pesar de ello, son tremendamente infelices.
Entonces, ¿qué hace que las personas se sientan AUTÉNTICAMENTE FELICES? Se podría concretar en una frase: “No hay gente feliz egoísta”.
Si piensas en alguna persona que conozcas que sea realmente feliz, seguro que descubres que entre sus características de personalidad más destacadas están el altruismo y la generosidad.
Después de estudiar a miles de personas a lo largo y ancho del planeta, de toda condición socio-económica y demográfica, los investigadores han llegado a la conclusión de que existe una fuerte correlación entre la compasión y la felicidad.
Existe una fuerte evidencia empírica que ha permitido conocer las bases fisiológicas y biológicas de la felicidad y sus relaciones con la compasión, entendida como un sentimiento de empatía hacia los demás:
Al estimular la corteza cingulada anterior, que controla la amígdala, se producen estados de ira, miedo, sorpresa, ansiedad o estrés. La eliminación de la amígdala hace que las personas sean incapaces de experimentar esas emociones.
A través de la estimulación de la hipófisis (glándula que segrega las hormonas que controlan las emociones) se pueden generar clínicamente estados de felicidad inducida. La serotonina que favorece la relajación; la oxitocina que hace aumentar el sentimiento de confianza en uno mismo; la dopamina que provoca excitación y las endorfinas que son capaces de reducir el dolor en cuerpo y mente. También son conocidas como las hormonas de la felicidad.
El descubrimiento de las neuronas espejo ha permitido conocer mejor el modo en que nos comunicamos con los demás. El sistema de espejo permite hacer propias las acciones, sensaciones y emociones de los demás. Se ha descubierto que podemos llegar a sentir dolor si estamos frente a alguien que está sintiendo dolor. Si ayudamos a reducir el dolor del otro también reducimos nuestra sensación de dolor. Del mismo modo, si ayudamos al otro a ser más feliz, por el efecto de las neuronas espejo, nosotros mismos nos sentimos más felices.
El cortex prefrontal podemos dividirlo en izquierdo y derecho; el izquierdo regula el pensamiento positivo (optimismo) y el derecho el negativo (pesimismo).
La compasión te permite ponerte en la piel del otro, descubrir qué necesita y hacer todo lo posible por ayudarle a lograrlo. Cuanta más compasión seas capaz de dar, más felicidad recibirás. Ése es el secreto de la gente feliz, de la AUTÉNTICA FELICIDAD: cuanto más das, más recibes.
http://www.pensarenpositivo.com/2012/02/el-secreto-de-la-gente-feliz.html