Para explicar el origen de los cátaros (puros – perfectos) o albigenses hay que comenzar por situarles. Sur de Francia, frontera con el reino de Aragón, zona denominada el Languedoc. Abundantes recursos naturales, un comercio bullente originado por judíos (instalan bancos) y artesanía de gran calidad, todo ello apetecido por los vecinos franceses de los siglos XI y XII.
Sus leyes, en esencia romanas, se habían modificado, haciendo desaparecer la servidumbre. Cualquier hombre podía convertirse en propietario de una tierra libre y acceder a la caballería pues se consideraban más sus méritos que su origen, conceptos muy revolucionarios para la época. Así también, el trato igualitario hacia las mujeres estaba siendo amablemente reconocido. Por otro lado se había fundado la Universidad de Montpellier en forma conjunta por cristianos, árabes y judíos.
El investigador francés Jean Blum en su libro “Mensaje y Misterio de los cátaros” (1989) señala que “…en la Edad Media, Occidente era cristiano, ya sea por íntima convicción o por la fuerza.” Es así, señala el mismo autor que “la Iglesia romana nunca dejó de sofocar cualquier herejía doctrinal”. A finales del siglo XII e inicios del XIII, el Languedoc se encontraba en estado de herejía.
La herejía
Caminaban descalzos por las calles de los pueblos del Languedoc, alrededor del 1100, extraños misioneros (as) vestidos con una túnica negra, siempre de dos en dos. Los cátaros eran ascetas, vegetarianos, célibes, no recaudaban el diezmo, ni se otorgaban tierras o ventajas de algún tipo; altamente exigentes consigo mismos; no tenían servicios religiosos obligatorios, sin distinción de sexos para la vida religiosa, ningún matrimonio obligado, creían en la reencarnación, en la dualidad de las cosas, rechazaban los juramentos y creían que el amor lleva en si mismo la “salvación”. En el fondo era un movimiento gnóstico, altamente liberal.
Motivo de la cruzada
El legado papal, Pierre de Castelnau expresaba en 1208 lo siguiente, cita extraída del libro de Blum: “Los asuntos de Nuestro Señor están mal llevados en el Languedoc. Para que se restablezcan, sería necesario que se cometa contra la Iglesia un gran crimen que justificase una intervención del ejército. Quiera el cielo que yo sea la primera víctima”. El 15 de febrero del mismo año, su deseo se cumplió. La Iglesia acusó a las gentes del conde de Tolosa, es decir del Languedoc que eran gobernados por él. Dos días después el papa le pide al rey Felipe Augusto que intervenga organizando una cruzada por 40 días, renovables.
Béziers
El 21 de julio de 1209 un ejército de 20.000 caballeros y 100.000 siervos se despliega ante las murallas de Béziers. Como representante del papa viajaba el Abad del Cister, Arnau Amalric, el cual propone la entrega de 222 cátaros, así se perdonará a la ciudad. La respuesta fue valiente y unánime, los habitantes –cátaros y católicos- unidos defenderían la ciudad. En menos de una hora la ciudad caía. Entre 5 a 6 mil personas, ancianos, niños y mujeres se refugian en la iglesia de Santa Magdalena. El comandante del ejército no pudiendo distinguir entre católicos y cátaros pregunta al representante papal qué hacer y acá historiadores y trovadores señalan que Arnau Amalric dijo: “Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos”.
Luego cae Carcasona, se deja escapar a sus habitantes pero hay saqueo. Luego cae Albi y así cada ciudad.
Propuesta religiosa cátara
Los cátaros eran gnósticos, implica que creían que la “salvación” llegaba por el Conocimiento de Dios. La Gnosis implica un sistema dualista que revela un mundo transitorio, finito e ilusorio. Pero oculto bajo las apariencias se encuentra presente, dormida y atrapada, la chispa divina, la que escapa a las restricciones e ilusiones humanas, simplemente “ES”. No se trata de comprensión intelectual sino que de iluminación, es así cómo se hace la transferencia desde lo transitorio a lo eterno, desde la ilusión de este plano hacia lo infinito. En el fondo esta postura incitaba a una búsqueda personal y no a un sometimiento absoluto u obediencia servil. Ejemplo gnóstico cristiano es Tomás de Aquino.
Todo esto habla de que era una religión iniciática, con relaciones que se remontaban a las escuelas de misterio en Egipto, Caldea y Grecia. En sus rituales existía sabiduría primigenia que ayudaba a liberar al hombre de la esclavitud material.
El Consolamentum era el único sacramento que impartían, primero, en la ordenación del iniciado como bautismo y segundo, a los moribundos. Es un largo ritual frente a un altar que utiliza el Evangelio de San Juan y que en su simplicidad reviste una enorme grandeza.
La causa oculta de la cruzada
En palabras de Jean Blum: “… el secreto de los santuarios, es decir la enseñanza antigua de los misterios tan celosamente guardada en los templos del mundo, por todas las fraternidades de sacerdotes, había sido revelada y comprendida. Lo que sucedió en esa época no se había visto jamás en la historia del universo. El secreto divino había sido llevado por los caminos del Languedoc, por mensajeros desconocidos.”
Maurice Magre (1877-1941) escritor, poeta y dramaturgo francés, lo explica bellamente en su libro “Magos e Iluminados”, cito: “La guerra de los albigenses fue el giro más grande en la historia religiosa de los hombres. Cuando el labrador comprende la vanidad de labrar, cuando el mendigo rechaza la limosna porque se ve más rico que aquél que se la da, cuando la palabra del sacerdote se vacía de todo sentido porque cada cual tiene en sí mismo un consuelo más alto, entonces la organización social se desmorona por sí misma. La liberación que estuvo a punto de conocer la humanidad era mucho más grande, que la de un pueblo vencido que se libra de su vencedor. Era la liberación del mismo mal, de la naturaleza aplastante. El secreto sublime del Consolamentum que permite al hombre morir en la alegría porque se identifica por la iluminación del amor con su Dios interno……..se ha perdido para siempre.”
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