Para ser feliz, sólo tienes que dejar de buscar la felicidad de manera tan desesperada.
Lo que desees para ti, dáselo a otros. Si quieres tener éxito, haz que otros lo tengan. Si quieres tener amigos, ofrécele tu amistad a alguien más. En pocas palabras: DA aquello que te gustaría RECIBIR.
Cuando dejes de pensar exclusivamente en ti, y pienses también en los demás, todo encajará en su lugar.
En último término, lo que haces a los demás, te lo estás haciendo a ti mismo, porque en realidad sólo hay UNO de nosotros. Cuando comprendas esto por completo, verás con claridad que DAR y RECIBIR son exactamente lo mismo.
Y esto no significa que desatiendas tus necesidades, sino que NO desatiendas las de los otros.
En realidad, no hay persona más infeliz que aquella que persigue obsesivamente ser feliz.
La felicidad NO es un objetivo a alcanzar. Es una consecuencia que resulta de reconocer el amor que lo impregna todo.
Cuando despiertas a la verdad de quién eres (Conciencia, Amor, Vida) y descubres que NO estás separado de nada ni de nadie, entonces comprendes de verdad que TODOS somos UNO.
En esos momentos, te das cuenta de que esa presencia alerta que está consciente de estas palabras y de los sonidos que escuchas mientras lees este texto, ESO es lo que verdaderamente TÚ eres.
ESO nunca se ha visto afectado por nada.
Tus pensamientos, emociones y sensaciones aparecen en la conciencia que eres, se despliegan en ese espacio cristalino y diáfano, y se desvanecen de nuevo en él sin dejar rastro alguno. Es como la estela de un barco en el mar, que desaparece tras de sí sin dejar huella. O la filigrana que un ave realiza en el cielo. ¿Dónde queda la señal de su paso?
Sólo cuando nos identificamos compulsivamente con nuestras ideas o sentimientos y les concedemos un poder que de por sí no tienen, corremos el peligro de pasar por alto el espacio de claridad en el que surgen.
Todas las percepciones que percibimos son simplemente la fuerza dinámica de este campo de energía. Son la forma manifestada de aquello que incluye a todas las formas y, al mismo tiempo, las trasciende.
Así que no necesitamos rechazar nuestros pensamientos y emociones negativos, y apegarnos a los positivos por miedo a que no vuelvan a aparecer. La paz y la estabilidad que buscas no se halla en la inestabilidad de lo pasajero, sino en el terreno firme de lo eterno: tu verdadero ser como conciencia y amor.
Reconoce su presencia a lo largo del día, y ya no te importará no ser feliz, porque sabrás que tu bienestar no depende ni siquiera de que te sientas bien.
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