A veces Dios no concede nuestras peticiones de inmediato. Después de un tiempo empezamos a sentir lo que sintió el salmista cuando dijo: "¿Hasta cuándo, Dios? ¿Me olvidarás para siempre?"
La percepción del ser humano plantea preguntas que la mente no puede contestar. Pero eso no significa que no existan respuestas válidas. A no ser que Dios escoja explicarnos su comportamiento, lo cual no suele hacer, sus motivos y propósitos están fuera del alcance de nosotros los seres mortales.
Después de años de recibir continuamente respuesta a nuestras oraciones, puede ser que el Señor escoja no concedernos una petición que creemos que es de importancia vital. Esta es una experiencia muy común en el andar cristiano.
¿Por qué supones que Dios a menudo retarda sus respuestas o niega nuestras peticiones? Creo que la respuesta es la siguiente: cuando Dios esconde su mano quiere que nos fijemos en su corazón. En otras palabras, quiere que aprendamos más sobre su bondad y su amor, y que confiemos que Él hará lo que es mejor.
Debido a que los que se encuentran en crisis no "sienten" la presencia de Dios, no pueden creer que Él se interese en ellos. Como los hechos no tienen sentido, están convencidos de que no existe una explicación razonable. Sus oraciones no producen ningún alivio inmediato, así que suponen que Dios no las oye. Pero están equivocados. El Señor siempre está obrando en su manera especial, incluso cuando nuestras oraciones parecen resonar en un universo vacío.
El evangelio de Juan nos dice que dos hermanas, María y Marta, llamaron a Jesús porque su hermano Lázaro estaba muy enfermo. El Señor se retrasó y Lázaro murió. Sin embargo, cuando Jesús finalmente fue, les dio una nueva apreciación de su amor y su poder.
¿No te has dado cuenta de que Jesús suele aparecer unos cuatro días tarde, tal y como lo hizo antes de levantar a Lázaro de los muertos? En el caso nuestro, si Él hubiera llegado a tiempo, habríamos podido evitar mucho estrés que experimentamos en su ausencia. Sin embargo, es importante que nos demos cuenta de que realmente Él nunca llega tarde. Sencillamente, el horario en que Él actúa es diferente del nuestro.
Cuando Jesús llamó a Lázaro para que saliera de la tumba, Él no estaba atrasado en llegar. Llegó en el momento preciso que era necesario para cumplir con el propósito de Dios, tal y como siempre lo hace.
Nunca te imagines que el silencio de Cristo, o su aparente inactividad, es evidencia de su falta de interés. El tiempo en que Cristo actúa es perfecto, aun cuando parezca estar desastrosamente atrasado. A veces Él puede ser angustiosamente lento para resolver los problemas sobre los cuales llamamos su atención. Pero ÉL nunca deja de obrar.
Durante seis horas Jesús estuvo observando a los discípulos luchando con un fuerte viento contrario antes de ir a ayudarlos. Él los estuvo viendo y tuvo cuidado de ellos toda la noche. Es evidente que les permitió experimentar la necesidad que tenían, antes de ir a rescatarlos.
A veces Dios nos deja, a ti y a mí, que luchemos hasta darnos cuenta de la necesidad que tenemos de Él. Al hacer esto, le da a nuestra fe una oportunidad de crecer y madurar.
Podemos estar seguros de una cosa: Él siempre nos está viendo. Cuando sus propósitos se cumplan y sea el momento apropiado, Él calmará el tempestuoso mar y nos guiará a la distante orilla.
Es verdad que no siempre el Señor resuelve nuestros problemas instantáneamente, y que a veces nos permite andar en valle de sombra de muerte. Pero Él está con nosotros aun en los momentos más sombríos de nuestras vidas, y jamás podremos escapar de su infinito amor.
Le pido a la persona que se siente afligida, cuyo corazón está quebrantado, y que se siente desesperada por escuchar una palabra de estímulo, que me permita asegurarle que puede confiar en el Señor de los cielos y de la tierra.
Es importante que sepa que no está sol@. El dolor y el desaliento que siente, que podría guiarle a preguntar: "¿Por qué tiene que sucederme esto a mí?", No es exclusivo de ti.
Si Dios está retrazando la respuesta a una petición que es muy importante para ti, se paciente. Sigue pidiendo y creyendo. Puede que quiera El ver tu corazón y que obtengas una nueva apreciación de su sabiduría y amor.
Aunque cientos de versículos de la Biblia nos dicen que Dios escucha y contesta las oraciones, es importante que reconozcamos que la mayoría de nosotros ya ha observado que Él no hace todas las cosas que le pedimos, como nosotros quisiéramos.