El Ángel, en todas las tradiciones, es el regidor, el gobernador, aquél que codifica y mantiene el orden de las cosas que la Mente Creadora le ha confiado.
Los Puntos Cardinales representaron desde siempre para el hombre referencias precisas en las que basarse. El punto desde donde sale el Sol y aquel donde se oculta, han sido siempre considerados justamente los “anclajes” inmutables del Universo. Toda la geometría, le geografía, la trigonometría, la misma matemática, por no hablar de las más sencillas nociones de astronomía, se basa en esta imprescindible realidad.
En la mente del hombre de cada época y de cada culto, por tanto, un Gran Ser siempre ha controlado el curso regular del Universo, poniendo en los lugares estratégicos a otros Seres, subalternos suyos, que hicieron esas reglas inmutables.
Una precisa referencia a los Ángeles de los puntos cardinales y a los colores a ellos asociados, nos viene de la visión de Zacarías.
El profeta, como es conocido, venía siendo instruido durante mucho tiempo, por el “Ángel de Yahvé”. El Ángel le enseñaba imágenes, situaciones, lugares o personas y le descifraba su significado.
“Por lo tanto levanté los ojos otra vez y vi; había cuatro carros que salían de entre los montes. En el primer carro había caballos rojos y en el segundo carro caballos negros. Y en el tercer carro había caballos blancos y en el cuarto carro caballos bayos.. el Ángel me dijo: “Estos son los cuatro espíritus de los cielos que salen después de haber estado en su puesto delante del Señor de la Tierra entera. En cuanto a los caballos negros, salen del país del norte, los caballos blancos deben de salir de detrás del mar. En cuanto a los bayos deben salir del país del Sur.”
Es interesante notar cómo estos “cuatro espíritus de los cielos” habían estado ya “en su puesto”, que no era delante del Trono de Dios, como se podía imaginar fácilmente, sino delante de un espíritu inmediatamente superior a ellos, o sea el “Señor de la Tierra Entera”.
En la tradición Maya, la Tierra era cuadrada y todas las estrellas daban vueltas alrededor saliéndose en ángulo recto. Con esta cosmogonía era muy simple imaginar en cada uno de los cuatro ángulos a cuatro divinidades: los Bacabi. Eran muy semejantes a nuestros Ángeles: se aposentaban en los cuatro puntos cardinales asistidos por los “Chaques”, otros Ángeles de rango inferior que controlaban los elementos, los vientos y la lluvia.
Cada “Chaque” tenía un color diferente según su campo de acción. Es interesante comparar estos colores, pues los encontraremos en muchas otras tradiciones.
El Chaque del Norte era de color blanco, el Chaque del Sur era amarillo, el Chaque del Este rojo y el del Oeste negro.
Los Ángeles de los puntos cardinales son espléndidas criaturas que custodian de modo inflexible cuanto la Divinidad les ha confiado. Hasta aquí la Iglesia está de acuerdo, pero no acepta introducir nombres desconocidos, serían marcados como demonios o divinidades paganas.
La tradición gnóstica nos describe los deberes y las funciones de los Ángeles; en cuanto a sus nombres, ya no es cosa tan fundamental darles uno…
Ángel del Norte
Es un Ángel de vestidos blancos o quizás del aura cándida, que en el fondo es la misma cosa…
Es el gobernador del elemento aire, gobernador de los vientos y de la nieve. Se eleva, silencioso sobre las inmensas extensiones polares, y también sobre las cálidas zonas desérticas. Su Ser no está ligado a la temperatura física sino a la vibración que le llega de los lugares.
Este modo de ser solitario no lo hace indiferente al género humano, al contrario, lo acompaña desempeñando un papel muy importante.
Es el custodio de los deseos y de las esperanzas de los hombres y también de sus secretos.
Es el ángel consolador de quién ha perdido un apersona querida. Puede intervenir en los pensamientos y en los sueños de quien sufre, llevándole consuelo.
Interviene para calmar la ansiedad, para apagar el fuego del rencor y con la misma dulzura para domar la furia de los elementos cuando se desencadenan en la tempestad.
Le gusta que le ofrezcan incienso y pétalos de flores blancas. Protege tanto los lugares geográficos como a los hombres de los peligros debido al hielo, a la nieve, y a los huracanes.
Recordemos que en el interior de la furia de los elementos se desencadenan los devas oscuros. Así como los Ángeles de la luz tienen la misión de proteger, guiar, custodiar aquello que les ha sido confiado, del mismo modo los devas opuestos, los oscuros, tienen el deber de destruir, confundir, romper los equilibrios.
El Ángel del Norte es el dominador del elemento aire y corresponde al signo de Acuario. La tradición astrológica lo empareja con el planeta Urano.
Ángel del Sur
Ángel solar, con un resplandeciente vestido del color de la llama, es el regidor de la luz, del fuego, del calor.
Es el Ángel de la comunicación, de la palabra, es quien suscita alegría y amor en el corazón de los humanos. Probablemente es también el responsable de tantos “flechazos”, puesto que suscita la llama del enamoramiento, de la simpatía, y también de la compasión y la solidaridad.
En cuanto “portador de la llama” trae también la chispa de la vida al mundo animal y vegetal. Es quien distribuye el “prana”, por tanto, la vitalidad, la energía física, el don de la curación.
Es el custodio de las acciones del hombre, de las decisiones activas, del movimiento dinámico, del coraje y también del bienestar material.
Su presencia disuelve las nieblas grises del odio, de la tristeza, de la desesperación. Consigue infundir optimismo en las personas descorazonadas y guía a los débiles hacia la capacidad de luchar. Protege de los peligros que provienen del fuego, pues Él es el Señor de este elemento. Su lucha contra el Deva del signo contrario se dirige a mantener el equilibrio entre el fuego que da la vida y aquel que devora y destruye.
Su energía es el fuego germinador de la creación, y a Él le ha sido confiado el crecimiento de todas las cosas vivientes en los cuatro Reinos de la Naturaleza.
Ángel del Oeste
Es el Ángel ligado al elemento Tierra. Reina sobre las estacione, sobre los frutos y sobre el trabajo del hombre. Hoy lo llamaríamos con razón el Ángel de la Ecología.
Su color es el verde brillante de las hojas primaverales o de las tiernas praderas.
Por su posición, también se le llama “El Centinela de la Noche” o el “Guerrero del Oeste”. Según la tradición oculta, acoge entre sus manos el disco solar en el ocaso, lo custodia de los ataques de las tinieblas en el curso de la noche, y se lo entrega por la mañana a su gran compañero, el Ángel del Este. Una función muy semejante la encontramos en la mitología egipcia, en la cual el disco solar Ra, se embarca cada noche en la galería subterránea por la que discurre el río Amenti. A lo largo de la travesía deberá luchar contra el dragón Apep que quiere devorarlo para que las tinieblas reinen sobre la Tierra.
Es el Ángel que acoge a las almas de aquellos que mueren desde el ocaso hasta el alba y las conduce hacia la Luz para que la oscuridad no los confunda.
Custodia el crecimiento espiritual de los hombres, reforzando en ellos la conciencia y la determinación. Su protección aleja a los devas malignos y las fuerzas oscuras, disipa las pesadillas nocturnas sobre todo de los niños.
Agradece la oferta de flores, de fruta y de sus delicados perfumes.
Defiende cosas y personas de los peligros que provienen de la tierra y de sus movimientos, derrumbamientos, terremotos, etc.
Ángel del Este
Es un Ángel con una extensa aura azul turquesa, el que rige el elemento agua, tanto de la simbólica representativa del futuro que se puede revelar, como del agua real de los océanos.
Es Él quien vela las visiones y los sueños nocturnos para evitar que sean demasiado claros y que, interpretados con anticipación, comprometen el desenvolvimiento del Plan.
Es también denominado el “centinela de la Aurora”, puesto que, simbólicamente, cada mañana recoge entre sus manos el disco solar que emerge de la noche, y lo acompaña en su recorrido a lo largo del arco del cielo.
Y es justamente con el primer resplandor del sol cuando este Ángel se hace de vez en cuando visible a los mortales, en aquel arcano momento entre la última sobra de la noche y la primera luz de la mañana.
Es el gobernador del inconsciente y de lo profundo. Señor de la Intuición y de la Precognición. Vigila la realización espiritual y material del camino humano.
Justamente por este deber suyo de acompañar durante el camino “de las tinieblas a la luz”, este Ángel es considerado como el custodio del futuro del hombre. Conoce la realización de los eventos y hace que sean comprensivos poco a poco, mientras acompaña el camino de la evolución. Se le podría definir con razón el custodio de la Era Nueva.
Ama el ofrecimiento de agua limpia en copas de cristal.
Su protección guiará a los hombres que le confían al efectuar las elecciones justas. Armoniza los planos materiales de vida cotidiana con el Gran Plan.
Aleja los peligros que nos vienen de lo imprevisto, de la distracción, de la locura, y naturalmente, del agua que es su elemento.
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