Las preocupaciones generadas por las circunstancias del mundo cotidiano suelen trastocar la paz y tranquilidad de nuestras vidas, siendo factor común de ansiedades e insatisfacciones en el trascurrir de los días. Es común que los asuntos del pasado y el futuro consuman nuestra atención y ánimos, por lo que mantenemos en el olvido nuestra capacidad para vivir y disfrutar el momento presente, el instante actual, el único que tiene una realidad vigente.
En la dimensión temporal en la que nos desenvolvemos, las circunstancias desagradables del pasado son motivo común que atrapan el enfoque de nuestros pensamientos y emociones, con lo cual la vitalidad personal se ve disminuida con cierta frecuencia. Los retos que plantea la vida hacia el futuro por lo regular también atrapan la conciencia más allá de lo necesario y son factor recurrente de ausencia del presente.
Así se va la vida de muchas personas, abstraídas entre las ilusiones del pasado y el futuro. Y pasan los días, los años y las existencias completas de millones de seres humanos que jamás supieron vivir y disfrutar los instantes vitales del presente.
Es común que desgastemos nuestras energías anímicas en situaciones problemáticas, sin hacer algo en realidad efectivo para resolverlas. Perdemos la valiosa oportunidad de vivir el instante presente y los magníficos regalos que la vida nos otorga a cada momento, por dedicar demasiado tiempo a los asuntos que a veces ni siquiera tenemos la capacidad de modificar, por estar fuera de nuestro alcance o porque ya pertenecen al mundo del pasado, de lo que ya fue.
Caminar por la vida con el enfoque puesto en el presente constituye una forma efectiva e inteligente de liberar nuestras vidas de los lastres del pasado y construir un futuro de mayor conciencia y satisfacción personal
Acostumbramos irnos de bruces con nuestros procesos mentales mecánicos y la conciencia queda atrapada por los pensamientos que generan tensiones e incluso emociones que alteran el equilibrio personal e incluso afectan la salud integral. Resulta común que repitamos de manera insistente aquellos recuerdos que nos provocan desagrado, desconsuelo, tristeza, enojo o ira, y les damos dimensiones gigantescas.
Resulta muy recomendable procesar asuntos del pasado que nos generaron alguna inestabilidad emocional e incluso buscar apoyo psicoterapéutico profesional o conversarlo con personas cercanas y confiables que nos escuchan con atención, sensibilidad, seriedad y solidaridad, sin embargo es un asunto distinto ir por la vida repitiendo de manera insistente y necia los recuerdos de aquellas circunstancias que nos causaron desagrado y alteraron nuestra estabilidad anímica. Alimentar y fortalecer las emociones destructivas de nuestro equilibrio integral constituye una forma absurda y poco brillante de avanzar por la existencia.
Una de las señales visibles de que hemos aprendido de los sucesos del pasado es vivir con el enfoque de la atención en el presente, con sus retos, regalos y sorpresas de diversas clases, pues todo forma parte de la experiencia y el aprendizaje de la vida. Una actitud madura e inteligente de afrontar los planteamientos del futuro es asumir con reflexión serena las distintas opciones a seguir, para después decidir y avanzar en la dirección elegida, con flexibilidad y apertura para cambiar de rumbo en caso de resultar necesario y viable.
Caminar por la vida con el enfoque puesto en el presente constituye una forma efectiva e inteligente de liberar nuestras vidas de los lastres del pasado y construir un futuro de mayor conciencia y satisfacción personal
Escrito por Sergio Alan Villarreal