Hoy me gustaría hablar conforme nada hay al azar y todo lo que nos sucede en nuestra vida está entrelazado con cada una de nuestras experiencias y cada uno de nosotros a la vez. Para empezar os quiero explicar una historia. Se trata de un anciano pobre chino que vivía en el campo y su única propiedad era un caballo:
Una vez, un chino tenía un caballo. Una noche, este se escapó y los vecinos fueron a dar el pésame.
- ¿Quién dice que sea una desgracia?
En efecto, a la mañana siguiente el caballo volvió, pero esta vez con una yegua. Los vecinos le felicitaron.
- ¿Quién dice que sea una suerte, una fortuna? – les respondió el chino.
A los dos días, su hijo primogénito, cabalgando la yegua se cayó y quedó cojo de por vida. Los vecinos expresaron su sentimiento de dolor.
- ¿Quién dice que sea una desgracia? - volvió a decir.
Al año siguiente hubo una guerra en el país. El primogénito por estar cojo no tuvo que inscribirse en el ejército……y la vida continuó.
Como una red perfectamente trazada, así es nuestra vida, donde cada nudo es una experiencia personal y cada uno de aquellos que aparecen en nuestras vidas. Todo está trazado perfectamente, para que podamos pescar el aprendizaje adecuado según cada alma.
Aunque a veces parece que nos encontremos en medio de un bombo donde una bolita nos hace tomar decisiones o vivir situaciones inesperadas o no queridas, no hay nada al azar en nuestro camino. Cada uno de nuestros pasos están siendo dirigidos hacia la liberación de lo que fuimos y la apertura de la realización de nuestro Plan Divino, donde cada ser aporta su pieza para confeccionar el rompecabezas que inicialmente parece totalmente desordenado y los movimientos realizados son aleatorios. Nada hay al azar. Todo está contenido en nuestro proceso de evolución, conteniendo un sentido más allá de cualquier raciocinio terrenal.
Como en el cuento, nada es lo que parece. Aquello que parece ser, no es, porque todo tiene una finalidad superior encarada a nuestro mayor bien.
Hay una ingeniería perfectamente trazada para que nosotros podamos llegar a nuestra plena manifestación, respetando nuestro libre albedrío, para el mayor bien de todos, nosotros, y el Gran Plan Divino. Nada es lo que parece en relación a las supuestas adversidades o calamidades de nuestra amado mundo.
Como la araña traza cada uno de sus hilos para confeccionar la perfección de su especie, así nosotros, los humanos, nos estamos dirigiendo y confeccionando la perfección en cada uno de nuestros actos. Debido al desconocimiento de quienes somos, los pasos dados por nuestro ser en la condición humana, no parece darnos cuenta que lo que estamos viviendo cada uno de nosotros nos está llevando a la manifestación del verdadero ser que somos, Uno con la divinidad.
Estamos trazando, como el mejor ingeniero que pueda existir para nuestra vida, los pilares y soportes adecuados para poder dar el siguiente paso hacia nuestro camino de la Ascensión, y así, subir los peldaños de nuestra manifestación divina.
Muchas veces no somos conscientes de lo que puede representar el pequeño detalle de aquel día. Todo, absolutamente todo procede a una aportación de nuestro ser real a ser manifestado. El dolor acelera nuestro proceso y nos ayuda a liberar las raíces de un pasado limitador. No es necesario sufrir, pero si así es, tened presente que es para que reaccionemos más rápidamente y nos abandonemos a los brazos de lo que ha de ser según el Amor.
Las más aparentes situaciones nos llevan a abrir nuevas puertas hacia la resurrección del nuevo ser que hay en nosotros. Todo está entrelazado. Un paso nos lleva a otro, y así sucesivamente. El punto donde hemos llegado ha sido fruto de otros pasos anteriores, y así, hasta materializar lo que hemos venido a hacer en este mundo. La cualidad de vida depende de nosotros, aunque no todo lo que vivimos.
Me gustaría explicaros una nueva historia, pero esta vez real: era un chico que se valió por si mismo, una vez consiguió entrar en una escuela como maestro. Todo fue bien hasta que fue despedido de una escuela y otra por su manera de tratar a los niños. Todos eran maestros, pero su proximidad y respeto a los niños, le hacían diferente. Así pasaron algunos años, hasta que decidió trabajar por su cuenta. Esto le llevó a dedicarse a lo que hasta aquellos momentos fueron su hobby. Volvió a las escuelas, como especialista y experto en lo que hacía, y esta vez, la recibida que tuvo en cada una de las escuelas que iba fue de aprobación, valoración y buenas palabras. Todo cambió. Fue reconocido y valorado.
Este ejemplo real nos muestra como no hay nada al azar. Unos hechos aparentemente adversos, pueden representar una puerta abierta para nuestro mayor bien. Normalmente así sucede.
La vida está llena de sucesos incomprensibles a primera vista, pero a medida que va pasando el tiempo, podemos extraer el aprendizaje de aquellos momentos. Muchas veces no nos damos cuenta hasta que ha pasado un tiempo, ahora bien, con el camino del Despertar y el trabajo personal, nosotros podemos ser advertidos por lo que viviremos y de esta manera, fluir por la situación, poniendo serenidad, calma y amor, aceptando aquello que se nos brinda. Este darnos cuenta proviene del recordar quienes somos y el conocernos realmente quienes somos. Recordar cuál es nuestra verdadera esencia nos permite abrir todas las puertas cerradas, y las que no, entender el por qué y aceptar el proceso en nuestra vida, dándonos cuenta hacia donde nos dirigimos.
No hay mayor regalo que nos podamos hacer que abrir las puertas de nuestro corazón y recordar el ser que somos, el cual va más allá de toda connotación terrenal.
Nuestra espiritualidad nos abrirá las puertas de nuestra realización y servicio. Cuanto más la aceptemos y nos adentremos en ella, más conscientes seremos de las lecciones a aprender y las situaciones vividas para tal efecto.
Todo está entrelazado, o quizás no os ha sucedido que conocéis a alguien y a raíz de conocerle vuestra vida cambia, bien por la persona en sí que ha entrado en vuestra vida, bien porque a raíz de ella os permite abrir una nueva puerta en vuestro camino.
No hay nada al azar, viviendo en un sincronización perfecta con todo lo que vivimos, se nos presenta y en relación constante con los que nos rodean. Por eso, os doy un fuerte abrazo a todos y deciros que mi amor está con todos vosotros.
Nada hay al azar. Todo tiene un sentido superior a nuestras percepciones humanas.
Nada es lo que parece, por lo tanto, escucha a tu corazón y deja que él te guíe. Él te hablará de tu camino.
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