Aprende a identificar cuando la gente te miente
La mentira puede hacer daño al destinatario pero en última instancia a quien más perjudica es al mentiroso, ya que le convierte en una persona poco fiable, indigna de confianza y carente de crédito. Cuando alguien miente su forma de hablar, de gesticular y sus mismos gestos cambian de forma muy sutil. Son cambios prácticamente imperceptibles que, sin embargo, pueden detectarse siguiendo una serie de trucos y poniendo mucha atención en cada palabra y mueca del interlocutor, ya que sus gestos y movimientos suelen delatarle.
Los motivos por los que una persona muy comúnmente está relacionados con su autoestima. Llevados por la inseguridad y desconfianza en nuestra capacidad de ser aceptados tal como somos, podemos caer en la tentación de adornar aquí y allá nuestra historia y nuestras habilidades de forma que causemos una impresión favorable en las demás personas.
La mentira no siempre es un acto falaz de la lengua también se puede mentir por omisión, por silencio, por estupidez, por bondad o por lo que sea. Lo más común es mentir por el simple gusto de impresionar a los demás, para inflar el ego, aparentando ser mejor de lo que se es. También mentimos por temor a exponernos al juicio de los demás descubriendo nuestros defectos y ocultamos celosamente secretos, vicios o debilidades.
Definitivamente lidiar con un mentiroso es algo usual y más cuando sospechas que alguien te está mintiendo puedes tener sentimientos de molestia y decepción. Antes de acusar a alguien de mentiroso uno siempre quiere saber qué cosas son las que puede tomar en cuenta para tener esa certeza. A continuación te presento algunas de las señales comunes que reflejan que una persona está mintiendo:
Nerviosismo. Este es el signo más evidente de un mentiroso. A menudo, cuando la gente miente se vuelve bastante nervioso y aparecen signos de exposición como rascarse, comezón, inquietud, ojos como abiertos como platos, etc.
Lenguaje verbal. Los cambios en el movimiento del cuerpo también son bastante comunes. La persona que está mintiendo o bien puede empezar a cambiar posiciones, o pueden llegar a ser rígida y estar muy quieto. Cuando se trata de evidenciar a un mentiroso hay cambios en la forma en que está de pie, sentado, etc. Cualquier cosa que sea diferente en la forma en que normalmente se muestran.
Voz. A menudo a una persona que miente la voz se le pone más aguda cuando lo está haciendo. Los mentirosos también suelen tartamudear más palabras, hablar más pausado o incluso hablar más de lo que normalmente hablaría para tratar de explicar demasiado una situación, quizás hasta comience a hablar más rápido de lo normal.
Está a la defensiva. Una persona que se sabe culpable de una mentira adopta una postura defensiva. El mentiroso se limitará a defenderse y ofrecer excusas, hasta hacer acusaciones contra quien lo cuestiona, hasta valiéndose de artimañas poco éticas y/o profesionales, tienden a tergiversar la realidad.
Toca su rostro. Se cubre la cara con las manos, tocándosela de varias formas. Así delatan la incomodidad que sienten al mentir. Se rascan la mejilla, la nariz o la barbilla, se sacan inexistentes basuritas de los ojos o de la comisura de los labios, se comen las uñas, ahogan bostezos de nervios, se tocan las orejas, etc.
Ten presente que el lenguaje corporal es muy complejo y abarca desde los movimientos labiales al parpadeo. Cuando una persona dice la verdad, todos los movimientos de su cuerpo se ejecutan en perfecta armonía, se suceden de forma fluida y natural. La duda, la descoordinación y el nerviosismo son pistas evidentes de una mentira.
Si se pregunta cómo saber si una persona miente, la respuesta la encontrará en cierta medida en su forma de hablar y comunicarse. Algunos signos que pueden ayudarle para comprobar si lo que dice es verdad o no son: el balbuceo, el cambio del tono de su voz habitual, el permanecer quieto con las extremidades cruzadas, levantar continuamente las cejas, morderse los labios, parpadear demasiado. Lo cierto es que muchas mentiras, cuando las creemos, nos generan disgustos. Y como es imposible mentir sin dar indicios de ello, está en nosotros entrenarnos para identificar a los mentirosos y así conocer los signos que los delatan. Aprovechemos la riqueza de los contactos personales para darnos cuenta de quiénes son sinceros con nosotros y quiénes no, porque, cuando la comunicación es escrita o telefónica, es mucho más fácil ocultar una mentira pero el cuerpo es lo que más nos delata.
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