Por el Dr. Tony Phillips, publicado en
www.ciencia.astroseti.org Hace cien años, Albert Einstein revolucionó la Física.
Marzo 23, 2005: Albert Einstein estaba exhausto. Por tercera noche consecutiva, su bebé Hans, llorando, mantuvo a la familia despierta hasta el amanecer. Cuando Albert finalmente se durmió… era hora de levantarse e ir a trabajar. No podía faltar ningún día. Necesitaba el trabajo para mantener a su joven familia.
Caminando enérgicamente hacia la Oficina de Patentes donde era “Técnico Experto, Tercera Clase”, Albert se preocupaba por sus padres. Se estaban haciendo viejos y frágiles, y sus relaciones con ellos eran tensas: sus padres no aprobaban su matrimonio con Mileva… Albert echó un vistazo a una ventana de la tienda por la que pasaba. Su pelo era un desorden; se
había olvidado peinárselo otra vez.
Trabajo. Familia. Llegar a fin de mes. Albert sentía la presión de cualquier marido y padre joven.
Para relajarse, revolucionó la física.
En 1905, a la edad de 26 y cuatro años antes de poder conseguir un trabajo como profesor de física, Einstein publicó cinco de los más importantes artículos en la historia de la ciencia – todos escritos en su “tiempo libre”. Él, probó que los átomos y las moléculas existían. Antes de 1905, los científicos no estaban seguros acerca de ello. Argumentaba que la luz viajaba en pequeños pedazos (más tarde llamados “fotones”) y de esa forma estableció la fundación de la mecánica cuántica. Einstein describió su teoría de la relatividad especial: espacio y tiempo eran hilos en una fábrica común, proponía, que podían ser unidos, estirados y retorcidos.
Oh, y a propósito, E=mc2
Antes de Einstein, el último científico que había tenido un arranque creativo semejante fue Sir Isaac Newton. Eso sucedió en 1666 cuando Newton se recluyó a sí mismo en la granja de su madre para evitar el estallido de una plaga en Cambridge. Sin nada mejor que hacer, desarrolló su Teoría de la Gravitación Universal.
Durante siglos los historiadores llamaron a 1666 el annus mirabilis de Newton, o “año milagroso”. Ahora esas palabras tienen un significado diferente: Einstein y 1905. Las Naciones Unidas han declarado 2005 “El Año Mundial de la Física” para celebrar el centenario del annus mirabilis de Einstein.
La cultura popular moderna pinta a Einstein como un súperpensador de pelo espeso. Sus ideas, nos dicen, no estaban probablemente muy por delante de las de otros científicos. Debe haber venido de algún otro planeta – quizás del mismo en el que creció Newton.
“Einstein no era alienígena”, se ríe Peter Galison, físico e historiador de la ciencia de la universidad de Harvard. “Era un hombre de su tiempo”. Todos sus artículos de 1905 desentrañaban problemas que estaban siendo estudiados, con diverso éxito, por otros científicos”. Si Einstein no hubiera nacido, [esos artículos] habrían sido escritos de alguna otra forma, con el tiempo, por otros”, cree Galison.
Lo destacable de 1905 es que un único individuo fuera el autor de las cinco publicaciones, además de la original e irreverente forma en que Einstein llegó a sus conclusiones.
Por ejemplo: el efecto fotoeléctrico. Esto era un misterio a principios de 1900. Cuando la luz golpea un metal, como el zinc, los electrones salen volando. Esto puede suceder sólo si la luz viaja en pequeños paquetes suficientemente concentrados para golpear un electrón y dejarlo en libertad. Una onda por separado no haría el truco fotoeléctrico.
La solución parece simple – la luz está compuesta de partículas. Por supuesto, esta es la solución que Einstein propuso en 1905 y por la que ganó el premio Nóbel en 1921. Otros físicos como Max Planck (trabajando en un problema relacionado: radiación de cuerpo negro), de más titulación y experiencia que Einstein, se estaban acercando a la respuesta, pero Einstein la obtuvo primero. ¿Por qué?
Es una cuestión de autoridad.
“En los días de Einstein, si estabas intentando decir que la luz estaba hecha de partículas, te encontrabas a ti mismo en desacuerdo con el físico James Clerk Maxwell. Nadie quería hacer eso”, dice Galison. Las ecuaciones de Maxwell eran enormemente satisfactorias, unificando la física de la electricidad, el magnetismo y la óptica. Maxwell había probado más allá de ninguna duda que la luz era una onda electromagnética. Maxwell era una figura de autoridad.
A Einstein no le importaba un higo la autoridad. Él no se resistía a que le dijeran lo que tenía hacer, no mucho, pero odiaba que le dijeran cual era la verdad. Incluso de niño estaba constantemente dudando y haciéndose preguntas. “Su mera presencia aquí mina el respeto de la clase hacia mi”, le riñó su profesor de séptimo grado, el Dr. Joseph Degenhart. (Degenhart también predijo que Einstein “no llegaría a nada en la vida”). Este defecto del carácter tenía que ser un ingrediente clave en los descubrimientos de Einstein.
“En 1905”, comenta Galison, “Einstein acababa de recibir su Doctorado en Física. No estaba en deuda con ningún director de tesis o alguna otra figura de autoridad”. Consecuentemente, su mente era libre para discurrir.
En retrospectiva, Maxwell estaba en lo cierto. La luz es una onda. Pero Einstein también lo estaba. La luz es una partícula. Esta extraña dualidad confunde a los estudiantes de Física I de hoy igual que a Einstein en 1905. ¿Cómo es posible que la luz sea ambas cosas? Einstein no tenia ni idea.
Eso no le detuvo. Sin ningún miramiento, Einstein adoptó la intuición como herramienta básica. “Creo en la intuición y la inspiración”, escribió en 1931. “Algunas veces siento que estoy en lo cierto aunque no sepa la razón”.
A pesar de que los cinco artículos de Einstein fueron publicados en un solo año, él estuvo pensando sobre física, profundamente, desde su infancia. “La ciencia era el tema de conversación a la hora de la cena en la casa de Einstein”, explica Galison. El padre de Einstein, Hermann, y su tío Jacob dirigían una compañía alemana que hacia cosas como dínamos, lámparas de arco, bombillas y teléfonos. Esta era la tecnología puntera al principio del siglo, “como lo sería hoy una compañía de Silicon Valley”, comenta Galison. “Los intereses de Albert por la ciencia y la tecnología vinieron de forma natural”.
niñera: Albert se sentaba en el sofá, totalmente absorbido, haciendo problemas de matemáticas en silencio mientras otros bailaban a su alrededor. ¡Lápiz y papel eran la GameBoy de Albert!.
Einstein tenía una capacidad de concentración impresionante. Su hermana, Maja, recordaba “…incluso cuando había mucho ruido, era capaz de tumbarse en el sofá, coger un bolígrafo y un papel, equilibrando precariamente un tintero en el respaldo y absorberse en un problema tanto que el ruido de fondo lo estimulaba mas que molestarle”.
Einstein era francamente inteligente, pero no estrambóticamente más que sus compañeros. “No tengo talentos especiales”, afirmó, “Soy apasionadamente curioso, nada más”. Y otra vez: “El contraste entre la valoración popular de mis capacidades… y la realidad es simplemente grotesco”. Einstein atribuía sus descubrimientos a la imaginación y a preguntar insistentemente, más que a la inteligencia convencional.
Mas tarde en su vida, debería ser recordado, luchó con fuerza para producir una teoría unificada del campo, combinando la gravedad con otras fuerzas de la naturaleza. Fracasó. La capacidad mental de Einstein no era ilimitada.
Tampoco era el cerebro de Einstein. Fue extraído sin permiso por el Dr. Thomas Harvey en 1955, cuando Einstein murió. Probablemente esperaba hallar algo extraordinario. La madre de Einstein, Pauline se había preocupado mucho porque la cabeza del bebe Einstein estaba caída de un lado. (La abuela de Einstein tenia otra opinión: “¡Muy grande!”). Pero el cerebro de Einstein era como cualquier otro, gris, arrugado, y, si acaso, un poco mas pequeño que la media.
Son recientes y pocos los estudios detallados del cerebro de Einstein. En 1985, por ejemplo, el profesor Marian Diamond de UC Berkeley informó de un número de células gliales (que nutren a las neuronas) de superior calidad en áreas del hemisferio izquierdo, encargado del control de las habilidades matemáticas. En 1999, la neurocientífica Sandra Witelson informaba de que el lóbulo parietal inferior de Einstein, un área relacionada con el razonamiento matemático, era un 15% mas ancho de lo normal. Además, encontró la grieta de Slyvian, un surco que normalmente se extiende desde la parte delantera del cerebro hasta la parte posterior, que no recorría todo el camino en el caso de Einstein. ¿Habría podido permitir esto una mayor conectividad entre las diferentes partes del cerebro de Einstein?
Nadie lo sabe.
No saber, hace a algunos investigadores sentirse incómodos. Esto alegraba a Einstein: “La cosa más bella que podemos experimentar es el misterio”, decía. “Es la emoción fundamental que pervive en la cuna del arte verdadero y la ciencia verdadera”.
Es la emoción fundamental que Einstein sentía, caminando hacia el trabajo, despierto con el bebe, sentado a la mesa durante la cena. La maravilla venció el agotamiento, cada día.