El efecto curativo de una mente tranquilaTal vez hayas oído hablar del pensamiento positivo y de cómo puede ayudarte a superar enfermedades o problemas. Pero lo cierto es que, a menudo, el pensamiento positivo se reduce a una especie de autoengaño en el que una persona gasta una gran cantidad de energía en tratar de convencerse a sí misma (sin llegar a creerlo del todo) de que todo se arreglará y no hay nada de qué preocuparse. Esto puede hacer que en su interior haya una lucha entre una parte que trata de engañarla y negar la realidad y otra parte que puede ser más realista, o bien más negativa y pesimista, y le dice todo lo contrario. Al final, esta lucha solo genera más estrés que, a su vez, contribuye a agravar o mantener la enfermedad o malestar.
Sin embargo, lo que verdaderamente tendrá un efecto curativo, tanto a nivel físico como a nivel emocional, es ser capaz de tener la mente en paz y en silencio. Del mismo modo que con frecuencia nos sentimos mejor en contacto con la tranquilidad y el silencio en plena naturaleza, la quietud interior tiene también ese mismo efecto curativo.
De hecho, las personas que practican la meditación (que implica precisamente acallar la mente) tienen una presión arterial más baja, menores niveles de estrés y menos enfermedades.
En el mundo frenético en el que nos vemos envueltos en la actualidad, lleno de ruidos, información procedente de diversas fuentes, conversaciones telefónicas, pantallas que llaman nuestra atención constantemente, así como nuestras propia charla mental interior dando vueltas s problemas, trabajo o tareas pendientes, la mente está en un estado de hiperactividad casi constante. Pero siempre podemos intentar crear cada vez que podamos ese estado mental de calma, tratando de acallar tanto nuestra propia mente como el mundo exterior. Un modo de acallar el mundo exterior es el mindfulness, mediante el cual nos dejamos absorber totalmente por lo que estamos haciendo, dejando de lado todo lo demás.
A veces, nos esforzamos demasiado tratando de encontrar soluciones, pensando, preguntando, buscando por todas partes una respuesta, una solución a un problema, una cura para nuestras enfermedades, cuando lo cierto es que puede ser mucho más efectivo quedarnos en silencio, limitarnos a estar y a sentir sin juzgar, sin pensar, sin desear, como si de repente hubieras perdido la conciencia de ser un individuo, y dejar que las respuestas lleguen por sí solas.
Alternar los opuestos
En realidad, la clave está en saber alternar entre la actividad y la pasividad, entre estar orientados hacia el mundo o hacia nuestro interior, entre la actividad y la quietud de la mente. Al fin y al cabo, si estás enfermo o tienes algún tipo de problema, es bueno que busques información y pienses alternativas y soluciones. Pero si nos quedamos estancados en esta fase nos acabaremos perdiendo en ella. Tras esa fase activa es necesario entrar en una fase pasiva, donde nos quedamos en silencio, con la mente y el cuerpo relajado y en calma, porque ese esa mente en calma la que al final nos dará las respuestas más importantes, y es ese estado de quietud interior el que impulsará la curación.
Para que nuestra mente y nuestro cuerpo estén en equilibrio necesitamos ir alternando siempre entre estos dos polos, yendo de uno a otro, del pasivo al activo, transformando uno en otro continuamente. Dado que vivimos en un mundo que nos empuja a estar siempre en el polo activo, debemos esforzarnos por no dejarnos atrapar por esa tendencia y buscar esos momentos en los que todo se detiene, porque de esos momentos sacaremos lo más valioso de nosotros mismos, nuestra regeneración y nuestra fuerza.
Fuente:
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