El último grande que impactó fue en 1908 en Siberia, el llamado “Suceso Tunguska”: El 30 de junio de 1908, una explosión ocurrida en Siberia, concretamente en la región del río Tunguska, destrozó 2150 Km2 de taiga siberiana, derribando de golpe cerca de 60 millones de árboles. Los estudios realizados con posterioridad han mostrado que este suceso podría haber sido el resultado de la explosión en la atmósfera de un pequeño cometa o asteroide menor de 100 metros de diámetro, que habría provocado una explosión de más 10 megatones de energía, lo equivalente a más de un centenar de bombas atómicas con una potencia como la de Hiroshima. Dicha explosión liberó toda su energía en la atmósfera, produciendo una reducción del flujo solar que pudo ser observada desde el Norte de Europa y California. Se estima que la explosión de este bólido originó gran cantidad de NOX, que durante varios años causaron una reducción de los niveles de O3 en un 30-45% en el hemisferio Norte terrestre.
El suceso Tunguska no es más que el resultado de un pequeño impacto sobre nuestro planeta que –en cierto modo– ha pasado desapercibido, debido a que éste tuvo lugar sobre un paraje del planeta prácticamente despoblado. Los efectos que habría ocasionado esta explosión si se hubiese producido sobre un núcleo urbano o una zona densamente poblada bordean el límite de nuestra imaginación.
Resumiendo, los efectos más destructivos que se producen a causa del impacto de un asteroide son:
- Calor inicial producido por el impacto (colisión, incendios...).
- Viento y tsunamis.
- Frío y oscuridad (invierno nuclear).
- Destrucción de la capa de ozono.
- Lluvias ácidas y envenenamiento por toxinas.
- Efecto invernadero.
Naturalmente es importante tener en cuenta que estos fenómenos serán más acusados o severos en función del diámetro, velocidad o lugar en el que tiene lugar el impacto (continente, océano, explosión atmosférica...). Asimismo es importante tener en cuenta que –debido a la diversidad geográfica, climatológica o biológica– no todos ambientes del planeta sufrirían con la misma intensidad las consecuencias de una colisión de un cometa o asteroide contra la Tierra.
Se estima que los impactos de bólidos de diámetros mayores a 2.5 Km ocurren cada 10 millones de años y que la frecuencia con la que un cuerpo mayor de 10 Km de diámetro choca contra la Tierra se halla en torno a una vez cada 100 millones de años. Naturalmente todas estas cifras son estimativas, pero claramente muestran que estos catastróficos eventos, tarde o temprano, tendrán lugar de nuevo.