Saber y ver el bien que viene a nuestras vidas no es fácil ya que significa que tenemos que conocer el verdadero sabor de la realidad más elevada, lo que los kabbalistas llaman: El Árbol de la Vida. Pero la mayoría de nosotros nunca ha comido el fruto de este árbol, y no reconocemos la verdad espiritual de que la dulzura está escondida dentro de la amargura.
Rav Áshlag utiliza la analogía del gallo y el murciélago. Cuando llega la mañana, el gallo canta en júbilo por la llegada de la luz del día, mientras que el murciélago está triste porque la oscuridad se ha ido.
Para algunos de nosotros, la oscuridad puede sentirse como la Luz. Y viceversa.
Yehudá Berg