Cada vez que te quejas de algo, ya sea en silencio contigo mismo o compartiéndolo con alguien, te atas más firmemente aún a eso de lo que te lamentas.
Las quejas hacen que tu energía se concentre en extender en el tiempo aquello de lo que te estás quejando.
Hay un enfoque mucho más efectivo; el de proponer una alternativa positiva, y dedicarse a ponerla en práctica. Mientras que una queja sólo refuerza lo que está mal, una alternativa positiva comienza a modificar la situación realmente para mejor.
Las quejas, debido a su naturaleza negativa, tienen generalmente que ver con una actitud de ponerte a la defensiva. Alternativas positivas en cambio, se asocian más naturalmente con la cooperación y el reconocimiento.
La próxima vez que sientas la necesidad de quejarte, detente y pregúntate qué es lo que realmente deseas.
¿Deseas quejarte simplemente o deseas hacer algo que pueda mejorar la situación?
La mayoría de las quejas surgen de un genuino deseo de mejorar la situación, pero la queja por sí sola no suele resultar suficiente para ello.
Así que trasciende la queja y utiliza esa energía para marcar una verdadera diferencia positiva. En lugar de agravar una mala situación con tus quejas, transfórmala